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CulturaDe lugares y sitios imaginarios

De lugares y sitios imaginarios

Por: José Danilo Salazar

En este escrito, quiero dar un rápido recorrido por algunos autores y sitios imaginados, intentando mostrar las motivaciones filosóficas y literarias detrás de algunos de ellos, disculpándome, de antemano, si convierto este bien intencionado resumen en una fea colcha de retazos, y con la intención perversa de dar a conocer a un pariente mío y su inventado territorio.

En reacción a los abusos y excesos que cometen los reyes en el poder, argumentando que éste viene de Dios, varios pensadores y filósofos han buscado crear un modelo de sociedad ideal, criticando en su obras literarias, las sociedades donde les tocó vivir y proponiendo la organización, que en su criterio,  corregiría las falencias de las  sociedades de su realidad  física; tal es el caso de “utopía” del inglés Tomás Moro  y “ la ciudad del sol”  de Tommaso Campanella, ambos hombres religiosos, igualados en su crítica a sus sociedades y pensadores con deseos de crear sociedades más justas e igualitarias con renovación social y política. El primero de ellos desempeñó altos cargos políticos en Inglaterra,  lo que a la postre ocasionó su muerte, era el siglo XVI,  época del renacimiento,  de la reforma protestante y de las guerras religiosas. El segundo de ellos, acusado de organizar una revuelta para montar su modelo de sociedad perfecta en unas montañas lejanas, debió fingirse loco para escapar a la pena de muerte y permanecer más de 20 años en prisión, hasta su deceso natural.

En “utopía”, obra del renacimiento, Moro expone ideas prematuramente socialistas y  comunistas, adelantándose a Marx en 300 años; crea la imagen de un estado ideal, sin propiedad privada, donde todos trabajan para el bien de la comunidad y son iguales,  siendo un filósofo renacentista, retoma el epicureísmo, pero en su obra, el placer deriva del cumplimiento del deber, es decir, una vida subordinada al bien común. Este autor es el creador del género literario de la utopía, aunque hay que aclarar que antes de Moro,  Platón escribió la República, considerada la primera utopía, y que además de Campanella, hay una pléyade de escritores utópicos, quienes escribieron sus obras después del considerado, primer pensador de éste tipo de literatura.

En la obra de Campanella, considerado el último autor renacentista,  los  habitantes deben vivir su vida conforme a la filosofía, sometidos  a los dictados de la razón, en una comunidad de bienes,  sin propiedad privada ni clases sociales, todos los habitantes son iguales en lo moral y lo físico.

Uno de los autores posteriores a Moro es Jonathán  Swift;  escribe sobre el  país  imaginario de “Liliput”, una aguda sátira política mezclada con ideas utópicas, territorio habitado por enanos al  cual llega  un gigante naufrago,  quien arriba  en el momento de una guerra, toma parte en ella  y derrota a los enemigos de los liliputienses, pero no los destruye, y le da una lección de ética a los vencedores, quienes no pueden exterminar a los vencidos.

Todas las  utopías hacen una crítica a las circunstancias existentes, en la búsqueda de una mejor condición social, y  viven de la tensión entre la realidad y el ideal ¿cómo es el mundo y cómo podría ser?; el gran mérito es que, todos estos pensadores pusieron las bases ideológicas para que posteriores autores como Karl Marx, por ejemplo, formularan sus teorías políticas que permitieron desacralizar el poder real, y a la postre, originaron cambios en la concepción de la autoridad, su origen y la forma cómo se ejercía el poder. Crearon los ideales de la democracia representativa, el voto universal, la  revocatoria del mandato sin cortarle la cabeza al soberano, la desobediencia civil y otras más.

Otros autores, por motivos que pueden variar, desde extrañar su patria en el exilio,  o extrañar la “entraña de su tierra o sus gentes”, crearon ciudades o territorios  imaginarios, para poner allí  los escenarios para los protagonistas de sus obras literarias.

La literatura hispanoamericana es fecunda en lugares ligados a la acción narrativa, algunas de las más conocidas ciudades imaginarias literarias son:  la  Santa María de Onetti,  Yoknapatawpha de  W. Faulkner, Combray de Marcel Proust, Vigatá  de Camilleri y por supuesto Macondo de nuestro nòbel Gabriel García Márquez; al parecer Macondo sintetiza lo que somos los latinoamericanos, pero inspirado en el pueblo de Aracataca; en 100 años de soledad, Macondo es un pueblo fantasma, que está solo desde su fundación, rodeado de la nada por todas partes, sus personajes están solos, Úrsula,  José Arcadio, Amaranta.

Aracataca reclama ser Macondo para atraer turistas, sin embargo, no todos aceptan que Macondo sea Aracataca; Nathalie Iriarte, afirma que su pueblo tiene mucho en común con el Macondo de García Márquez, aunque se llama Santa Ana del Yacuma y está ubicado en la Amazonía boliviana, uno de los paralelos entre ambos pueblos es que se llenaron de mansiones  a causa del auge de la exportación de drogas en Bolivia y  de la fiebre del  banano, descrita por el colombiano en su obra.

Algunas ciudades imaginadas hasta tienen  mapa de su territorio; tal es el caso de Yoknapatawpha de Faulkner, el  mapa está firmado por el escritor  que afirma “ser el único dueño  y propietario” del condado. Uno de los casos de ciudad imaginada por motivos más personales,  es  Santa María, el exilio de Uruguay y la melancolía por Montevideo, la originan. Ambos lugares,  Yoktanapawpha  y Santa María de Onetti, están basados en el mundo real, pero son opuestos a él; incluso Onetti  reconoce su deuda con el norteamericano  diciendo “todos coinciden en que mi obra, no es más que un largo, empecinado  y a veces  inexplicable  plagio a Faulkner”.

Mi abuelo materno, Pompilio Ríos, el viejo, para distinguirlo de mi tío del mismo nombre, tenía una finca cerca  a las quebradas  “Na nona” y el ” Zurrumbo”; el mejor placer de mi niñez y de dos de mis hermanos menores,  fue visitar  la finca del abuelo y disfrutar las vacaciones escolares allá,  al calor del fogón de leña de mi abuela y la compañía y  protección amorosa y generosa de ambos abuelos, cuatro primos huérfanos, criados generosamente por ellos y dos tíos solterones, en ese ambiente de paz y tranquilidad; nuestra única misión era traer del potrero al establo, las vacas y terneros para el ordeño  dos veces al día. En una de esas ocasiones, estando, como era usual, cerca al abuelo en el establo, una vaca se soltó una de las patas traseras y voleó una patada que le dio de lleno en la espinilla al abuelo, quién transido de dolor,  inició lo que sería un sonoro madrazo, que se vio interrumpido por nuestra presencia, de modo que solo pudo decir  “vaca triple hijue-míchica”, pues en ese momento, uno de nosotros, ignorando lo que le pasaba al pobre abuelo, musitó con inocencia ¿ qué es míchica,  abuelito?, y él ladinamente,  para no darnos el mal ejemplo de usar en nuestra presencia vocabulario de arriero, dijo: “ míchica es un potrerito que hay por allí, donde hay guayabas y otras frutas, y se pueden elevar cometas”; inmediatamente le cayó una segunda  pregunta, abuelito, ¿Cuándo nos lleva a míchica?, de tal manera que el paseo a nuestro sitio imaginario se volvió  una rutina festiva, que  resultó ser  una carga más para un hombre amplio y generoso como fue mi abuelo. Con el paso de los días, míchica se agrandó, y terminamos hasta yendo a la quebrada, cuando en épocas de poco café, se aprovechaba la caída de un aguacero, que enturbiara las aguas de La Nona, para ir por los anzuelos,  lanzarlos al agua y pescar negritos, que debíamos  tirar a la ceniza para que murieran rápido y poder limpiarlos y fritarlos.

¡Uf!,  que rodeo para poder contar; que por no decir una vulgaridad delante de sus nietos, mi abuelo  se puso a la altura de muchos literatos, al crear un territorio imaginario que nos sirvió de paseadero en los ratos de desparche, supongo que el abuelo les contó a los otros adultos el motivo  de los paseos y sólo cuando estudiábamos bachillerato, ya muerto el abuelo, supimos el origen del sitio mágico del que disfrutamos siendo niños.

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3 COMENTARIOS

  1. Asi como hay lugares reales tanbien hay ymajinarios donde la mente del honbte costruye historias y hechos que no han existido pero mejo es cuando aprovechamos lugares reales y hermos como lo existen en nuestro pais i en lugares del mundo. Un escrito mui real querido Damilo salazar.

  2. Don Danilo esa es la magia de la inteligencia y malicia indigena de nuestros abuelos, quienes sin sospecharlo, son nuestros primeros literatos que de la forma más sencilla y hasta humilde, nos transportan a esos lugares, muchos imaginarios y otros muy reales. Su escrito me hizo recordar a mi amada abue, que siempre con sus historias de su época, alegraba mi niñez e incluso mi época de adulta… Gracias por traer a mi mente ese hermoso recuerdo de mi segunda madre…. Mil bendiciones

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