MISCELÁNEA
Hace mucho tiempo soy oyente de Caracol Radio, no tengo memoria de haber escuchado ninguna otra emisora que no sea la básica, que en Pereira sintonizamos en el 950.
No recuerdo quién conducía el programa 6 am 9 am, antes de Yamid Amat a quien recuerdo con las noticias de esos dos duros eventos que marcaron el país en la misma semana de 1985, la toma del Palacio de Justicia y la tragedia de Armero. Por la radio tengo presente dónde estaba y lo que yo estaba haciendo cuanto mataron a Luis Carlos Galán un 19 de agosto de 1989.
Un día infausto, también de agosto pero en 1999, la violencia le cobró con la vida la irreverencia a Jaime Garzón, para esta época ya Yamid se había ido de Caracol y la voz que me saludaba y me informaba en las mañanas era la de Darío Arizmendi, a quien en principio no creí poder soportar por su melosería, pero Darío se quedó 28 años y yo no me moví del dial.
Hoy siento cierta pena con Juan Gossaín, a quien nunca escuché por puro prejuicio, porque era de RCN; luego de su retiro he sabido de su profundo amor por el idioma español y por la literatura y he leído sus columnas, unas deliciosas y otras valientes que Yamid, Darío y mucho menos Gustavo Gómez serían capaces de escribir.
No voy a ser tan ingenuo de creer que Yamid Amat y Darío Arismendi siempre me dijeron la verdad, y, si ellos me engañaron, por lo menos no lo noté, que no es lo mismo que siento con Gustavo Gómez quien nunca deja ese tono socarrón que sustrae la seriedad de todo lo que comenta, como si todo el tiempo estuviera en La Luciérnaga.
Es innegable que existe una agenda mediática para desprestigiar al gobierno actual por su talante progresista (que además da papaya con sus torpezas) dictada por una fuerza oscura y no me cabe duda que Caracol Radio con Gustavo Gómez a la Cabeza hace parte de esa perversa agenda que va mucho más allá del deber y del servicio público de comunicar y se ha convertido en una máquina de manipulación con el evidente objetivo de revertir el estado de opinión y volver a poner el país en las manos de los de siempre.
Un solo botón basta de ejemplo. Es perversa la forma en que Caracol ha tratado la noticia del proyecto de Ley que crea alivios y fija topes al impuesto predial, haciéndole creer al país que el 300% es la premisa de aumento para todos los propietarios y le prestaron el micrófono a muchos personajes siniestros para que fijaran esa idea.
Un día, luego de una semana de desinformación llaman al Ministro de Hacienda el cual, como con plastilina les explica, una y otra vez, la iniciativa, porque la mesa de periodistas se resistía a entender que el dichoso 300% es en realidad una salvaguarda para los dueños de propiedades cuyo avalúo ya fue actualizado con el catastro multipropósito y el valor ha subido o subirá significativamente, en donde lo que, entiendo, pretende el proyecto de ley es evitar que el valor de la factura predial de esas propiedades con reavalúo, especialmente en el sector rural, se dispare de manera exorbitante.
Pero no, alguien le dijo a Gustavo que dijera otra cosa. Al final, todo quedó aclarado y los periodistas aceptaron la explicación, pero le echaron la culpa a Petro por no informar bien sus iniciativas.
Y así hay muchos otros ejemplos, del poder de la radio.