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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

PolíticaLa Paz Cinco años después.

La Paz Cinco años después.

A finales de 2016, luego de amargas negociaciones y un referendo perdido, el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC firmaron un histórico acuerdo de paz. Cinco años después, el ciclo de violencia en Colombia no se ha detenido. El país continúa enfrentando ataques contra civiles, el asesinato de líderes locales y excombatientes desmovilizados. En  reunión con antiguos miembros de las FARC que han reconstruido su vida y han pasado página a la guerra, conscientes de que esta paz es incierta y difícil

Tras la firma de los Acuerdos de Paz en 2016, unos 13.000 combatientes de las FARC dejaron las armas y se acogieron a un proceso de reinserción a la vida civil. Algunos, incluso, formaron el partido político Farc, que recientemente cambió su nombre a Comunes.

Durante dos años, el país vivió una relativa paz. Pero tras la llegada del Gobierno del actual presidente, Iván Duque, quien cuestionó desde el inicio de su mandato el pacto alcanzado, la violencia aumentó nuevamente. 

Exintegrantes de la antigua guerrilla acusan al mandatario de no respetar el acuerdo firmado por Juan Manuel Santos, su predecesor, y lo responsabilizan de la muerte de unos 280 excombatientes que han sido asesinados desde la firma del pacto. 

«Durante la campaña (de Duque a la Presidencia), la promesa era destruir el acuerdo. Después comenzó, hay que reconocer, una fase de implementación del acuerdo. Pero me parece que el gran problema es que eso es una visión muy limitada», dice Humberto De la Calle, exjefe negociador del proceso de paz.

Recientemente, grupos de exguerilleros han protestado pacíficamente ante las autoridades para exigir más protección, así como el cumplimiento de lo acordado a finales de 2016. 

«El acuerdo tiene seis puntos que son de carácter integral. Reforma rural integral, reforma política, nada de eso se ha hecho. Lo único que se está desarrollando a medias es lo que tiene que ver con la reincorporación de los excombatientes y nos están asesinando», aseguro Pablo Atrato, excombatiente de las FARC. 

Una difícil reincorporación a la vida civil tras dejar las armas 

Para muchos exguerrilleros, la reincorporación a la vida civil no ha sido fácil. Algunos han dejado la selva y se han instalado en Bogotá, la capital del país, pero su adaptación ha sido compleja por las pocas actividades para desarrollar, debido a su pasado, una economía en crisis y una sociedad que no los acepta del todo. 

«La exclusión económica y social lleva a muchos excombatientes a la desesperación. Es un caldo de cultivo perfecto para que las personas justifiquen su regreso a las armas y a la clandestinidad», asegura José Zamora, uno de los excombatientes.

Como parte del acuerdo, cada firmante de la paz recibe un subsidio de 2.400 dólares para llevar adelante un proyecto productivo. Por ello, algunos han puesto fábricas de cerveza artesanal o de confección de textiles asociándose con otros excombatientes. 

En agosto de 2019, Iván Márquez, uno de los líderes de la antigua guerrilla, anunció su regreso a la lucha armada. El mensaje aumentó el temor en la sociedad colombiana de que la violenta historia del país no llegue nunca a un final definitivo.

Recientemente, el partido Farc cambió su nombre a Comunes en un intento de distanciarse del nombre de la antigua agrupación armada, que crea resistencia en ciertos sectores de la sociedad. Un intento de desligarse de aquellos que, a pesar de haber firmado el pacto, decidieron retomar las armas. 

No obstante, muchos exguerrilleros siguen creyendo en la paz. Aunque esta luzca incierta y en medio de una sociedad que no termina de perdonarlos del todo. 

Oscar Cruz Ramírez

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