Por: Lisandro René López Martínez
Algunos ambientalistas han promovido la idea de la oportunidad de una Revolución del Pedal: las bicicletas como activistas de una nueva sociedad centrada en la admiración por el medio ambiente y el paisaje. Según Hugo, mi hermano, “quien pedalea ya no puede ser el que era”.
Para pedalear hay que poseer disciplina, capacidad para convertir el cansancio en energía. La bicicleta convierte a los humanos otra vez en animales sensoriales.
Amantes del pedaleo afirman que montar en bicicleta, en últimas es un desafío a “esas enormes estructuras de poder que forman los Estados, las petroleras, la industria del automóvil y de la construcción, las farmacéuticas, todas ellas en contra del concepto de ser humano autónomo e independiente que la bicicleta simboliza”.
Este vehículo, a diferencia de otros, hace una alianza con el ser humano. El ciclista es su alma y, también es su cuerpo .
Quien anda sobre una bicicleta empieza a pensar de otro modo y agradece la necesidad, y la oportunidad que la bicicleta ofrece de ser actores de un mundo en revolución.
La bicicleta forma parte de un sueño, que no posee ni una ruta, ni un plan prefijado, y cuya esencia consiste en el acto de atravesar el viento con amigos, en pareja o en soledad; es una metáfora de una vida en red, igualitaria y participativa, que propone el espíritu de la contemporaneidad, y de todos aquellos que luchan por la libre circulación de ideas, cultura, saber y amor.
“Quien pedalea ya no puede ser el que era.”
El mundo no se ve igual desde un caballo. Frase que se le atribuye a Napoleon. No se ve igual desde un caballito de acero…