Por AURA MARLENE RIOS
A propósito de la independencia de Cartagena, vale la pena recordar que, esta fue la segunda ciudad después de Caracas en declararse independiente de España. El 11 de noviembre de 1811, se llevó a cabo dicho suceso, fecha que se conmemora cada año, como la gran hazaña al haber logrado la independencia de la Corona Española. Hasta ahí todo parece color de rosa, pero es pertinente preguntarse, ¿qué ha pasado con Cartagena después de 209 años de independencia?
Todo parece indicar que la independencia se dio respecto de la Corana Española, pero otros males peores que la Corona, empañan a la ciudad heroica, a saber: pobreza, desigualdad social, prostitución, mendicidad en las calles y el peor de todos, la corrupción de la clase política dirigente de aquella ciudad, y, en general, en el Departamento de Bolívar.
No obstante, Cartagena bien podría ser la ciudad más linda de Colombia, si no fuera por el estado de abandono en que se encuentra en la actualidad; y por qué no, debería ser la más pujante del país, pues tiene todo: fue declara por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1984; a partir de 1991 es considerada oficialmente Distrito Turístico y Cultural, connotación ésta que la da ventajas en materia presupuestal, en la medida que el artículo 328 de la Constitución le otorga ingresos por el sistema general de participaciones; así mismo, la Ley Orgánica 715 del 2001, le concede un porcentaje mayor de recursos del sistema de transferencias a los Distritos Especiales, en concordancia con la Ley 768 del 2002. Es decir, mucho más presupuesto que a otros Departamentos.
Por otra parte, se trata de una ciudad portuaria a orillas del mar Caribe, que cuenta con el Puerto de Cartagena, el cual es considerado el más importante del país; así lo ha señalado la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y Desarrollo (UNCTAD), al destacarlo para el segundo trimestre del 2020, como el “Mejor puerto conectado en el comercio marítimo de América Latina”, habida cuenta que su plataforma logística le permite conectarse con 750 puertos en 140 países en todos los continentes.
Sin embargo, al visitar Cartagena, el panorama que se observa no es de opulencia y desarrollo. Por el contrario, se vislumbra un ambiente de conformismo, y por qué no decirlo, corrupción y pobreza, sobre todo en las comunidades raizales y nativos en general. Un centro histórico abandonado, fachadas en decadencia, calles con olores nauseabundos, basura, desorden, las playas en el estado más lamentable de contaminación y abandono, hampa a la orden del día. Todas estas circunstancias son fáciles de evidenciar al recorrer la ciudad amurallada y la más exclusiva zona hotelera de la ciudad, que es lo de mostrar en Cartagena.
Pero el panorama es mucho más desolador si salimos de allí: pobreza, mendicidad, miseria absoluta, prostitución, destrucción y el tráfico más desordenado del país. Pero no pasa nada, esa es la vida normal de los Cartageneros, así se han acostumbrado, así conviven, eso es lo que hay, lo que tienen, o tal vez, lo que se merecen.
Así las cosas, surge un segundo interrogante, ¿en manos de quién quedan los millonarios impuestos que pagan las cadenas hoteleras, restaurantes, bares, cruceros y demás tributos que deja el alto tráfico de turismo todos los días del año en la ciudad amurallada?.
Al parecer, Cartagena se independizó de la Corana Española, pero en 209 años de aparente independencia, no ha logrado independizarse de la corrupción de sus gobernantes, lo cual nos lleva a concluir, que Cartagena no es una ciudad independiente, sino más bien esclava y subyugada a una clase política corrupta, a una cultura conformista, a la cual no le importa forjar un futuro para las nuevas generaciones, simplemente viven el día a día como venga.
En consecuencia, la primera ciudad en declarar su independencia de España; que además cuenta con el puerto más importante de Colombia, y bien puede decirse, de América Latina; no tiene en pleno siglo XXI una fuente de empleo fortalecida, menos una clase empresarial empoderada y productiva, tampoco un sistema de trasporte digno para sus habitantes y visitantes, también se halla ausente una infraestructura vial digna del Distrito Turístico y Cultural de Colombia. En mi sentir, la independencia de Cartagena por ahora es un sofisma que se conmemora todos los 11 de noviembre, y, si los Cartageneros no reaccionan, entonces, les quedaron debiendo la independencia.
Hasta luego.
Salimos de las manos de la corona y caímos en manos de la carroña.