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ActualidadLA MISIÓN 

LA MISIÓN 

Por CARLOS VICENTE SÁNCHEZ «Cavisa»

Estando en Cartagena he podido descubrir con un agrado infinito, y una paz bastante inquietante, cómo los escritores más importantes del país y el mundo, abordan con un compromiso estoico los temas más importantes de nuestro agitado siglo desde la literatura, ahondando en posturas políticas claras, en el espíritu humano, en las transformaciones de justicia, sociales y ambientales que se requieren, en los modos como nos relacionamos y solucionamos nuestros conflictos, y en la paz como único sendero. Temas que sin duda están latentes en la vida y que son tratados desde la ficción como plantea Juan Gabriel Vázquez de una forma considerablemente profunda y honesta.

Creo que es ahí a donde se debe apuntar la mirada cuando se habla de literatura, no a los pasquines, ni a las discusiones insustanciales de «pueblo», ni a señalar a otros como responsables de la ineptitud que suelen tener algunos escritores en ciernes, carentes de la capacidad para narrar y abordar con disciplina, seriedad y talento los temas consonantes para nuestra época, y que prefieren en cambio, actuar de forma mezquina, reclamar fama y aplausos por nada, llamar a jurados serios e importantes del país  para exigirles de forma airada, irresponsable y grosera el porqué no ganaron un premio literario, por qué no son famosos, ni leídos, ni reconocidos en sus facebooks. Todos estos son reclamos lamentables e indignos en medio de un mundo que se derrumba y que requiere ante todo, valientes capaces de reconstruir comunidad en medio de este caos mundial, no vampiros acobardados ante la invisibilidad de su propia imagen en las redes sociales. 

Es lamentable cómo en Pereira y otros lugares no menos condenados, tal grupúsculo de escritores pseudo intelectuales, vanidosos y torpes, se dedican a señalar de forma rabiosa a otros como culpables de su incapacidad de ganar un premio literario,  publicar un buen libro que conquiste lectores en una ciudad con un índice de lectura de apenas un libro por año, según reporte de Pereira cómo vamos.

En vez, inundan las redes sociales con sus más baratas discusiones en las cuales de forma irresponsable y cantinflesca, atacan a las personas que poco o nada tienen que ver con su incapacidad de narrar e interpretar el mundo como lo hacen los grandes autores que son convocados en estos espacios universales.

Estas conductas inapropiadas generan mucho daño a ellos mismos que caen de manera casi cómica en el olvido, pero no al devenir literario, ni a la literatura misma de la ciudad, que sabrá  salir airosa a través de voces renovadoras y frescas, capaces de entender que las realidades literarias giran en torno a problemas mucho más delicados que los chismes domésticos e insustanciales que proponen en sus redes los rancios artistas. 

Hoy día debemos bordear en torno a una pregunta mucho mayor que el auto reconocimiento: ¿Qué vamos a hacer para sobrevivir como especie, cómo vamos a configura una verdadera y fuerte comunidad frente a la amenaza del calentamiento global, de una tercera guerra mundial, de la salud mental de nuestros jóvenes y viejos?

¿Cómo vamos a convivir en paz en medio de esta compleja ecuación?

La literatura debe darnos pistas, no alejarnos de las respuestas, y los Artistas serios, como los que veo en este importante encuentro del Hay Festival, saben asumir su rol de visionarios, su mirada estética ha sido afinada por siglos para delatar nuestras propias verdades y asumir el reto de transformar desde el arte y contribuir a que seamos más humanos, empáticos y sensibles con el otro. En términos de Juan Gabriel Vásquez «la literatura sirve para extender nuestras vidas, tan cortas y limitadas haciéndonos vivir otras».

En palabras de Moisés Nahim «cómo vamos a proteger nuestras familias y amigos del futuro en crisis»

Pero hasta eso requiere que todos entendamos que debemos ser ¡buenos artistas y buenos seres humanos! exigirnos y disciplinarnos cada vez más, y dejar de culpar a otros de la falta de técnica, compromiso, talento y obra que aquel que ataca padece.

En lo personal, y aquí pongo un énfasis, considero que cuando un artista señala al otro de ser culpable de sus fracasos, es porque está buscando en el reflejo de ese otro que brilla, una luz en la cual verse, pero que le será ajena para siempre, mientras no logre armonizar su trabajo y entender que la misión del arte en esta época oscura es proteger nuestra humanidad partida. En tanto no se logre dicha conciencia de lo que nos está pasando, seguiremos sumidos en esa caverna oscura de la mediocridad y la arrogancia.

Al otro lado de la caverna los y las  maestras que debemos seguir leyendo, nos muestran necesariamente y con sencillez, la luz del túnel que debemos seguir para avivar el futuro.

Atentamente

Cavisa

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