POR LUIS GARCÍA QUIROGA
Cuando vemos a ciertos dirigentes de Pereira clamando y reclamando soluciones por la caótica movilidad vial en el corredor Pereira-Cerritos, es necesario preguntarse: ¿Por qué apenas ahora?
Hay una discusión sobre si lo que se requiere son más vías o menos carros ocupándolas. O más cultura ciudadana. O más transporte público cómodo, ágil y eficiente. O más transporte intermodal (bicicleta, peatonalizar, cable, tranvía etc).
La discusión involucra los cuatro componentes clásicos de la movilidad: la vía, el peatón, el conductor y el vehículo. Le he dicho a mi amigo el ingeniero de vías Carlos Iván Rojas, que es necesario incluir las rutas faunísticas silvestres y la autoridad que regule, oriente y haga respetar las normas.
En ciertas zonas con densidad de bosque (Combia, Altagracia, El Tigre) los animalitos llevan en su genética rutas ancestrales (iguanas, serpientes, guatines, chuchas, armadillos) y son literal y criminalmente aplastados por los carros porque Carder no ha diseñado puentes elevados para animales, como los hemos visto en la vía de Medellín a Santa Elena.
Hagamos un sobrevuelo de la historia reciente del corredor vial Pereira-Cerritos:
La Avenida Sur arrancó en 1978 del Terminal de Transportes y en el 84 llegó a la entrada del barrio El Jardín. Y de allí por Valorización se hizo la calzada norte (costado de AlKosto) hasta el Batallón (quebradas La Parida) sobre las fincas de Jacinto Ilián y Francisco Restrepo en canje por el gravamen de valorización. Luego en 1985 se avanzó de La Parida hasta el puente elevado en la entrada a Cuba, hoy vía de Megabús.
La calzada Sur (costado donde está el Comando de Policía) se finalizó en 1996 desde El Jardín a Cuba y se inauguró como Avenida de las Américas. Luego vino la traumática ejecución de la Avenida La Independencia que termina en la chambonada de glorieta en Corales donde confluye caóticamente una distribución vial que nos quedó grande.
La doble calzada Pereira-Cartago se inició en 1987 desde el puente de la Villa hasta el Liceo Inglés y se finalizó en 1988. Luego en el 90 se avanzó hasta la entrada 4 de Cerritos (antiguo Ché Papú). Después Mintransporte avanzó hasta Malavar. Luego hasta Suzuki y de allí en 2002 arrancó la fatídica Concesión de Conalvías hasta La Victoria Valle. Cada tramo tiene alcalde con nombre propio y en otra ocasión los mencionaremos.
Ese corredor vial es una vía nacional a cargo de Invías, que va hasta La Victoria y conecta con la autopista a Cali y Buenaventura, pero con un fuerte impacto de movilidad sobre Pereira, Cartago y los municipios del Norte del Valle, según pudimos apreciar en la reunión presencial realizada en Cartago la noche del pasado martes 10 de noviembre a la que fui invitado.
Quien escribe también ha sido escéptico con la capacidad de hacer del sector público, pero debo decir que estoy gratamente sorprendido con los ingenieros Juan Esteban Gil y Guillermo Toro, director general y director técnico de Invías quienes presidieron con el senador Abraham Jiménez, también ingeniero civil, la socialización del modelo público para el peaje de Cerritos la noche del martes.
Allí estaban juntos como los dedos de la mano (diferentes pero en un solo puño) alcaldes, empresarios, Invías, gobernación y parlamentarios del Valle. En ese tramo que va desde El Pollo hasta La Victoria, el Valle tiene 70% de la vía y Pereira el 30%. Ellos están de acuerdo con no reconcesionar a un privado. Quieren ejecución de obra pública de todo lo que no hizo el concesionario privado que se quebró después de recaudar dos billones de pesos en 20 años.
Está claro que a nuestros dirigentes políticos y gremiales durante esos 20 años les faltó peso en la cola para hacer valer los derechos de los pereiranos sobre esa vía que además de la inmovilidad, deja saldos trágicos, como alguna vez preguntó la ingeniera Martha Alzate Hincapié: ¿Quién cuenta los muertos en esa vía?
Ellos, los vallecaucanos, después de haber perdido tanto como nosotros, tienen mucho más para perder y por eso apoyan el modelo de Invías con los gobernadores de Risaralda, Valle y alcaldes de Pereira, Cartago, Obando y La Victoria. Ya no creen en lo privado. Nosotros, por fortuna, no todos (apenas un sector empresarial sigue hablando del sexo de los ángeles) y parece que perderá el pulso.
Supe que Invías ya tiene decisión tomada con respaldo de más arriba. Que el bloque parlamentario del Valle y la gobernadora Clara Luz Roldán apoyan plenamente a Invías. Que el gobernador Tamayo también. Que el alcalde Maya y los del Norte del Valle están jugados con el modelo y han adquirido compromisos.
En relación con las obras de nuestro tramo El Pollo-Cerritos, Invías espera que el alcalde Maya aporte los diseños de las intersecciones de Galicia y Ukumarí que van en el proyecto de la paralela Mercasa-Ukumarí, (de la que hablaremos luego) ellos hacen las obras.
Por su parte, la solución vial de El Tigre, que tiene un diseño del ingeniero Augusto Ramírez Roa, de una oreja y paso bajo nivel en el puente actual, está en negociación con Invías con vistas a ser ejecutado en 2021, previa socialización con la comunidad de El Tigre, como me lo aseguró el ingeniero Toro, quien me dijo que no levantarán los resaltos ni harán obras que no garanticen técnicamente la seguridad vial en El Tigre.
Siempre hemos dicho que lo fácil está hecho. Tenemos que hacer lo difícil, pero si le ponemos palos a la rueda de la complejidad vial, naufragaremos en controversias inútiles que en nada ayudan al rezago en infraestructura vial que sufrimos hoy por hoy, sin valorización, sin concejo municipal y sin claros liderazgos transformadores que es en lo que, desde hace tiempo anda cierto sector de la dirigencia política y gremial de Pereira.
La historia no nos perdonará estos excesos de conveniencia empresarial, ni tanto cálculo político.
La avenida Cerritos que pasa por el Tigre dizque la empezaron en septiembre pasado, pero solo se ven unas estacas con plásticos blancos. Ese es el avance en 6 meses que han corrido.