Por ÁLVARO BELTRÁN ALZATE
¿De dónde proviene esta división? ¿Quién puso sustantivos a la ideología? ¿Por qué hay gente que piensa que los de izquierda deben vivir en un rancho de lata? ¿Por qué creen que deben tener condiciones desfavorables? ¿Por qué es incompatible el término izquierda con vivir bien? Esta separación ideológica, hoy es casi inexistente, pero, ¿de dónde viene la división entre izquierda y derecha? ¿Quién puso estos sustantivos? ¿Cómo es la historia?
Llegó a serlo por azar, como suele pasar, “izquierda o de derecha” facilitó las etiquetas, y su juego en el léxico se elevó a mito el cual llega poco a nuestros días. La división entre “izquierda” y “derecha” todos la sitúan en las primeras semanas de la Revolución Francesa, pero no todos coinciden en cuanto al día. Hay un grupo de autores que ubica el origen de la expresión el 28 de agosto de 1789.
Gustavo Bueno, en su libro “El mito de la izquierda. Las izquierdas y la derecha”, dice lo siguiente que fué en la sesión del 28 de agosto de 1789, es decir, ya constituida la Asamblea Nacional cuando los partidarios del veto real absoluto se pusieron a la derecha y los que se atenían a un veto suavizado, o nulo, a la izquierda. Esta distribución al momento del conteo de votos de la Asamblea se mantuvo.
La revolución francesa había sucedido sólo mes y medio antes. El rey Luis XVI convocó a una Asamblea Nacional en la se sometería ese día el voto a la supresión de la potestad real para vetar decisiones de la Asamblea. El recuento se efectuaba con la mano alzada. Las distintas tendencias se repartieron el espacio de la Asamblea Nacional. Dicen que se hizo para facilitar el diálogo entre los partidarios de una y la otra opción. La presidencia ruega a los delegados que se repartieran en dos bloques espacialmente distinguibles. Los políticos estaban debatiendo sobre el derecho a veto del Rey en las decisiones que tomase la Asamblea Nacional y surgieron tres grupos. Uno que estaba a favor de que el monarca pudiera tumbar las decisiones de la Asamblea Nacional. Otro grupo estaba en contra y contemplaba la opción del veto suspendido que impedía al Rey para derogar las decisiones de la Asamblea durante una o más legislaturas. Y, por último, el grupo de indecisos que ocuparon el centro del recinto. Los franceses de la época no bautizaron las distintas tendencias como de “izquierda” o “derecha”, sino como “la montaña” a la izquierda, y “la llanura” a la derecha y “la marisma” a los indecisos.
Pero, quiénes defendían cada ideología? 1) A la izquierda del presidente, se sitúo la burguesía, que buscaba derechos para los trabajadores, progreso, igualdad y justicia social, derecho a la autodeterminación de los pueblos. Partidarios de una nueva constitución y del veto nulo, es decir, de impedir que el Rey pudiera tumbar las decisiones de la Asamblea. 2) En el centro de la Asamblea se situaron los partidarios de un nueva constitución. 3) A la derecha se situaron los defensores del poder real, defendían los privilegios pertenecientes a la aristocracia, la libertad económica, la gente Noble, absolutistas, el clero, los militares. Estaban a favor de que el monarca pudiera vetar las decisiones de la Asamblea Nacional.
Cómo es que de aquella primera forma del nacer en la sociedad burguesa haya podido la “izquierda” pasar a ser una consigna del movimiento obrero revolucionario en el siglo XIX. Es una paradoja. “Izquierda” y “derecha” fueron, después de la segunda guerra mundial, poco más que modos de ubicarse en la guerra fría, acabada en 1989.
Margaret Thatcher en el Reino Unido, hizo saltar en añicos todas las viejas mitologías sindicales, Tony Blair con el laborismo sólo podría volver a gobernar haciendo lo mismo que Thatcher con un tono distinto: liberalismo benévolo. En Francia, François Mitterand se inventó en 1971, el Partido Socialista, pero cuando llegó al poder, nada lo distinguiría de la derecha conservadora de cuyas filas él provenía. Nada esencial ha cambiado desde entonces. La socialdemocracia de Europa da bandazos frente a la firmeza de Angela Merkel. En Italia, ni existe.
La URSS desaparecida por su inviabilidad vió como la palabra “izquierda” desaparecía. Hoy Rusia y los países que la formaron nada que ver con esta palabra “izquierda”, en ese sentido ha muerto. Ni que decir de la China comunista de Mao Tse Tung, hoy su dirigencia esta encaminada a una economía de mercado, en Beijing hay mas multimillonarios que en New York. En la “izquierda” española se da la paradoja de la herencia franquista, que no corresponde con el tiempo. El partido socialista logró capitalizar votos bajo máscara de “izquierda”, por la herida franquista de cuarenta años de dictadura. El anacronismo ha permanecido. Permitió al gobierno de González practicar el robo del Estado, eran “de izquierda”, y esa legitimidad moral valía para perdonar cualquier cosa, incluso con el incompetente de Zapatero, con retóricas fuera de si.
Hoy se mira atrás.¡Cielo Santo! Diría. ¿En esta locura hemos vivido? No es cuestión de dinero, sino de qué derechos defiendes, de qué parte estas.
Pero mas allá de todo este relato histórico está la ética y el comportamiento limpio del gobernante, sin importar si es de izquierda o de derecha, que gobierne con virtud y capacidad de servir con el ejemplo y logre la grandeza de su pueblo. Debe ser un hombre excelente y virtuoso. Predicando con el ejemplo es como enseña y se gobierna, no con preceptos. Las virtudes principales del “Hombre Excelente”, es el pensamiento justo y desinteresado. A tener benevolencia cuando ejerce autoridad; que es al fin y al cabo ser justo, sobre todo con el pueblo.
Tenemos excelentes casos, Pepe Mujica en Uruguay, de izquierda quien gobernó con altura; Ángela Merkel en Alemania durante mas de quince años llevó a su país a sitios de privilegio en lo económico y social. Los países nórdicos comparten un sistema político que muchos eluden definir como “socialista”. Gozan de índices de desigualdad muy bajos, medidos en el índice Gini y unas coberturas sociales envidiables, ligados a una protección de los salarios, de la ocupación y del tiempo de trabajo. La redistribución de la riqueza y su sólido “Estado de Bienestar” que se basa en el mayor cobro de impuestos sobre las rentas altas. Establecieron pilares inamovibles para su desarrollo económico: educación pública, gratuita y bilingüe, amplia cobertura sanitaria, servicios sociales de gran calidad. Son estados fuertes y calificados. Han sido respetuosos del gasto público, transparentes, sin corrupción y sin abusar de privilegios. ¡ Cómo nos hace de falta el buen ejemplo !
Muy buen artículo.
Bien documentado, bien escrito.
Muy pertinente.
Muchas gracias Alvaro
jairo Arango Gaviria.