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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadEl Ser, el Género y la Cultura

El Ser, el Género y la Cultura

“Los cuerpos no solo tienden a indicar un mundo que está más allá de sí mismos, sino este movimiento fuera de sus límites, este movimiento del propio límite parece ser imprescindible para establecer lo que los cuerpos son (sic)”. ¿Qué ocurre en la materialidad del cuerpo? ¿Puede la palabra moldear el cuerpo? ¿Es el género performativo?” Estos, entre otros, son algunos de los planteamientos con los que Judith Butler, filósofa neomaterialista y posestructuralista, realiza significativos aportes al pensamiento cultural contemporáneo, político y ético, removiendo así las viejas estructuras que fundamentan las categorías hombre y mujer.

Los géneros según la autora, visión que además comparto, son una cuestión política. La frontera entre lo que culturalmente se ha establecido como femenino y masculino, por fortuna pareciera diluirse cada vez más. Hoy día, en ocasiones, no logramos definir si un chico es una chica o lo contrario. La androginia, esa condición por demás de Los Ángeles, se abre camino. El ser intermedio, con rasgos sexuales de hombre y mujer, la presunta imprecisión ante el “rol socialmente definido” por ende falible, atribuido en el marco del convencionalismo occidental, se cae a pedazos en la escena cotidiana. Los polos se desplazaron al centro, el núcleo se robusteció, se expandió. La lateralidad desapareció, la fusión del Ser eferveció en tanto mentes adoctrinadas por el sistema se asombran, descalifican o, simplemente, ignoran la realidad existente, una realidad que grita que siempre ha existido. El límite no es el cuerpo. El límite ha sido la mente.

Jóvenes con cabello largo y en la cintura, chicas de pelo corto, hombres con uñas cuidadosamente decoradas en colores variados y mujeres con tennis y camisetas básicas, cuya apariencia física refleja comodidad en contraposición al impuesto tacón y vestido apretado, evidencian la amalgama cultural registrada. Lo malo no es que esto suceda. Lo grave es que dichas manifestaciones culturales no las reconozcamos por encima de las categorías hombre-mujer, en resonancia absoluta con lo que, en últimas, somos: Seres Humanos. ¡El Ser es una categoría superior al género! El nacimiento no define el género. Lo masculino y lo femenino es simplemente el resultado de una construcción social excluyente, restricción normativa institucionalizada por medio de la ritualidad sistemática de una norma que se viste de ley natural.

Una chica que juega fútbol, el joven que baila en una compañía, la mujer de voz grave que viste pantalón o el chico que porta una falda, nada tienen que ver con una pérdida de valores, la ausencia de un Ser divino en sus corazones y menos se les debe relacionar con términos como perdición generacional o crisis juvenil. Las nuevas generaciones llegaron para derrumbar – de una vez por todas – el velo socialmente  impuesto desde el moldeamiento hegemónico y patriarcal que, arbitrariamente,  confirió al sexo características limitantes, en categorías altamente excluyentes, en las que muchos de los seres humanos no encajan. La Cultura, entendida como ese conjunto de rasgos distintivos, espirituales, materiales, intelectuales y emocionales que caracterizan a los grupos humanos y que comprende – más allá de las artes y las letras – modos de vida, derechos humanos, sistema de valores, tradiciones y creencias, deberá resaltar esa mirada incluyente que acoge el cuerpo del Ser en su más amplia expresión, un arte sin género ni exclusión.

*Director de Cultura de Risaralda.

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