La Vida, asignatura sin contenido preestablecido.

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La vida es como una universidad en la que cada situación es una materia, de la cual sabes el nombre, pero el contenido lo pones tú, sin embargo, en una universidad el profesor dice las reglas al inicio del proceso de formación. En la vida las reglas del juego van cambiando y hay que descifrarlas, las buscamos en la fe, en la ciencia, en la palabra, en la lectura del contexto y en la inspiración profunda del pensamiento.

Cuando era niño el sistema de salud me ordenó usar gafas con lentes gruesos, yo pensaba que veía muy bien porque lograba enhebrar una aguja sin mayor esfuerzo, aún no olvido que el primer día que mi madre me convenció de llevarlas puestas porque eran muy bonitas y me hacían bien para mi salud, nos encontramos a una mujer joven y simpática en la puerta de un ascensor, quien dijo “con esos ojos tan lindos y ya con gafas¡¡¡”, esas palabras resonaron en mi mente, empecé a pensar que mis gafas dañaban mi imagen infantil, me sentía muy incómodo.

Yo iba al oftalmólogo una vez cada año y el profesional me explicaba que la miopía era una enfermedad crónica, incurable y progresiva; es decir, inevitablemente estaría condenado a ser ciego, lo cual no era muy bueno en esa época en que la tecnología no estaba tan avanzada y la sociedad era demasiado excluyente; así que utilicé lo que estaba a mi alcance para cambiar esa realidad, un niño de unos 9 años tendría que ser escuchado en sus oraciones por un Dios amoroso y generoso que siempre garantizaba que ganara los años aunque dedicara poco tiempo al estudio, sin embargo no llegaba la respuesta esperada de lo alto y la enfermedad seguía avanzando.

Como a los 13 años de edad pensé que la solución estaría en el conocimiento, así que fui a buscar en los libros reciclados que vendían en los andenes de las calles de Armenia, encontré el título mágico “CÓMO VER BIEN SIN ANTEOJOS”, llegué a casa con una bolsa blanca en la que envolvía mi nuevo gran tesoro, no quería ni comer antes de empezar a buscar la cura mágica para esta enfermedad y sin tardar mucho comencé a hacer los ejercicios de gimnasia ocular tal como decía el libro.

Así fue como llegué optimista a mi siguiente cita de control con el oftalmólogo, quien dijo “parece que no estas usando las gafas, la enfermedad ha aumentado”, yo miraba a mi madre como diciéndole no le digas nada. Ella me miró sonriendo como quien demuestra tener la razón frente a la desobediencia de un hijo terco y dijo “él dice que con los ejercicios de un libro se iba a curar, explíquele por favor que no es así”; el profesional como toda una autoridad en el campo, me indicó que “no todo lo que está en los libros es verdad, los libros los escriben personas y tambien mienten y se equivocan”, para mí eso no podría ser real, los libros deberían tener verdades confirmadas, reales, no podrían mentir.

Me generó la duda sobre la efectividad de aquella terapia, aunque nunca dejé de hacer los ejercicios. Pasados los años, ya siendo adulto funcional o mejor dicho un joven estudiante y trabajador, me entere que existía una cirugía que estaba mejorando en un porcentaje muy considerable la visión de los miopes, existía el método manual con bisturí y el de rayos laser, pero la cirugía era muy costosa, parecía inalcanzable, no obstante, con el tiempo supe que la cirugía llegó a tener un costo que se podría pagar con mi prima de fin de año; así que me hice la valoración inicial, salí apto para la cirugía y me hice hacer el procedimiento quirúrgico, fue toda una odisea porque no tenía quien me cuidara los días de incapacidad y tendría que estar en una habitación oscura sin exponerme ni un momento a la luz del día, en mi cuarto de estudiante en un edificio. Pensé que no podría comer durante tres días, pero apareció una estudiante vecina Melissa quien estudiaba Carencias Ambientales, ella facilitó que yo hiciera un acuerdo con la señora del apartamento donde ella alquilaba cuarto y todos los días me llevaba las comidas hasta la habitación, así las cosas, toda esta asignatura se cerró con resultado favorable en unos increíbles 8 segundos que duró la cirugía se hizo lo imposible, cuando vi las cosas en su real dimensión y colores nítidos, ese fue un maravilloso regalo.

Esta realidad no surgió de un momento a otro, durante décadas fueron cambiando las reglas de juego hasta que lo imposible se volvió probable, posible y luego fácil, la realidad fue mutando de una época a otra, de una situación a otra, de una alternativa a otra y así fue como se llenó el contenido temático de esa asignatura, así fue como el error y los resultados fallidos se convirtieron en una constante durante tantos años. Así son las asignaturas de la vida. Intentamos, buscamos, analizamos y hasta sufrimos, pero al final cuando se resuelven los asuntos decimos ¡tan fácil era resolverlo!

Nuestra generación ha vivido de todo, el cometa interestelar Oumuamua, «mensajero de lejos que llega primero» pasó cerca de la tierra en el 2017, los intentos de paz de conflictos que se creían interminables y los inicios de nuevos conflictos que se creían extintos,  la llegada de artefactos a Marte, la existencia de un telescopio que nos cuenta los secretos inalcanzables para el ser humano, el internet, las redes sociales, el celular, los impactos del cambio climático, el primer gobierno de izquierda de Colombia, la muerte de un Papa y la existencia simultánea de dos Papas y de una reina de un linaje antiguo en un mundo moderno, eso y muchas otras cosas. Una pandemia que encerró a todo el mundo y amenazó el progresivo proceso de globalización que también sucedió en nuestra época.

Cada situación marca diferencias en las reglas del juego, cuando estas cambian, a veces estamos tan conscientes que logramos encontrar el camino para resolver las materias atrasadas de la vida, en otras ocasiones las soluciones pasan desapercibidas y seguimos con contenidos y exámenes pendientes de ser aprobados.

En este preciso momento la existencia de una transición de poderes políticos en Colombia se constituye en otra forma de cambio de reglas que debemos comprender para que nos permita solucionar aspectos pendientes del contenido de nuestras vidas. Como ha sucedido en todas las transiciones de gobierno, las posguerras y postpandemias son momentos propicios para construir realidades diferentes.