El universo observable, con sus miles de millones de galaxias, cada una hogar de miles de millones de estrellas, una vasta y fascinante realidad. Sin embargo, desde la perspectiva de algunas teorías modernas, todo lo que podemos ver y medir podría ser solo una fracción infinitesimal de algo mucho más grande: un multiverso, un vasto entramado de universos independientes que existen simultáneamente.
Esta idea, aunque suena como ciencia ficción, surge de preguntas fundamentales en física y cosmología. ¿Es nuestro universo único? ¿O es solo una burbuja dentro de un «océano cósmico», donde cada burbuja es otro universo con leyes físicas, constantes fundamentales y formas de materia y energía propias?
Según el modelo inflacionario de la cosmología, nuestro universo nació de un proceso de expansión exponencial rápida después del Big Bang. En la teoría de la inflación eterna, esta expansión nunca termina completamente. En regiones aisladas, la expansión puede detenerse y formar «burbujas» de espacio-tiempo, cada una de las cuales podría ser un universo independiente. Nuestro universo observable sería una de estas burbujas, pero otras podrían tener propiedades físicas radicalmente diferentes.
En la interpretación de los «muchos mundos» de la mecánica cuántica, cada vez que ocurre un evento cuántico con múltiples resultados posibles, el universo se divide en ramas separadas, cada una reflejando una posibilidad distinta. Según esta idea, existen innumerables versiones de la realidad que coexisten en una red infinita de universos paralelos.
La teoría de cuerdas sugiere que nuestro universo observable podría ser solo una «brana» (membrana) flotando en un espacio multidimensional. En este escenario, otros universos podrían existir en branas cercanas, separadas de nosotros por distancias imperceptibles en dimensiones adicionales.
En un cosmos infinito, simplemente por probabilidad estadística, cualquier configuración posible de partículas debería repetirse una y otra vez. Esto significa que, en algún lugar inimaginablemente lejano, podrían existir universos prácticamente idénticos al nuestro, o completamente distintos.
Hasta el momento, el multiverso es una hipótesis especulativa; el principal problema es que otros universos, si existen, podrían estar más allá de nuestra capacidad de observación. El límite de nuestro universo observable está definido por la velocidad de la luz y el tiempo transcurrido desde el Big Bang. Todo lo que se encuentra fuera de este límite está desconectado causalmente de nosotros, lo que significa que ningún mensaje, partícula o información puede viajar desde allí hasta aquí. Esto hace que la existencia de otros universos sea difícil, si no imposible, de verificar empíricamente con nuestras herramientas actuales.
Si el multiverso es real, nuestras nociones de unicidad y centralidad se desvanecerían aún más. Ya no seríamos solo un planeta pequeño orbitando una estrella promedio en una galaxia común; seríamos una burbuja dentro de un infinito mar de posibilidades.
Desde el punto de vista científico, la idea del multiverso también abre caminos fascinantes. Si logramos encontrar evidencia indirecta (como patrones específicos en la radiación cósmica de fondo o en el comportamiento de partículas subatómicas), podríamos comenzar a construir un puente entre la especulación y la realidad observable.
La idea de que nuestro universo observable es solo una pequeña burbuja en un vasto multiverso desafía nuestra comprensión del cosmos y de nosotros mismos. Aunque aún no hay pruebas concluyentes, el multiverso no es simplemente un concepto filosófico o metafísico, sino una posibilidad emergente de la ciencia moderna.
La pregunta final no es solo si el multiverso existe, sino si nuestra comprensión del universo y nuestra capacidad tecnológica alguna vez serán suficientes para alcanzarlo. Y en ese proceso, quizá descubramos no solo nuevos mundos, sino también nuevas formas de entender nuestro lugar en el vasto tejido de la realidad.
Padre Pacho
Padre, he disfrutado mucho este escrito, no solo por lo interesante del contenido sino viniendo de un hombre de fe como usted, que bien podría darle la espalda a la reflexión sobre el universo y el infinito que se alza sobre nuestras cabezas, pero no. Ignorar esa realidad misteriosa y sobrecogedora es lo que la religión hizo durante miles de años, y de aquí es que surge el valor de sus cavilaciones. Leerlo hoy me remonta a un momento vivido hace 40 años, era yo un niño, cuando encerrado en mi cuarto tuve mi primera crisis existencial, leyendo una cartilla de ciencias en la que se explicaba la composición del sistema solar y se decía que el universo era una cosa de la que no se sabía el tamaño, que no tenía limites, y, lo más aterrador, que estaba en permanente expansión. Un abrazo y gracias. PDTA. Esos paseos por el universo incierto hacen que nos refugiemos en la seguridad de nuestros hogares y de nuestros corazones, para confiar en que todo va a estar bien.
Todo es fabulantastico