Ayer, en la final de la Copa América, el corazón de cada colombiano latió al unísono. No fue solo un partido; fue una demostración de lo que significa ser colombiano, de cómo el fútbol puede convertirse en el hilo que teje nuestra identidad colectiva. A pesar de la derrota, lo que presenciamos fue mucho más valioso que un trofeo: una nación unida, vibrando con cada jugada, compartiendo alegrías y angustias, demostrando una vez más que nuestra fuerza reside en nuestra gente.
Desde temprano, las calles se llenaron de camisetas amarillas, banderas ondeando y rostros pintados con los colores de nuestra bandera. Los colombianos, en cada rincón del país y del mundo, se conectaron a una misma pasión, dejando de lado las diferencias y sumergiéndose en una única emoción compartida. Este evento no solo fue un juego; fue una reafirmación de nuestra identidad, un momento para recordar quiénes somos y lo que representamos.
La derrota, aunque dolorosa, también tiene su propio valor. Nos enseña a ser resilientes, a levantarnos una y otra vez, a seguir soñando y luchando. En esos 120 minutos, vimos reflejado nuestro espíritu, ese que no se rinde ante la adversidad, que encuentra en cada caída una oportunidad para ser más fuerte. El fútbol, en su esencia, es una metáfora de la vida misma: a veces se gana y a veces se pierde, pero siempre se aprende y se crece, lo digo por mi experiencia del año pasado.
Lo que viví anoche con mi familia, amigos y junto a millones de compatriotas fue una prueba de nuestro poder de unión. En cada casa, bar y plaza, se sintió una vibración común, una energía que solo se puede describir como la esencia misma de ser colombiano. Porque ser colombiano es eso: es reír y llorar juntos, es celebrar nuestras victorias y afrontar nuestras derrotas con dignidad y esperanza.
Los jugadores en la cancha no solo representaron a un equipo de fútbol; representan a toda una nación. Cada pase, cada tiro, cada esfuerzo fue un símbolo de nuestro carácter, de nuestra tenacidad y de nuestro amor por lo que somos. Y aunque el resultado no fue el que esperábamos, lo que se logró fue algo mucho más grande: una reafirmación de nuestra identidad y de nuestro espíritu inquebrantable.
Ayer, más allá del marcador, ganamos en algo mucho más importante. Ganamos en unidad, en pasión, en identidad. Nos recordamos a nosotros mismos que, a pesar de las dificultades, siempre encontraremos una razón para estar juntos, para celebrar, para ser colombianos.
En la próxima Copa América, volveremos a vestirnos de amarillo, volveremos a llenar las calles de alegría y esperanza. Porque así somos, un pueblo que siempre se levanta, que siempre encuentra la manera de seguir adelante, con la frente en alto y el corazón lleno de amor por nuestro país. Y eso, es la verdadera victoria.
MAICOL LOPERA CARDONA
Orgulloso de mi ciudad, Pereira.
Excelente percepción de lo vivido para nuestra selección y nuestro país entero se ganó la gloria de ver cómo la selección sabe llegar y darse su lugar y que no le quedó fácil al contrincante lograr marcarle a pesar de tanta ventaja que Dios nos bendiga. 🍾🥂🙏🏽
Maicol me alegra saber de usted que bonita y cierta reflexión felicitaciones mi hermano
Noo esque queda uno sin palabras, eso fue una gran fiesta 🎉🥳 fue maravilloso ver esos palcos llenos de colombianos, vestidos de amarillo y en cada ciudad, y pueblo se sintió el grito de alegría y felicidad,en cada casa 🏠 no esq no perdimos , más Bn ganamos, esa alegría que nos brindaron en cada jugada,
Maicol muy buenos días Cordial saludo
Completamente de acuerdo
No es una derrota es un aprendizaje