Fundado el 9 de febrero de 2020
LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadLos dueños de todo, en su Ley

Los dueños de todo, en su Ley

Juristas de todo el mundo se dan cita en Barranquilla, Colombia, para realizar sus cavilaciones sobre cómo es que han logrado tanto, brindando tan poquito de su exigente oficio y estando por encima de sus desafíos éticos. Un leguleyo de resonancia por aquí, dijo que esos negocios no demandan de ética, porque lo importante es el ardid, la estratagema y su delirio por el billete. «Que todos denuncien: eso engrosa este mercado de los apostadores judiciales y ensancha los negocio», escuchó un grupo de incautos en un aula de esas, donde adiestran perros bravos para las judicaturas.

Y como abogados tiene el diablo, pues algunos persisten en celebrar que la sede del nuevo cotarro mundial se destaca por sus peripecias en la delgada línea de la democracia leguleya, consolidando su defensa al Estado de Derecho con el que someten todas las actividades humanas a sus tribunales convertidos en mesas de juego, con grandes apuestas de negociados y transacciones para someter a sus particulares intereses todo lo divino y lo humano. Lo que está a su alcance y lo que no.

Llegamos a la segunda década del Siglo XXI esclavizados por la Ley y cautivos o víctimas de los practicantes improvidentes y perezosos, amos de sus negligencias o bien, sujetos a las marrullas con que se juegan fallos, libran providencias y se toman la sociedad como ese juego en el que siempre tienen vaca amarrada. Nos pretenden consolar con la novedad de que vendrán a suplir o suplantar (como sea) a los que por 200 años han saqueado esto, a su amaño, como si jugaran a administrar sus fincas que crían vacas, pero venden carne de caballo, o de humanos… o cultivaban café, pero solo daban a los suyos berrinches derivados de pasillas, porque todo lo excelso es de exportación.

Improvidentes como en el ejemplo que nos tocó, de un defensor ofrecido que rebuscando las excepciones con que nos defendería en caso de derecho administrativo, exigía (a pesar de haber iniciado prometiendo no cobrar) las resmas de papel y dotaciones de tinta, para imprimir los documentos que nunca allegó: nos enrostró la abogada de la contra-parte con sinuosidad de víbora con este gracejo: «Ah, para lo que sirve su abogado, que ni siquiera fue capaz de llegar a tiempo cuando venció el plazo para tus alegatos y se inscribió el mamotreto a destiempo», dijo durante una audiencia de remate de un bien que constituía patrimonio familiar. Quedó en duda si la tardanza en los trámites para descargos y respuesta a las demandas, era por mera lentitud del mensajero o por estar negociando con parte interesada, la torcedura de esa providencia. Y los jueces, como dijo mi madre, ¡siempre fallan!

De los otros hablan sus productos como los carteles de falsos testigos o aún más: el Cartel de la Toga, donde todo juega y la verdad nada, ni la justicia vale. Viven el negocio a sus anchas. Y tienen a clientes y víctimas ¡de rodillas!

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