Es cierto que por muy lector que sea una persona, el tiempo siempre será insuficiente para lograr leer todos los libros de su gusto. La vida no le va a alcanzar. Si a esto le sumamos la ideologización, estamos dejando de lado arbitrariamente lecturas que por sus autores no están de acuerdo con nuestra posición ideológica, nos privamos del placer de leer un buen libro escrito por un excelente autor.
Hago referencia a estos casos con un ejemplo bastante representativo como lo es William Ospina. Escritor, ensayista, columnista tolimense. Entre sus obras tenemos: En busca de Bolívar, Ensayos, El país de la canela, Ursúa, La serpiente sin ojos, Pa’que se acabe la vaina, ¿Dónde está la franja amarilla?, Guayacanal, Pondré mi oído en la piedra, La lámpara maravillosa, donde crece el peligro. Ganador del Premio Nacional de Poesía (1992), Honoris Causa del doctorado en Humanidades de la Universidad del Tolima (1999). En 2008 recibió doctorado Honoris Causa de la Universidad Santiago de Cali (2008). Galardonado con el premio Rómulo Gallegos (2009).
Personalmente es uno de los autores que más he leído, no solo por su estilo de escritura, sino por el rigor en sus investigaciones históricas. Actualmente es uno de los escritores más polémicos y criticados por sus posturas políticas, que a lo largo del tiempo ha ido cambiando. Por ejemplo: apoyó la revolución bolivariana de Hugo Chávez, de quien dijo: “bien podría haber hecho algo mucho más profundo y perdurable que inventar el socialismo del siglo XXI. Es posible que haya inventado la democracia del siglo XXI”. En el 2013 escribió la segunda oración por la paz, que fue leída por le senadora Piedad Córdoba en la plaza de Bolívar de Bogotá. En 2022 sorprende con su nueva postura radical de política cuando entra a respaldar la campaña presidencia del exalcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández, quien le ofreció el Ministerio de Cultura y Ambiente al fusionar estas dos carteras. Asesor en la segunda vuelta de la liga de gobernantes anticorrupción-
Debido a este cambio de postura, muchos de sus más fervientes lectores se sintieron engañados y decepcionados, incluso, nunca se ha aclarado la verdadera razón de su apoyo a un personaje tan excéntrico y de tan claras evidencias de corrupción como Rodolfo Hernández. Lo cierto es que buena parte de la intelectualidad colombiana, quedó en vilo por estos cambios tan abruptos de posición ideológica, donde su prestigio académico ha estado en el ojo de la crítica.
Independientemente del cambio de postura del escritor Ospina hay una línea transversal a cualquier cambio y es: ser un excelente escritor, poeta, investigador social. También considero que, a pesar de todos estos cambios, invito a seguir leyendo sus obras, con los ojos del lector que disfruta de la lectura de un buen libro, cualquiera haya sido la época en que haya sido escrito. Por ejemplo, El país de la canela, excelente libro que narra el descubrimiento del río Amazonas por parte de Francisco de Orellana, donde aparece como personaje Lope de Aguirre, un conquistador español, cuya cantidad de crímenes aún no han terminado de contarse.
Si miramos a William Ospina, con la óptica de haber traicionado ideales, solo tendremos una visión sesgada donde el único perdedor va a ser el lector. La objetividad no se puede perder porque el escritor no continúe con una postura política igual a la nuestra. Estas posiciones son sectarias y no corresponden a los propósitos de un verdadero lector.
JAIRO ARANGO GAVIRIA
diciembre 2024