Hay temas que nuestra sociedad maneja con timidez y más aún, con hipocresía. Hablar de sexo suele ser algo vedado y limitado a conversaciones íntimas o de pareja y es extraño que el tema se aborde en espacios de opinión como este. Hoy vengo con un tema quizás «embarazoso» para algunos, pero real y cautivador. Muchas veces nos encontramos con situaciones inesperadas que nos confunden y que son difíciles de asimilar y la siguiente es una de ellas y más común de lo que pudiera pensarse.
¿Les ha sucedido que al final de un orgasmo uno de los miembros de la pareja tenga una explosión de risa incontenible, un ataque a carcajadas que parece que llegara en el momento y en el lugar equivocados? Aunque a algunos les sorprenda es algo que no debiera extrañar. Sucede a menudo y con mayor frecuencia de la que imaginan. La primera vez recuerdo que percibí dos asombros diferentes: el de la pareja que, atónita, no acertaba a descubrir qué era lo que sucedía y cuál era el motivo de tal estallido y el segundo el mío propio que incapaz de contener la risa no atinaba a explicarla. Por un momento la situación pareció volverse incómoda, pero como la risa es contagiosa ambos terminamos en las mismas.
Investigaciones sobre el tema han descubierto que aquel es un incidente frecuente y normal que tiene explicaciones científicas. Al momento del orgasmo las emociones se intensifican lo que puede llevar a reacciones inesperadas. Ésta en particular se debe a una mezcla de alivio, placer y felicidad. El cuerpo libera tanta energía durante el clímax que, en ocasiones, la risa es la única forma de canalizar ese torrente de sensaciones y puede ser una señal de una conexión emocional muy fuerte con la pareja. Cuando una persona se siente relajada y segura en su relación, es más probable que el cuerpo reaccione de manera espontánea. En este sentido, la risa no es más que otra manera de expresar bienestar y lejos de ser un problema, es una señal de que el cuerpo está procesando el placer de manera positiva.
De alguna manera esta situación también está relacionada con la intensidad misma del placer. En un análisis publicado en 2019 en «Journal of Research in Personality» los investigadores observaron que en 154 parejas estudiadas la risa tenía efectos positivos, especialmente en las mujeres. De hecho, fue señalado como un factor que incidía en la satisfacción sexual de las parejas, que manifestaron sentir mayor atracción mutua si podían reír juntos.
Las carcajadas y el llanto están muy relacionados entre sí. Aunque pareciera desconcertante también que uno de los miembros de la pareja se ponga a llorar en medio del acto sexual es algo común —más en las mujeres según las estadísticas—, que no significa que pase algo malo; por el contrario, aquello es sinónimo de placer y felicidad. Y se puede llorar después de un orgasmo, pero también durante el mismo.
Todo tiene una explicación científica. Por el orgasmo se generan varios efectos físicos y emocionales: liberamos oxitocina y se produce una relajación que nos invita a coger el sueño. De igual manera también liberamos prolactina al torrente sanguíneo y es eso lo que en muchas ocasiones nos hace sentir la necesidad de besar, acariciar y expresar a nuestra pareja cariño cuando hemos terminado.
En conclusión, si en medio o al final de tu actividad sexual la risa atropella a cualquiera de los dos miembros de la pareja, hay que tomarlo como una situación afortunada. Piénselo así la próxima vez que le suceda y abandone esa mirada de sorpresa. No se reprima, ría a carcajadas.