Claro que es imperante que los colombianos debemos abanderar y defender el derecho a la salud; si es necesario, debemos manifestarlo, expresar y hacer saber nuestra inconformidad, lo que queremos que cambie, lo que no funciona y esta mal. La salud es un derecho universal, un derecho de los seres humanos, que deberían garantizar todas las naciones y mandatarios. Buscar una salud digna no debe ser un argumento de división, ataques y mucho menos violencia, es un imperativo común que debemos defender todos los colombianos, mucho menos debe prestarse para polarizaciones y discursos políticos amañados, con intereses económicos o particulares, acá no caben los egos ni la soberbia individualista de unos pocos. Bienvenidos los debates, las discusiones y los argumentos. Colombia con muchas dificultades ha venido avanzando en su sistema de salud, pasando del antiguo y obsoleto Seguro Social que terminó en un enorme foco de corrupción al inicio de los años 90s, después con la reforma a la salud, las entidades promotoras han sido grandes artífices de la salud desde hace 30 años. Sin embargo grandes grietas e inconformidades se han venido presentando, la falta de control del estado, y la ineficiencia de algunas Eps frente a la atención, manejo de recursos y capacidad de respuesta a los usuarios, han convertido a la salud, más que un derecho, en un negocio. Dicha intermediación donde muchas Eps subcontratan servicios, limita la atención efectiva a los colombianos. Problemas detectados donde la Supersalud termina siendo estéril a las respuestas requeridas, la convierte en un perro guardián, pero mueco, sin dientes. En la intermediación, los privados por naturaleza buscan la maximización de la utilidad, un juego peligroso en el manejo de los recursos, donde las Eps administran los dineros entregados por los colombianos con mucho esfuerzo, adicionando un 10% de administración, sin embargo, la insatisfacción es constante. La utilidad de las EPS es apetecible por muchos sectores, sin embargo, a muchas no les alcanza para ponerse al día con el pago de los prestadores primarios como clínicas y hospitales, lo peor aún, muchas tienen un deplorable manejo administrativo y financiero como el caso de Saludcoop, Café Salud y Cajanal Eps, que las llevó a la quiebra. Sin embargo, no podemos generalizar o estigmatizar a todas. También existen Eps que han tratado de hacer el trabajo bien hecho, con excelente personal humano y eso lo pudimos comprobar en uno de los mayores retos que haya podido afrontar el país y la humanidad, la pandemia del Covid-19. Los colombianos en cabeza del señor Presidente y la Ministra de salud, debemos partir de unos postulados mínimos: Estamos de acuerdo que existen muchas fallas, que es importante mejorar el modelo de salud, acabando especialmente con la intermediación que se convierte en mal servicio y un gran riesgo de viabilidad administrativa y financiera para las clínicas y hospitales. También estamos de acuerdo que la superintendencia de salud debe ser reformada, con más dientes de control y vigilancia. Sin embargo, también debemos ser sensatos y se debe reconstruir sobre lo construido ya que la infraestructura de salud en nuestro país es buena, sin embargo, los procedimientos y la operatividad debe ser ajustada y sin lugar a dudas debemos premiar los buenos prestadores y ser implacables con los malos. El gobierno tiene una gran responsabilidad, que debe ser asumida con argumento, debate y altura, escuchando a todos los sectores, convenciendo sobre las bondades del nuevo proyecto, dejemos que el Congreso haga un debate democrático, con argumentos, de cara a los colombianos. No está clara la figura de atención prioritaria por parte de los entes territoriales, esto debe ser planificado o puede abrir puertas de corrupción. El llamado al Presidente es a la prudencia, a liderar procesos, no ser incendiario, el llamado es por la unidad de la salud de todos los colombianos.