¿Dónde están nuestros gobernantes?

Cuarenta mil personas están sin agua potable en cincuenta barrios de la ciudad de Pereira. Una tubería «madre» colapsó por cuenta de un deslizamiento de tierra sobre la vía de acceso a la comuna más grande de la conurbación. Según el gerente de Aguas y Aguas —la empresa de acueducto encargada del servicio— no hay en el inventario los tubos y los elementos necesarios para la reparación que —dadas las difíciles circunstancias— durará al menos seis días calendario, si los proveedores privados cumplen con las entregas. Me temo que no lo harán.

Esta es una gran tragedia, quizás de las mayores que se hayan tenido en nuestra capital, superada solamente por aquella de finales de la década de los 80’s en la que el canal principal de conducción de aguas del acueducto municipal falló por circunstancias similares; toda la ciudad se quedó sin agua y se vivió una semana de horror. La lección que aprendimos nos llevó a construir un nuevo canal por sitios menos inestables y los resultados parecen haber sido excelentes pues el nuevo ducto es el que actualmente alimenta todo el acueducto de Pereira después de 30 años.

Sin embargo, pareciera que el tiempo nos produce amnesia. Una ciudad como la nuestra con más de medio millón de habitantes debe estar asegurada contra imprevistos y tener un «stock» de tuberías y materiales pertinente. Pero mi queja en esta columna no es sobre esta imprevisión. Argumentos tendrán los administradores para justificarla.

Lo que es inaudito es el desprecio de los políticos y de los gobernantes por la catástrofe que vive el 10% de los pereiranos. ¿Dónde está el alcalde? Este no es un problema exclusivo de la empresa de servicios, es una calamidad municipal. ¿Y dónde están los concejales?, ¿en campaña? No he visto a ninguno de ellos hacer presencia efectiva en el sector. ¿Dónde están los secretarios de Gobierno e Infraestructura?, ¿y los demás secretarios? Seguramente ellos sí tienen agua en sus casas. Todos los pereiranos, sin excepción, deberíamos estar trabajando, ayudando y colaborando, aunque fuera solamente para llevar agua a los damnificados. Es lamentable ver a miles de personas haciendo filas de hasta seis horas bajo un sol calcinante para recibir un par de baldes de agua. Perdimos dos días no laborales, sábado y domingo, en los que se hubiese podido programar una gran movilización ciudadana que hubiera servido de paliativo. Pero no hay líderes. No basta solamente con pedirle a los municipios vecinos que nos faciliten carrotanques para aliviar la situación. Eso es lo mínimo. Si hay que improvisar hagámoslo con inteligencia. Dosquebradas está cerca y allí sí hay agua. En los barrios de la Comuna del Río también. Deberían tenerse varios puntos permanentes (24 horas) de suministro público y hacerlos de conocimiento general. Un gran convite municipal en el que se hubiera invitado a todos los pereiranos a llevar agua a la Comuna del Café el pasado domingo hubiese sido una gran muestra de solidaridad. Y debería haber habido una presencia extraordinaria de la policía y los guardas de tránsito. Y estoy seguro que el comandante del batallón San Mateo con todos sus soldados y sus vehículos hubieran ayudado, pero si alguien los hubiera convocado. Nuestros dirigentes estaban de paseo o simplemente haciéndose los de la vista gorda. Civismo nos queda todavía, pero requiere gobernantes presentes y no ausentes que sean capaces de convocar.

Hace algunos años la mayoría de los dirigentes políticos de Pereira, incluidos algunos alcaldes, vivían en los barrios populares. Ahora lo hacen en mansiones y en los barrios más exclusivos. ¿Qué nos pasó? Les apuesto que en un mes los elegidos en los comicios serán los mismos. ¡Ahí está la respuesta!