Enfocados
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Estamos en un año muy importante para las decisiones políticas y económicas de Colombia. Nuestro país con la guerra de los mil días en 1899 y el Frente Nacional en 1957, nos puso la política solo entre blanco y negro, azul o rojo, lo cual creíamos haber dejado a un lado con la Constitución de 1991, parece que volvió resurgir en el último lustro. Esto dado que desde las elecciones de 2018 nos tienen a los colombianos metidos en una nueva patria boba a partir del miedo, induciendo a votar entre los dos extremos.
Se nos olvida que muchos de los logros de la inclusión social, el desarrollo económico y la paz se han gestado por movimientos políticos de pensamiento liberal, progresistas que normalmente se ubican en el centro del espectro político. De hecho, es en esta zona del espectro político donde se ubican los precandidatos y candidatos con mayor apertura hacia la garantía de los derechos sociales de los colombianos: La Libre competencia, el libre mercado, coberturas universales de salud, educación, el derecho a un país en paz, etc.
Incluso los períodos de gobierno del presidente Uribe tuvieron mucha influencia de políticas liberales y sociales, pues se forjó en el Partido Liberal. La derechización de Uribe se ve más como una reacción defensiva ante la ausencia de poder, pues su sucesor no obedeció sus mandatos. Se imagina uno que, si Santos hubiera sido un gobierno conservador, Uribe hubiese tomado las banderas de centro izquierda, más hacia un pensamiento liberal, pues de lo que se trató fue de volver al poder, infortunadamente para el país, el uribismo encontró un camino hacia la derechización.
Hoy la economía colombiana está entre la espada y la pared, entre dos extremos ideológicos que, aunque no tienen la mayoría de los electores, de cada extremo le extrae votantes al centro, pues aprovechan el alto grado de tolerancia de las personas ubicadas en éste, pues éstos no ven la política ni la economía en blanco y negro, aceptamos que hay matices, y adoptamos un pensamiento más complejo que al final es difícil comunicarles a los electores colombianos.
En las elecciones del pasado domingo quedaron elegidos 19 senadores de izquierda, 17 senadores de la derecha, y 66 senadores del centro. Sin embargo, en contraste con esto, la mayor votación fue para la coalición de la izquierda, mostrando que muchos electores del centro se decantaron por los candidatos de la izquierda, seguramente explicado por el descontento social, cansancio con la falta de transparencia de los políticos y como protesta al actual gobierno nacional.
Es un momento delicado para Colombia en términos políticos y económicos, pues a las consecuencias nefastas que deja la pandemia en términos de pobreza se le sumó el mal manejo del paro y los bloqueos de mayo de 2021. Cuando se habla con empresarios, expresan que los afectaron más dichos bloques (dos meses), que los dos años de la pandemia. Tiene mucho sentido dicho argumento cuando se revisa por ejemplo las operaciones de comercio exterior en los puertos de Buenaventura, pues diez meses después de los bloqueos, dichos puertos no han podido regresar a los niveles de eficiencia de antes.
El coctel social, político y económico se sigue preparando con los impactos de diferentes crisis globales, aumento de la inflación (alimentos va en 22%), altas tasas de desempleo e informalidad, falta de transparencia de la Registraduría y la corrupción que no para. Los errores en el conteo de votos verificados en los escrutinios de esta semana, el cambio de jurados de personas experimentadas por jóvenes universitarios con capacidades, pero sin experiencia (a mi hija que es estudiante universitaria, la asustó mucho cuando le llegó una citación para ser jurado). ¡Colombia necesita un presidente con gobernabilidad para acelerar el desarrollo y no para retardarlo al tener que gastar el tiempo defendiéndose del extremo contrario!