“La economía marxista es la economía del capitalismo y la economía capitalista es la economía del socialismo.”
(Sweezy, 2006)
Karl Marx, un revolucionador que sin lugar a duda dejó un legado de gran importancia en materia económica. Él es asociado con el comunismo y el socialismo; sin embargo, aunque cueste creerlo, nunca escribió sobre esos temas.
Fue un crítico del capitlismo y su teoría económica es una aplicación de la historia a la economía capitalista. Para Marx, uno de los principales problemas del modelo capitalista es centrar la atención en el equilibrio estático de la economía, pues él apuntaba más por el proceso dinámico de cambio.
Pero, —¿qué es el equilibrio estático de la economía?, y ¿cómo así que el proceso dinámico del cambio? —se preguntarán. Muy bien, de manera muy sintetizada, el primero hace referencia a la repetición de los mismos valores periodo tras periodo. Mientras que el segundo, alude a que el cambio de los valores depende del tiempo, pues según Marx, (2006) “aunque no sepamos exactamente lo que nos deparará el futuro, sí sabemos que será diferente del pasado y del presente”.
Por lo anterior, Marx sostenía que el equilibrio estático de la economía capitalista era una estructura errónea y debía ser reemplazada, pues repetir los mismos valores periodo tras periodo, era un proceso cíclico que terminaba generando la explotación de los trabajadores. Para argumentar el cambio, se basó en la tasa de plusvalía y argumentó que la burguesía se lucraba por devaluar la mano de obra y no por la venta de sus productos.
El equilibrio estático de la economía aplicado al empleo informal en Pereira
Pereira, siendo una ciudad medianamente pequeña, se ha caracterizado por tener unos índices de desempleo e informalidad altos. Durante el trimestre de septiembre a noviembre de 2020 y según el DANE (2021), 45 de cada 100 personas en edad de trabajar, contaban con un empleo sin garantías.
El desequilibrio, la función de la demanda, los monopolios, el egoísmo y la competencia que caracterizan ese equilibrio estático de la economía según Marx, son quizá los elementos de un sistema económico actual, sin ser Pereira la excepción. En la capital de Risaralda, los vendedores ambulantes e informales prefieren seguir viviendo del diario que entrar a contribuir con la estadística de la formalidad.
Cómo culparlos, si la legislación vigente tiene una carga tributaria de alto impacto para los comerciantes. Los vendedores informales en la práctica obtienen una ganancia porcentual mucho más alta que les termina impidiendo a muchos hacer la transición a la formalidad, pues en donde están, se economizan aspectos como la facturación electrónica, la seguridad social, la declaración de renta, el impuesto a la renta, el IVA, entre otras arandelas que, según el caso, aplicaría para cada individuo y así mismo, disminuiría ese porcentual mencionado.
Ellos no logran ver que el sistema genere bienestar, ignoran que los mercados sean un buen mecanismo para realizar sus actividades y que el gobierno, pueda mejorar sus resultados. Fue solo con la llegada de la pandemia que algunos ciudadanos reconocieron la importancia de estar en el sistema formal, pues solo esa fue la vía para acceder a los subsidios y facilidades decretadas por el gobierno nacional y/o local.
Entonces, esa dualidad entre las fuerzas y las relaciones de producción de donde Marx derivó la superestructura social, es un caso evidente no solo en Pereira, sino en el país. Pues las relaciones de producción, es decir, las reglas del juego para los productores se han mantenido históricamente y han entorpecido la creación de capital para las mayorías, pero la han favorecido para unos pocos. Dando vigencia a esa máxima de Marx que indica que la burguesía se lucra por devaluar la mano de obra y no por la venta de sus productos. (Marx, 2006)
¿Será la economía democrática una salida?
Las relaciones de producción como bien lo expresó Marx, introducen contradicciones entre el sistema y las fuerzas de producción, luego se generan estallidos sociales y se modifican las reglas del juego, sin juzgar la modificación en este caso, pero si enfatizando en que el ciclo se repite y al final, todo permanece estático en este sistema inicuo.
Así las fuerzas de producción no están recibiendo los resultados que merecen, y es que, ¿qué sería de este mundo sin los productores? Buena pregunta, que a su vez llevó a plantear el manifiesto de la economía democrática, el mismo que según Arsdale, y otros (2012), plantea que los trabajadores de manera colectiva deben ser sus propios jefes, su propia junta de directores.
En la economía democrática, los trabajadores deben participar en el diseño de la empresa, deben contribuir en la toma de decisiones y deben determinar de manera democrática, qué se hace con los ingresos obtenidos, es decir, serían los trabajadores y no los actuales capitalistas, los que distribuyan la plusvalía.
Tal implementación de democracia en el trabajo, haría sin duda doblegar al Estado ante los trabajadores y no al revés, como sucede actualmente. Crearía una dualidad entre la democracia política y la económica y sin duda, acabaría con la mala distribución de cargos públicos que se da en el país, resultando en una posible quimioterapia para la corrupción. Si esta sería una salida o no para combatir tanto el desempleo como la informalidad, no lo sabemos, pero sí se podría determinar que esta sería la transición al proceso dinámico del cambio.
Datos curiosos
En 2019, la economía informal colombiana representaba el 33,1% del PIB ($310 billones anuales) (Sweezy, 2006)
Con la informalidad, el gobierno deja de recaudar impuestos y los trabajadores, sacrifican las garantías y el derecho a un sistema de salud y pensional, termina siendo una ecuación en la que todos pierden.
La informalidad genera empleos de baja calidad, favorece la competencia desleal y congestiona el espacio público.