En el anterior artículo expuse pequeños detalles acerca del maltrato que ocasionamos al idioma y quizás algunos lectores quedaron inquietos.
Sería imperdonable no despejar dichas dudas. El ejemplo concreto fue el del uso inadecuado del WhatsApp, el saludo tan usual con el “ola como estas” quedó en el imaginario de muchos, como adecuado, sin embargo, en esa línea de comunicación no encontramos un saludo, solo nos enfrentamos a observar una ola, porque lo correcto sería verlo expresado de la siguiente manera: “Hola, ¿cómo estàs”? En esta frase estamos mostrando interés por un interlocutor(a), deseamos conocer su estado, pero, viene la respuesta de este con el mismo descuido, ya que responde: “bien gracias a dios”. Se nos olvidó usar adecuadamente las reglas ortográficas. Se borró para siempre el uso de las mayúsculas. Ese dios minúsculo, es eso, minúsculo, porque el título que se le otorga a Dios, hacedor, se debe expresar con inicial mayúscula, aunque no profesemos ningún credo.
La acentuación es uno de los aspectos que permanece en cuidados intensivos y qué decir de los signos auxiliares, ya que son dos los signos de interrogación, dos, los de exclamación. Ya no cobran sentido.
El detalle está en crear hábitos lectores. La lectura nos permite naufragar por esos espacios que describe el autor, ser parte de la historia, fantasear, nos identificamos y hasta lloramos. La palabra, crea. No sucede lo mismo con la televisión, el cine o las series que abundan. Ellas nos presentan todo, no hay expectativas, como las que ofrece un buen libro de literatura. El ser humano dejó de sorprenderse.
La única forma de aprender a puntuar, es leer. La lógica no sólo la encontramos en las matemáticas, si uso la lógica mientras escribo, podré puntuar adecuadamente. Al escribir, me leo, porque debo revisar las omisiones o repeticiones. En ese ejercicio comienzo a comprender esa importancia de la puntuación.
Frente al lenguaje verbal quiero dejar una reflexión sobre ciertas expresiones que merecen ser analizadas, como: “Él, estaba detrás mío”, o “estaba delante mío”. Siendo detrás, un adverbio y mío un posesivo, es incorrecta esa afirmación. No se deben combinar. Lo ideal es: él estaba detrás de mí o él estaba delante de mí.
Cuando pretendemos aclarar una situación usamos la expresión “Más sin embargo” o “pero, más sin embargo” una mezcla de conectores. ¿Considera usted como lector que es necesario redundar de esa manera, cuando es más preciso, decir “Sin embargo?”.
El camino es largo. Este recorrido apenas comienza y es pertinente realizarlo bien.
De acuerdo. Una de las razones por las que se deterioran las relaciones interpersonales, es la poca claridad en lo que pretendemos entregar al comunicarnos.
¿Por qué es importante escribir sin faltas de ortografía? La importancia de la correcta ortografía, se encuentra también en el hecho que esta refleja nuestra personalidad y forma de ser.
¿Por qué es importante escribir sin faltas de ortografía? La importancia de la correcta ortografía se encuentra también en el hecho que está refleja nuestra personalidad y forma de ser.
Una buena comunicación escrita permite al destinatario recibir adecuadamente las percepciones que deseamos transmitir o trasmitir.
Una buena comunicación escrita permite al destinatario recibir adecuadamente las percepciones que deseamos transmitir o trasmitir. EL dominio de la ortografía permite organizar y expresar las ideas de manera clara y precisa evitando malos entendidos y confusiones en la comunicación.