Leer es una maravilla, uno se entretiene, aprende, se transforma.
Hay libros que nos sacuden, que nos hacen pensar distinto, que nos abren puertas que ni sabíamos que existían.
Pero llega un momento en que leer ya no basta, porque lo que uno vive leyendo, también necesita ser contado y ahí entra la escritura como acto de vida, como necesidad, como herencia.
Muchos han leído bibliotecas enteras, han sido autodidactas, han crecido en silencio, han entendido el mundo desde las páginas, pero nunca escribieron y se fueron de esta existencia con todo ese saber y lo peor, no sabemos para dónde y eso, la verdad, es como obtener una cosecha y no compartir ni una sola semilla.
¿Y por qué no escribieron? Pienso que por miedo de no saber cómo empezar, de no sonar “inteligentes”, miedo a ser juzgados, de no escribir “bonito” como otros lo hacen.
Ese miedo lo hemos sentido todos y lo que aprendí es que el miedo no se quita esperando, desaparece escribiendo.
Muchos me han dicho cosas como:
“¿Y si lo que escribo no le interesa a nadie?”
“No sé escribir bonito, me da pena que me lean.”
“Me da miedo que me critiquen.”
“No tengo buena ortografía.”
“¿Y si me equivoco?”
“No sé cómo empezar.”
“¿Y si lo que escribo no está a la altura de lo que leí?”
Y yo les respondo con mi propia experiencia, porque aprendí a escribir escribiendo, atreviéndome, venciendo el miedo.
No sé cómo lo hago exactamente, porque no he sido expuesto a la crítica, pero escribo con base en lo que leo, lo que veo, lo que oigo, lo que vivo. Escribo sobre cosas del pasado, del presente, y hasta cosas futuristas. Y la verdad, ya me hace falta escribir. Este arte se ha convertido en parte de mi vida. Es como respirar, como pensar en voz alta. Es mi forma de estar en el mundo.
Y ahora sé que no estoy solo.
En estos días he visto algo que me llena de esperanza, a un grupo de artistas escritores, reunidos en la “ASOCIACIÓN COLECTIVO DE ESCRITORES RISARALDENSES”, que está haciendo un esfuerzo admirable por rescatar a todos esos escritores que están en sus casas.
Esta asociación los está invitando a salir, a mostrar sus creaciones, a dejar de esconder sus palabras y lo están haciendo bajo un lema poderoso: “Unidos, son más visibles y fuertes que solos”, y tienen toda la razón.
Porque escribir en soledad puede ser hermoso, pero compartir lo escrito en comunidad es transformador.
Desde esta columna hago un llamado urgente a las organizaciones culturales, tanto públicas como privadas, para que los apoyen.
Porque el arte de la escritura no solo entretiene, enseña, genera conciencia, construye paz, y da sentido a lo que vivimos.
Asociaciones como esta merecen respaldo, porque están sembrando futuro.
Y para quienes aún sienten que escribir les da miedo, aquí va una guía sencilla, honesta y sin adornos. No es académica ni técnica. Es humana y para usted, que lee y siente que tiene algo que decir, pero no se atreve.
- Escriba como habla.
No se preocupe por sonar “literario”. Lo importante es sonar auténtico. Si usted habla claro, escriba claro. Si usted habla con humor, escriba con humor. Su voz es suficiente.
- No piense en el lector, piense en usted.
Al principio, escriba para usted. Para entenderse, para desahogarse, para ordenar ideas. Ya después vendrá el momento de compartir.
- No corrija mientras escribe.
Deje que las palabras salgan como vienen. Ya habrá tiempo de editar. Pero si se pone a corregir desde el primer párrafo, se frena la inspiración.
- Empiece por lo que le dolió o le emocionó.
Lo que más nos mueve es lo que mejor se escribe. Si un libro le hizo llorar, empiece por ahí. Si una frase le cambió la vida, escríbala y explíquela.
- No se compare.
Cada quien escribe desde su historia, su ritmo, su estilo. No hay que parecerse a nadie. Hay que parecerse a uno mismo.
- Use el miedo como motor.
Si le da miedo escribir, eso significa que le importa. Que hay algo valioso ahí. Así que escriba con miedo, pero escriba.
- Comparta cuando esté listo, no cuando esté perfecto.
La perfección no existe. Lo que existe es la honestidad. Y cuando uno escribe con el corazón, eso se nota.
Escribir no es para los “elegidos”. Es para los que se atreven. Y si usted ha leído, ha sentido, ha aprendido, entonces tiene todo lo necesario para escribir. No deje que el miedo le robe la oportunidad de dejar huella, un legado.
Porque leer es vivir muchas vidas. Pero escribir es asegurarse de que esas vidas no se pierdan.