Por: Martha Rotavista
¿Vieron al profe colombiano a quien se gozaron unos estudiantes de no sé qué municipio mientras trataba de dar su clase por internet? (Si no lo vieron les cuento: un profe dando su clase en línea y un ‘chinito’ diciendo que nada se escuchaba, dándole supuestos comandos para activar el micrófono y el profesor preocupado buscando. Obviamente todos le escuchaban, era solo para burlarse del docente por su poca práctica en estas nuevas tecnologías).
Pues bien, sé que probablemente ninguno de esos muchachitos leerán esta columna, porque seguramente estarán cazando pokemones, fumando hierba en el parque para hacerse los malos de la cuadra o metiéndose pepas con la platica que les dan los papis…pero a ver, sino quieren progresar en la vida es cosa de ustedes, pero en serio no hagan ‘el oso’ haciéndose los simpáticos, cuando su humorcito no les da ni para contar chistes en un bus y ganarse una moneda de $50 (eso sí, si les preguntan por la vida que sueñan se ven ricos, famosos, bendecidos y afortunados, ¡pobres tontos!).
Es normal que no sientan empatía por un hombre que, buen o mal profesor, hace su mejor intento por cumplir con un servicio por el que sus padres pagaron para que supuestamente sean algo en la vida, aunque evidentemente esa platica se perdió.
A leguas se ve que no van a pasar de ser unos perdedores, que en vez de solidarizarse se hacen ‘los charros’ (los veremos de adultos chillando porque no hay trabajito, porque imagínese si la vida está dura para todos, no quiero pensar para ustedes que no muestran ni un mínimo grado de madurez, empatía y menos inteligencia, en situaciones extrañas y extremas como la que actualmente vivimos).
Es claro que esta pandemia además de valores y esfuerzos, dejó ver que aunque mucho se habla de tecnología, Colombia tiene aún un amplio camino por recorrer: falta dotación y tristemente algunos de los que la tienen no quieren estudiar y padecen el ‘síndrome de payasos frustrados’ (como no pagan el estudio “lo que nada nos cuesta, volvámoslo fiesta”, decía mi madre). Ponen poco cuidado, hacen siesta mientras el profe trata de explicar por medio de la pantalla y les vale huevo lo que quieren enseñarles y los esfuerzos que se hacen para esto. ¡Ahhh y cuando pueden ridiculizan al profesor!, pero cuando tienen que protestar, tener sentido crítico o cuestionar algo de manera coherente, ahí si llaman a sus ‘acudientes responsables’ porque la cabecita no les da.
Tal vez ustedes no sepan que según cifras de la UNESCO (¿si saben qué es la Unesco? Hmmm…se los aclaro por si las moscas: es la Organización de las Naciones Unidas para la Educación) cerca de 1370 millones de estudiantes se han visto afectados por el cierre de colegios y universidades, y propiamente en Colombia un estudio del Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana, reveló que el 96 % de los municipios del país no pueden implementar clases virtuales porque al menos unos 10 millones de alumnos de colegios públicos no poseen computador o internet en su casa…imagino que muchos de estos niños y jóvenes, quisieran al menos recibir una clase semanal, ellos no pueden y los que pueden no las aprovechan ¡qué cosas!
No es secreto que mientras un virus nos hace cambiar la forma de relacionarnos y de concebir el mundo, la mayoría de docentes tratan de reinventarse, de llegar a los estudiantes, de aprender y de verdad de enseñar algo, pero, ya lo dijo el profe que mencioné al principio de este texto: “la educación es el servicio más extraño, la gente paga y no la quiere recibir”. ¿Yo qué puedo decir?… ¡Estudien vagos! Que jóvenes no se van a quedar toda la vida, pero al parecer ignorantes sí.
Una broma cruel, sí, pero una broma. Una broma que nos permite pensar también en los deslices éticos sostenidos por el sistema educativo en Colombia. No debe ser la respuesta de los adultos utilizar un lenguaje que degrada, envilece y maltrata a los jóvenes estudiantes (como los utilizados en esta columna), por el contrario, reconociendo una situación injusta como esta, el ejercicio de una sociedad sensata es aprovecharla como un acontecimiento pedagógico, que nos permita pensar, conversar, reflexionar, cuestionar y cuestionarnos en nuestro ejercicio educativo, en nuestro lugar como formadores; sin embargo poco de esto he escuchado o leído, abunda si, la indignación explosiva en las redes sociales, los señalamientos desproporcionados de los adultos hacia los jóvenes, que en poco o nada ayudan a que sean ellos y nosotros mejores ciudadanos, mejores personas.
Que bien, desnudar un incidente laboral, de un Docente, que con su ética profesional, quiere llegar a un grupo de estudiantes.
El abordar , la estrategia pedagógica: » virtualidad» y no educación virtual , también desnuda, situaciones para las cuales el país, no estaba preparado.
Siempre con temas tan acertados ,los niños no estaban solos se lo aseguro los padres celebrando sus insolencias y sin disciplina porque es la generación dónde los niños mandan y consiguen lo que quieren a punto de pataletas
Lamentable y triste realidad, estas son las generaciones que en unos años habrán de tomar las decisiones y el timonel ; esperemos que el paso de la vida los transforme y haga de ellos ciudadanos con sabiduría y responsabilidad.
Esos son los valores que como padres, les estamos enseñando a nuestros hijos, por que recuerden…. LA EDUCACIÓN COMIENZA POR CASA… María E..
Hola Martita, cómo te ha ido ? Que te puedo decir, lo de siempre, muy atinados y precisos tus comentarios. Resumiendo, como dicen por ahí: “ Estas en lo Cierto “. Un fuerte Abrazo.