El adiós al 2020

Por ERNESTO ZULUAGA RAMIREZ

A pesar de que en el argot popular expresamos que el año que se acaba es “un año para olvidar”, el 2020 quedará indeleble en la memoria de la humanidad como el año fatídico y aterrador en el que se hicieron evidentes su inmensa fragilidad y su capacidad de autodestruirse. Un virus creado y manipulado por el mismo hombre puso en jaque a todos los países del planeta, hizo pedazos la economía mundial, infectó a cien millones de personas y causó dos millones de muertes.

Hay en cada siglo unos pocos años que se quedan fijados en el recuerdo de una manera especial. En el que terminó hace 20 años hay que destacar al menos cuatro de ellos. El más impactante, 1945, fue un año feliz, inmenso y glorioso que aunque trajo la detonación de las dos primeras bombas atómicas como instrumento bélico, llevó a su fin a la segunda guerra mundial, la más atroz confrontación en la historia de la humanidad que causó sesenta millones de muertes.

Inolvidable y fatídico fue también 1929, el año del “crac” cuando se inició la Gran Depresión, la crisis financiera más grave del siglo XX que afectó a todos los países del planeta reduciendo a la mitad el comercio mundial y llevando al 33% el índice de desempleo en todo el orbe. En 1989 se produce la caída del Muro de Berlín y la reunificación alemana, un hecho histórico que reposiciona a ese país en el continente europeo y sienta las bases para la Unión Europea, la que sin duda representa a su vez uno de los procesos políticos y económicos más importantes del siglo que terminó.

Y cómo no mencionar a 1969, el año que quedará en la retina de la historia con aquel extraordinario momento en el que el hombre logró la hazaña de llegar a la luna y con ese hito iniciar su carrera por la conquista del universo.

En los albores del siglo XXI, en cuyos años aparecen los teléfonos inteligentes y se consolida la Internet como la mayor y más revolucionaria herramienta de globalización, no había todavía un año singular. Hasta que llegó el 2020. Nunca antes habíamos sentido tan homogéneo el concepto de humanidad. Fuimos “uno solo” en la desgracia y descubrimos que somos una única especie humana a pesar de las distancias políticas, religiosas, étnicas, culturales y económicas, que nuestro futuro común está amenazado y que más allá de esas diferencias debemos mirar hacia el futuro con sentimientos de hermandad. Hay que afanarse y avanzar en construir un agenda global y unos compromisos universales sobre lo fundamental, sobre lo que nos amenaza como parte de la vida del planeta, sobre los problemas que nos son comunes a todos, como la salud, la pobreza, la contaminación y el calentamiento global. De las grandes crisis surgen las grandes soluciones. No podemos ser inferiores a la devastación de la pandemia y se hace imperativo demostrar que aprendimos esta lección, que no fue en vano y que somos capaces de enfrentar la incertidumbre que se cierne sobre el 2021 con la certeza de que sabremos salir adelante y de que el mundo será definitivamente mejor. A todos mis lectores una feliz navidad y el deseo por que ella sea escenario de sentimientos de paz y reconciliación.