Por Hugo Ocampo Villegas
Hace tres meses, cuando apenas transcurría un mes del encierro ‘preventivo obligatorio’ escribí una columna sobre el ejercicio del periodismo deportivo con los escenarios cerrados, titulada ‘Obligados a reinventarnos y redescubrirnos’, términos estos dos últimos que volvieron tendencia hasta la coronilla los sociólogos, expertos y pensadores, los que -como se están agotando los temas de opinión- también se volvieron asunto de ‘re-discusión’.
Hoy vamos caminando a los cuatro meses del forzado aislamiento y mientras que otros sectores han regresado a la actividad, el deporte como la gastronomía y el entretenimiento siguen en casi que total receso. Y a su lado va, como su ‘confinada sombra’ en medio de las restricciones, el periodismo deportivo.
Lo grave para la economía del deporte es que tiene un hilo conductor existencial con los restaurantes, bares y discotecas, pues buena parte de su financiación –un estimado del 60%- depende del consumo de cigarrillos y licores lo que ha originado un inmenso hueco presupuestal tanto nacionalmente como en los entes territoriales.
Obviamente la parálisis del deporte afectó profundamente a su aliado número uno, el periodismo especializado. Es un matrimonio indisoluble que resiste hasta las más agrias disputas conceptuales entre sus actores pues el periodista genera repercusiones y ayuda a construir la realidad del deportista que con su diario discurrir también suscita la existencia laboral de aquel.
Para ambos el segundo semestre de este ‘viroso’ año 2020 no parece muy alentador aún. Si el fútbol con su autonomía financiera no ha podido arrancar, qué pensar de las restantes manifestaciones del deporte aficionado que en Colombia sobreviven del bolsillo del papá gobierno.
Ninguna federación deportiva tiene algo concreto respecto a sus eventos pues a estas alturas los escenarios están pidiendo a ‘gritos’ sus protocolos para volver a familiarizarse con sus deportistas. Y cuando los abran el gran interrogante es si habrá recursos para financiar la competencia.
En esta emergencia deporte y periodismo consolidaron más sus lazos de convivencia. Ambos tuvieron que adaptarse e innovarse para mantener su actividad limitada por las circunstancias. Entonces, las casas donde habitamos se volvieron escenarios y sus enseres implementos artesanales para el entrenamiento y por el otro, se transformaron en pequeñas salas de redacción y sets de presentación.
Unos allá y otros acá tuvimos el puente informativo gracias a los cada vez más sofisticados celulares, al facebook live, al wasap y las modernas aplicaciones para video conferencias que muy pocos conocían. Zoom y meet también se volvieron términos de la ‘moda pandémica’.
Gracias a ello los periodistas nos metimos hasta las casas de los deportistas, paseándonos por sus habitaciones e incluso la cocina. Por necesidad nos acordamos de la noticia con rostro humano. La pandemia también fue el pretexto para que nos acordáramos –a quienes nos gusta la historia contada- y sacáramos del injusto cuarto de san alejo, a quienes fueron protagonistas y le dieron brillo a nuestro departamento con sus actuaciones. Como no había tema presente, pues tocó poner el espejo retrovisor, eso sí no para criticar ni comparar sino para volverá a exaltar.
De igual manera, el periodismo deportivo acusó el impacto económico generado por la emergencia social, en especial para quienes ejercen desde pequeños medios propios gracias a la tecnología que nos avasalla y el recorte de las opciones laborales en las grandes empresas noticiosas.
Lastimosamente en nuestro oficio también hay otro casamiento menos afortunado: el periodismo publicitario, vale decir, el cupo que se debe vender para pagar el espacio arrendado y a la vez para procurar el ingreso personal.
Con el receso económico del conglomerado empresarial e industrial privado y con las advertencias en tono amenazante de los entes de control a las entidades oficiales, que son las grandes pautadoras y contribuyen a la subsistencia de los medianos y pequeños medios, pues los ingresos del periodismo se mermaron de manera ostensible
Al deporte y su periodismo especializado les ha tocado transitar por los mismos caminos empedrados, ingeniándoselas para subsistir económicamente y para mantener la actividad que aún tiene cerradas las puertas de sus entornos naturales. En estas circunstancias, el resto del año es poco alentador.
Gran radiografía sobre el efecto de la cuarentena en las actividades deportivas y las colaterales como el periodismo deportivo. No se ve una política en el gobierno enrutada a solucionar sus problemas. Quién o quiénes deben liderar y presionar?
Excelente documento, las alianzas sobre un mismo fin como el deporte no deberían esperar migajas sino verse contempladas dentro las prioridades de una cultura de valores de nuestro país.