Sin duda el gran ganador de las elecciones del próximo domingo será el escepticismo. Se percibe —muy fácilmente— en casi todos los ambientes de la nación, sociales, económicos y lúdicos, un sentimiento de pesimismo, de angustia y de frustración. A la gran mayoría de los ciudadanos no nos agrada el producto final de este proceso electoral pues consideramos pobres las dos opciones que se ofrecen para esta segunda vuelta presidencial en la que tendremos que resignarnos con escoger al menos «malo». Una amiga me decía con el ánimo quebrado y presa de la desesperanza: «es lo que hay».
Pues bien, al mal tiempo buena cara. La semana pasada traté de exponerles lo que nos vendría en el caso de que el triunfador de las elecciones fuera Rodolfo Hernández y en esta oportunidad intentaré aproximarme a lo que sería, en caso de ganar, el gobierno de Gustavo Petro.
El mismo domingo próximo aflorará en toda su peligrosa dimensión el miedo que nos han metido a los colombianos. Los más pesimistas hablarán de irse de la patria, otros de vender sus activos y sus empresas y los menos escépticos se referirán al futuro como el «nuevo apocalipsis». El discurso del triunfo apaciguará muy poco los ánimos y Petro se verá en la necesidad de ahondar después en los alcances de muchas de sus propuestas para tranquilizar la economía y frenar el ímpetu devaluacionista del dólar. Cuatro de sus nuevos ministros atraparán la mirada de la opinión pública. El de Hacienda, porque será el encargado de evitar el pánico en la economía colombiana y quien deberá muy rapidamente infundir confianza en los empresarios, en los inversionistas extranjeros y en el público en general. Petro ya sugirió algún nombre y si ese será el perfil de quien llegará allí el país podrá estar tranquilo. El de Defensa, porque no es un secreto que Petro tiene muy pocos afectos en las fuerzas armadas y que deberá escoger a alguien que transmita un mensaje de conciliación y no de confrontación. El del Interior, porque será la persona encargada de liderar las relaciones con la jauría política colombiana y muy especialmente con el Congreso de la Repúbica en donde Petro carece aún de las mayorías que le permitan las grandes transformaciones que se propone; quizás Luis Fernando Velasco sea la carta de Petro para este ministerio. Y por último la Cancillería, porque su nombramiento reflejará el tono de las relaciones con el resto del mundo y especialmente con aquellos paises con quienes las cosas no han ido bien en los últimos años como Venezuela, Nicaragua y Rusia.
Los colombianos también pondrán una lupa especial sobre personajes tan cuestionados como Armando Benedetti, Juan Fernando Cristo, Piedad Córdoba y Roy Barreras y estarán atentos al papel que tendrán en el gobierno. Los dos últimos, como parte de su bancada en el Senado, jugarán papel importante en la escogencia del nuevo presidente del Congreso que probablemente sea una mujer, Clara López Obregón; los otros dos seguramente estarán en algún cargo de alto nivel al lado de Alfonso Prada y de Alejandro Gaviria.
El 7 de agosto será la posesión de Petro en los patios de la Casa de Nariño y con una gran presencia de invitados internacionales entre los que se destacarán los presidentes de Chile, Perú, Argentina y Venezuela; también estarán entre otros, Lula da Silva y el rey de España.
Una reflexión final a manera de conclusión: una verdadera democracia no es solamente una sociedad en la que las mayorías escogen sus gobernantes, es indispensable que también las minorías acepten el veredicto de las mayorías. ¡Buen viento y buena mar Colombia!
Su columna refleja un país encadenada al dogma que gobierna y exprime al pueblo, succionando sus recursos, manteniendo sus cadenas, para evitar el progreso con justicia social, pero qué, Gracias a «Dios» mi Dios, presenciaremos un Cambio Histórico.
Para información liberal. En Bogotá, Petro redujo la pobreza, redujo la desigualdad (de 0.539 a 0.497), logro datos positivos historios en igualdad de genero y minorías, bajo las cifras negativas de empleo por debajo de la media del país, crecio la construcción 8.3%, aumento el PIB, Bogotá ocupó el primer puesto del indice de competitividad, obtuvo logros ambientales que impactaron la vida y calidad de vida de millones; redujo la muerte a cero de niños asociada a la contaminación del aire, premios nacionales e internacionales, por su invaluable gestión y buenos resultados. Esperemos a ver que pasa en su eventual presidencia y seamos críticos a un nivel sensato. Saludos fraternales🤗
El plan de gobierno de Gustavo Petro es sin lugar a dudas el más ambicioso y de avanzada. Si bien es un reto gigantesco es el inicio de un verdadero cambio que busca en primera medida combatir el hambre que hoy acosa a cerca de 25 millones de personas, ni que decir del ambicioso proyecto de industrializar el agro con el fin de abastecer el consumo nacional e iniciar el proceso de exportación lo cual permitirá mejorar la economía del productor campesino. No entiendo a que se debe el excepticismo cuando el plan está dirigido a combatir la pobreza y el hombre. Otra cosa es la malquerencia gratuíta de que el país sea gobernado por alguien diferente a la derecha que tiene el país en los más altos índices de pobreza como nunca antes se ha visto en la historia reciente.
Olvidó la asesora de Medellín.