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PolíticaDe la gratitud y de otras victorias. ESCAMPAVIA.

De la gratitud y de otras victorias. ESCAMPAVIA.

Por JUAN GUILLERMO ÁNGEL MEJÍA

“El vencedor el resto de sus días tendrá una dicha con sabor a mieles”, el premio para quien obtenía la victoria en las olimpíadas era una corona de laurel, la cual llegaba acompañada por la fama para el campeón, para su pueblo, para su familia; así los favorecidos por la diosa Nike, para lograr el triunfo, arriesgaban hasta la vida.

Lo faraones en el antiguo Egipto otorgaban cinturones y medallas a quienes se distinguían en el campo de batalla, los primeros cristianos recibían una cruz como distinción que se portaba con orgullo, y más adelante fueron los escudos de armas el ansiado trofeo que perpetuaría la vanidad y la gloria de la estirpe.

Los campos de pelota de los Mayas terminaban con el sacrificio de uno de los equipos, no hay evidencia sobre cual bando, pero sí está claro que el premio era de sangre.

Las condecoraciones, las medallas, los premios sin duda alguna nos hacen felices, los monarcas los utilizaban no solo para agradecer sino para conseguir lealtades; la pompa y el ego se enardecen con las distinciones a tal punto que ya hacen parte de vida cuotidiana; se premia al mejor estudiante, al más veloz, al más fuerte, al compañero, a la más bella, todas las medallas y trofeos apuntan a enaltecer el ego.

El abuso degrada las condecoraciones, hay quienes las reparten como confites, tal como lo hiciera Alicia en El País de la Maravillas, otros las han usado para conseguir apoyos e inmerecidos respaldos y finalmente las condecoraciones son el reconocimiento que hace la sociedad a quienes le han prestado un servicio distinguido, estas tienen una clara connotación, es un “muchas gracias” dado en grado superlativo.

Los regalos, los halagos, las atenciones son otras maneras de lograr gratitud y beneficios por parte de quien otorga y en algunos casos degrada a quien los recibe; recuerdo una nota de Juan Gossain cuando airado rechazó algún presente, es tan delicado el asunto que muchos gobernantes lo tienen prohibido de manera expresa y los códigos de ética de medios de comunicación serios establecen que recibir implica por lo menos un prejuicio y por lo tanto atenta contra la imparcialidad.

Ejemplos de cómo se usa el dinero y las medallas para lograr fallos y resultados favorables son parte de la tragedia que hoy envilece a jueces, gobernantes y tomadores de decisiones venales; los regalos a los funcionarios de la Contraloría General de la República, recientemente denunciados, ilustran la manera como la Cámara de Comercio de Pereira lograba vistos buenos sin mayores discusiones, y nos ha permitido entender la insistencia de sus directores para acudir a esa instancia cuando se solicitó investigar sus cuentas y gastos dado lo previsible de sus conclusiones; estos detalles, como los llaman los generosos dispensadores de medallas y atenciones, son comparables  con los preciosos botines que recibiera la esposa de un togado o los relojes de alta gama que adornan la muñeca de otros quienes muestran sin pudor como vendieron su alma.

 Nos preguntamos si es Ético que un juez reciba una prebenda, una medalla o cualquier otra atención generosa de parte de quien es sujeto de su actuación, hasta donde entendemos no se está violando ninguna norma distinta de la del decoro por parte de quien ofrece y peor de quien recibe, no es así señora expresidente de la JEP, no nos cabe duda de la gratitud de la senadora quien la condecoró pero mucho desdice de quien con una mano recibe y con la otra denuncia que es sujeto de persecución, recuerde que la mujer del César no solo debe ser casta sino parecerlo. 

4 COMENTARIOS

  1. Realidad actual….para compartir con nuestros conocidos y así muchos vayan tomando conciencia y enderezando el camino

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