Este año el tema de la transición demográfica en el país se ha discutido ampliamente. Las cifras muestran cambios más acelerados a los que se habían esperado. Este año se registró la cifra más baja de nacimientos ocurridos en la última década (2015-2024) y los colombianos jóvenes continúan emigrando a otros países.
Cesar Caballero, en su última columna, invita a una discusión de la demografía desde la alegría por haber logrado avanzar en ciertos temas que impactan la transición demográfica y propone que el tema se asuma en términos de retos para enfrentar los nuevos cambios.
Sin lugar a duda, la transición es un reflejo de avances sociales del país y es positiva la invitación a mirar el tema de cara a los enormes retos asociados al cambio demográfico, sin embargo, también es válida la preocupación por la debilidad institucional para enfrentarlos.
Es un logro social que la edad a la cual una mujer tiene su primer parto esté aumentando y que la mortalidad infantil siga cayendo. Lo primero como lo señala Caballero es un reflejo del mejor nivel educativo de las mujeres y la segunda de los avances en materia de salud. También es un progreso que la esperanza de vida de los colombianos haya aumentado.
Lo que preocupa de la transición es su velocidad y la falta de capacidades institucionales para enfrentarla. Soraya Montoya en un evento de El Tiempo, señalaba que la transición demográfica de Europa duró 200 años, la de Colombia menos de 50, sin embargo, en esos países, al igual que en la mayoría de los países de la Organización para la Cooperación Económica (OCDE), primero crecieron su producto interno bruto per cápita y luego la esperanza de vida, es decir, primero se enriquecieron y luego envejecieron.
En el país no ocurrió así. La economía no está creciendo lo suficiente y las instituciones públicas y privadas no se han preparado para asumir un país viejo. En el año 2070, el 36% de la población sería mayor de 60 años y solo el 12% serían menores de 14 años. Preocupan las familias más vulnerables, sin pensión.
Los retos implican cambios en todos los ámbitos y en todos los niveles de gobierno, entre otros, en la salud y cuidado para el adulto mayor, en la flexibilidad del mercado laboral y educativo y en el diseño de las nuevas ciudades.