El pasado lunes tuvo lugar, frente al Bolívar de Arenas Betancourt, el homenaje que miles hinchas le tributaron al equipo epónimo de la ciudad sin puertas por haber ganado, después de siete décadas de duro trasegar, su primer campeonato de la liga colombiana. Algo qué soñamos desde los años cuarenta del siglo pasado cuando fue inscrita ante la Dimayor y a nombre del municipio por Don Isaac Gómez la participación de nuestro equipo en el único torneo de fútbol profesional qué ha existido en estas tierras de Macondo.
Aunque en aquel entonces era muy joven para asistir a los primeros encuentros en el legendario fortín de «Libaré», unos pocos años después presencie la hazaña suprema realizada en 1952, cuando le ganamos a ese legendario Millonarios que tenía en sus filas nada menos que a Alfredo Diestefano, quien después conduciría al Rea Madrid a una de época dorada en las ligas europeas, y todavía recuerdo el golazo qué le hizo Pedrito Fernández al legendario Cossi, el orgulloso arquero de los embajadores. E igualmente aquel partidazo qué le empatamos al Fluminense, orgulloso campeón del Brasil, con dos golazos de ese fantástico puntero izquierdo qué fue Casimiro Avalos. ¡Y cómo no recordar aquel elegante dribling qué ejecuto nada menos que Maradona sobre ocho de nuestros jugadores para anotarnos un gol considerado por él mismo como el mejor de su gloriosa vida futbolística!
Tuve la fortuna de pertenecer a la junta directiva de nuestro club, allá por los años 70, cuando trajimos del Paraguay, nuestra eterna cantera, a Arístides del Puerto, quien, con el inolvidable Isaías Bobadilla y otros más que se quedaron entre nosotros; dio lustre a esa escuela de jugar al fútbol, que por desgracia no duró mucho, qué podríamos llamar «pereiroparaguaya» en la cual se exhibía la garra de los Defensores del Chaco en unión de la picaresca colombiana de afrodescendientes como el inolvidable Biafara o de la ¡Ñaña Velasco» el único pereirano de origen qué nos deleitó en aquella época dorada.
¡Gloria eterna a nuestro eterno equipo!