Fundado el 9 de febrero de 2020
LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadEl Amor no duele

El Amor no duele

Cada mañana que escucho una noticia sobre feminicidio o violencia intrafamiliar, doméstica y/o de género, me asaltan las siguientes preguntas:

1º. ¿Por qué se repite esta situación?

2º. ¿Será que falta educación o información al respecto?

Las respuestas pueden ser infinitas de las cuales surgirán más preguntas.  Lo que no podemos es ser indiferentes ante estos excesos.

Algunas noticias dicen que el esposo asesinó a su esposa por celos, pero que ella ya había ido meses atrás a la Fiscalía, pidiendo protección por unas lesiones personales, cuando de un golpe con el puño le dejó hematomas visibles.  La agredida visitó las entidades del Estado en búsqueda de protección por lo golpes que se daban desde meses y años atrás.  En algunos casos, aún con la evidencia de los golpes físicos, los funcionarios públicos proponían “conciliación” utilizada como mecanismo para la descongestión de los despachos judiciales y no como un verdadero modo de protección de las personas, regularmente mujeres que recurren a esta instancia para proteger su vida, honra, dignidad y bienes, elevado a mandato constitucional; sin embargo, el cumplimiento por parte del Estado deja mucho qué desear.

Seguimos sin hablar del tema en cada familia, ante los niños, en las escuelas y universidades. ¿Qué sabemos de esta situación que cada día se “cotidianiza” más? Pues resulta que la violencia intrafamiliar tiene un ciclo o se puede estudiar como un círculo cuyas puntas se cierran.  Es así como vemos tres etapas bien definidas:

1ª. Acumulación de tensión.

2º. Estallido de violencia.

3º. Luna de miel.

Así de la luna de miel se pasa nuevamente a la acumulación de tensión y de ahí al estallido de violencia. La articulación de estos momentos es lo que da origen a lo que conocemos con el nombre de Círculo de Violencia.

Acumulación de tensión                                                                                 

La acumulación de tensión regularmente es la más difícil de identificar porque a veces es silenciosa. Priman los silencios prolongados (ley del hielo), la indiferencia (como invalidación emocional), los reclamos injustos, escenas de celos (control), mayor irritabilidad, intolerancia (ataques de ira y/o actividades pasivo agresivas) y frustración. El agresor se aísla, insulta, humilla, critica hasta la forma de vestir, hablar, maquillarse y un acto tan personal como comer.

Por lo general a su esposa, compañera permanente, hermana o madre, el agresor la responsabiliza de su estado de ánimo, la grita regularmente, no le permite defenderse, generando en ella un notorio sentimiento de culpa.  Es la llamada violencia psicológica o abuso emocional que tiende a ser justificada por la víctima con frases como: yo provoqué su reacción, la culpa es mía, él estaba estresado, y, la peor de todas, si me cela es que me ama. Validando con ésto todo tipo de maltrato a través de la justificación del mal comportamiento del agresor.

La víctima justifica el comportamiento y lo excusa aún con el silencio, pero asume comportamientos un tanto atípicos como es dejar de salir, cortar comunicación con su familia o amigos que puedan descubrir que está en medio de un círculo de violencia.

La violencia psicológica no deja huellas visibles inicialmente.  Nos toca remitirnos al comportamiento como la soledad, encierro, silencios, lágrimas, abandono de la apariencia personal, abuso de sustancias psicoactivas, imagen desaliñada, trastornos alimenticios que las llevan a recuperar o perder mucho peso y negación al contacto social por el temor a ser señalada o juzgada y por el sentimiento de culpa que cada día crece más en detrimento de su imagen personal.

Estallido de violencia

El estallido de la violencia es la reacción de la tensión acumulada.  De alguna manera esta conducta debe manifestarse y es cuando la comunicación entre agresor y víctima se vuelve imposible, aparecen los mal llamados accidentes domésticos y es el mismo agresor o victimario quien se encarga de justificar el motivo de la lesión física presentada en su víctima con freses como: se cayó por la escalera, en vez de decir tenía tanta ira que no controlé la fuerza y la empujé, o se cortó mientras preparaba los alimentos cuando la verdad era bien diferente, ante los hematomas en los brazos es común escuchar, la tomé fuertemente de los brazos para que no se rodara y a quien recibió el daño suelen decirle, ¿ves lo que me hiciste hacerte? ¿Si sabes qué me molesta, por qué me provocas?

La víctima vuelve a sentirse culpable y hasta merecedora de los golpes recibidos.

Soy una convencida que muchos accidentes domésticos son una forma de violencia escondida y/o justificada y/o disculpada.

Luna de miel

Aparece, en muchos casos y cuando la relación entre agresor y víctima apenas está comenzando a girar, la etapa de luna de miel, es la tercera fase, vienen palabras de arrepentimiento, los regalos costosos, las flores, las invitaciones, la inclusión, las frases bonitas y las promesas de no lo vuelvo a hacer, perdóname, reconozco que me excedí, te prometo que no volverá a pasar, no te vuelvo a revisar el celular, esta es la última vez que te trato mal, no te vuelvo a seguir, voy a seguir confiando en ti y la reina de todas, no me vayas a dejar que yo voy a cambiar.

Después de varias repeticiones del círculo de violencia entre estas mismas personas, agresor y víctima, la fase de la luna de miel desaparece, quedando solamente la acumulación de tensión y el estallido de violencia, fortaleciéndose las agresiones con más violencia, excluyéndola casi en su totalidad de los proyectos en conjunto, del tiempo compartido, llegando a la mutilación o la muerte.  El respeto se ha perdido por completo.

Ya en este punto de la convivencia, la mujer se encuentra sin la posibilidad de ponerle límites a la situación que está padeciendo, su sentimiento de culpa la lleva a sentirse responsable de la conducta de su pareja o padre o hermano o hijo agresor. A la culpa la acompaña la vergüenza por ser incapaz de terminar con la relación.

Calla, cree que así el agresor va a dejar de maltratarla, acepta las exigencias de todo tipo, se encierra en su estado de angustia y no ve ninguna salida pues ya su dependencia emocional y económica le impiden tomar decisiones al respecto. Como si fuera poco ni sus hijos y resto de familia saben lo que ella está viviendo y su vergüenza aumenta por querer guardar el secreto, pues es la víctima quien se siente culpable de los efectos de la relación fallida.

Por no actuar a tiempo poniendo los límites a la violencia, por no ser capaz de decir basta y buscar apoyo familiar que la libere o saque de ese círculo, le causa daños irreparables, tanto en su salud física como mental, a ella, a sus hijos y resto de la familia.  La posibilidad del feminicidio es inminente o en el mejor de los casos, dejarla discapacitada por los golpes, agresiones físicas y psicológica.

Con decir basta y poner límites, todo podría terminar antes de concluir en un feminicidio o problemas mayores tanto para la víctima como para el victimario.

4 COMENTARIOS

  1. Una columna realista, en nuestra sociedad hace mucha falta una verdadera educación desde la primera infancia.

  2. Pero existe uma forma de salir de esta
    dolorosa situación. Será el tema de la próxima columna. Este problema tiene propuestas de solución. Gracias por t7 comentario. Es muy doloroso, silencioso y peligroso.

    Desde esta columna haremos los aportes didácticos necesarios para ayudar a muchas personas que están padeciendo esta situación.

  3. Gracias mi apreciada Olga Cecilia, este artículo es un campanazo para que las mujeres reaccionamos frente al maltrato que el la mayoría de los casos conduce a la muerte

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