Para que exista una buena salud física, ésta debe ir de la mano con la salud mental del individuo, ya que si no se logra este equilibrio, se hará manifiesta a través de lo que conocemos como enfermedad.
Partiendo de esta premisa, desde el momento en que nacemos hasta que morimos tenemos la oportunidad de conocer un sinnúmero de personas que nos traen buenos y malos momentos, pero hay un grupo en especial, que genera desafortunadamente situaciones de incomodidad y sufrimiento, y que es conocido como gente tóxica.
Este tipo de personas las encontramos en todos los niveles: familiar, emocional, laboral, profesional, social y con ellas convivimos a lo largo de toda nuestra existencia, generando lo que se conoce como las famosas relaciones tóxicas.
Esta modalidad de relaciones se da entre padres e hijos, amigos con amigos y amigas, esposas y esposos, empleados con empleadores y así sucesivamente en todos los niveles del marco social en que vivimos cotidianamente.
Muchas de estas relaciones sobresalen porque son conflictivas, maltratadoras, denigrantes, abusivas, humillantes, en donde situaciones como el miedo, la preocupación, la inestabilidad emocional, la envidia, el rencor, el sufrimiento personal, el cambio de temperamento, la agresividad y la baja autoestima, por citar algunos escenarios, son el común denominador de esa existencia.
Como es de esperar, llevar una vida bajo las condiciones de una relación toxica, lo único que puede hacer es desestabilizar al ser humano en su parte emocional, mental y espiritual, lo que conlleva a que su salud física se comience a ver deteriorada, dejándonos ver que muchas de sus enfermedades orgánicas tienen como punto de partida, en gran parte, el hecho de ser partícipes de estas situaciones.
Muchas patologías, como por ejemplo depresión, ansiedad, migraña, trastornos gastrointestinales, padecimientos musculo esqueléticos, alteraciones hormonales, padecimientos cardiovasculares, entre otros, se pueden ver influenciados de manera importante por estás relaciones toxicas, que lo único que hacen es empeorar el estado mental y físico de la persona y que en nada contribuyen a su crecimiento personal.
Es muy frecuente ver cómo en hogares y sitios de trabajo, donde existe algún tipo de conflicto de cualquier índole, las relaciones entre los miembros de esa comunidad se tornan tensas y pueden llegar hasta fracturar la relación entre los integrantes de la misma, volviéndose un ambiente hostil y pesado, que se va a ver reflejado en un desorden físico y emocional para todos.
Viene entonces la gran pregunta ¿Qué hacer en este tipo de casos? Pues si bien es cierto que el ideal sería primero que todo aislarnos de las personas generadoras del conflicto, y así cortar con estas relaciones, también lo es el hecho de que en muchas de estas situaciones, este método que parece tan sencillo no se puede aplicar porque cada caso es muy particular.
Pero lo que sí se puede hacer es tomar una seria decisión en cuanto al tiempo que quiere continuar con este tipo de relaciones y cómo más la piensa soportar. En este punto del tema, algo muy importante, la persona debe ser realista del deterioro que va a seguir sufriendo su cuerpo, su mente y su autoestima con las consiguientes consecuencias para su salud.
Así pues, que la decisión es suya y de nadie más, eso es lo que se llama el despertar de la consciencia.
Gracias dr Guacaneme por esta reflexión tan importante. Un abrazo!!