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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

SociedadGracias y perdón

Gracias y perdón

Por: Olga Caro

Durante el fin de semana el número de profesionales de la salud fallecidos a causa del Covid-19 se elevó a 16 y casi 1.500 más se encuentran infectados con este virus que, en muchas ocasiones, han adquirido atendiendo a pacientes positivos en las clínicas y hospitales, donde han ido sin desfallecer para cumplir con su vocación.  Risaralda ocupa el cuarto lugar en el país con más empleados de este sector infectados, superando al Valle del Cauca, cuyo consolidado de casos es 18 veces mayor.

Esta guerra con un rival invisible ha afectado a más de 90 mil hombres y mujeres en todo el mundo que están en la primera línea de batalla, donde en algunos casos no cuentan con los implementos de protección suficientes para salvaguardar su salud, prácticamente lo están dando todo por los demás.

Tristemente el panorama de estos héroes sin capa es difícil, desde el inicio de la pandemia alertaron por la falta de recursos hospitalarios para la protección de su salud, pero no podemos decir que esto solo pasa en Colombia; en todo el planeta ellos son los más vulnerables, sin embargo, vale la pena centrar los ojos en nuestro país, donde sus pagos por horas, sin contratos fijos, malas remuneraciones, la malversación de los recursos y la falta de infraestructura hospitalaria, son parte de una mezcla que resulta letal.

Pero no hay nada peor que la intolerancia; las amenazas a los profesionales de la salud parecen casi increíbles e inhumanas en un país donde todo se puede, incluida esta actuación infame en medio de una crisis global.  Aquí se envían arreglos florales deseando la muerte de médicos y luego los lloran diciendo que se despide a un héroe.

Los mayores números de contagios en los profesionales de la salud se encuentran en auxiliares de enfermería, médicos, enfermeros, administrativos, personal de aseo y alimentación, personal de farmacia, encargados de terapia respiratoria y fisioterapia; todos ellos arriesgando incluso a sus familias, que también corren el riesgo de infectarse.

Perdón por tanta intolerancia, tantos malos tratos, tantos aplausos vacíos que al día siguiente se transforman en insultos; pero ante todo, gracias por tanto.

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