El pasado 24 de enero la UNESCO celebró el Día Internacional de la Educación para resaltar el papel que juegan los docentes en la construcción de la paz. Lamentablemente, los conflictos y la violencia no han cesado en el mundo, tampoco la discriminación, el racismo y la xenofobia.
Las redes sociales tampoco han contribuido a disminuir los discursos de odio, por el contrario, en muchos casos los han acentuado. De acuerdo con una encuesta reciente de la UNESCO, realizada en 16 países, el 67% de los usuarios de internet manifestó haberse encontrado con discursos de odio en línea y el 85% de los encuestados reveló su preocupación por el impacto de la desinformación en los ciudadanos.
En el último Foro Económico Mundial la desinformación se consideró como uno de los principales riegos mundiales en los próximos años, es decir, como una amenaza que pone en riesgo la estabilidad mundial.
Tiene razón la doctora Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO, cuando afirma que el odio empieza con la palabra y la paz con la educación, por esa razón la UNESCO invita a todos los países, incluyendo los de América Latina y el Caribe, para que los jóvenes que hoy están en las aulas se doten de las habilidades y los conocimientos para prepararlos en el respeto por los derechos humanos, la diversidad y la libertad de expresión.
Se ha desarrollado un instrumento normativo mundial que orienta la forma como la educación puede propiciar una paz duradera y fomentar el desarrollo humano. Los países hoy cuentan con propuestas de leyes, de políticas públicas, de planes de estudio, de practicas docentes y de nuevos entornos de aprendizaje y de evaluación.
En los países de América Latina y el Caribe se deberían adoptar los instrumentos que propone la UNESCO. En Colombia es especialmente importante si se quiere lograr una paz estable y duradera.
La educación debe estar en el primer lugar de importancia y así debe reflejarse en los próximos planes de desarrollo territorial, no sólo para mejorar el acceso, sino también la calidad a través de nuevos planes de estudio que respondan a los riesgos a los que están expuestos los niños y los jóvenes por la desinformación y por los discursos de odio que circulan en las redes sociales.