PENSANDO EN VOZ ALTA.
*Mucha gente conoce mi posición sobre las prácticas sindicales, en particular de los maestros, sobre las cuales he sido un crítico permanente. Pero, eso es muy distinto a la perorata de la derecha que acusa a FECODE DE ADOCTRINAMIENTO. En el magisterio, como en la sociedad hay una variopinta gama de opiniones políticas y confesiones religiosas. Todas intentan influir en la conciencia de niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
Veamos: los que creen en el materialismo, enseñan que la materia es la madre de todas las cosas y que más allá no hay nada. Los espiritualistas tratan de convencerlos del divino acto creador. Yo fui seducido por la teoría de Teilhard de Chardin, purgado por la caverna eclesiástica: nuestro cuerpo, afirmó, es producto de la evolución material, pero en un momento dado-no sabemos cuándo- la envoltura corporal estuvo lista y Dios le insufló el espíritu y de ahí salió esta maravillosa obra de la creación. En materia política, sucede lo mismo, unos creen a ciencia cierta en las bondades del régimen. Otros, más evolucionados, a mi juicio, piensan que Colombia, con raras excepciones, lleva doscientos años saqueada por los mismos que se cambian de ropaje cuando están perdiendo credibilidad y comienzan a llamarse: Cambio Radical, La U, Mira, Colombia Justa libres, Centro Democrático, Movimiento Metapolítico. Hay en el magisterio una muy buena cantidad de docentes que son conservadores militantes y nadie se perturba por ello. También los hay de izquierda, socialdomácratas, liberales gaviristas o galanistas. Lo importantes es que cumplan con el deber.
Ahora bien, muchos maestros conjugan a la perfección el verbo tengo derecho a: tres días libres, reunión sindical, de cooperativa, al descanso en tiempo de trabajo, a salir más temprano, a llegar más tarde, a, a, a. Pero no se les oye decir tengo obligación de: ser muy cumplido, preparar bien mis lecciones, establecer una buena comunicación con mis alumnos y sus padres, a prepararme cada día mejor, a permanecer todo el tiempo en la institución. La sociedad tiene razón en reclamar mayor compromiso de sus docentes oficiales, pero igualmente, debe exigir al estado un trato acorde con la condición de esos profesionales. Porque la calidad de la educación apunta a derechos y deberes para que la ecuación sea perfecta.
Más grave aún, la mayoría de los maestros son izquierda sindical y derecha política, porque en los dos frentes consiguen canonjías.
**Próxima columna, la desaparición de las ciencias sociales.
***Como todo lo que hace el presidente Petro, acertó con el nombramiento del arzobispo de Cali, en la comisión negociadora con los elenos. Hombre serio, responsable, garante de cumplimiento y ni qué decir del llamado a Lafaurie.
Jaime Bedoya Medina