Siempre que las cosas se ponen color de hormiga, que el destino nos pone a prueba, acostumbro hacerme a la idea de que los cambios nos ponen en movimiento y que las mejores cosas están por venir.
Por dura que sea la prueba, por cruel que sea la encrucijada y por oscuro que sea el túnel, hay que tener sensatez, prudencia y serenidad porque siempre, al día siguiente, habrá un nuevo día.
La clave es la actitud positiva, tal como lo dice el proverbial pensamiento que pide serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar; valor para cambiar aquellas que sí puedo; y sabiduría para conocer la diferencia.
Es verdad que en la turbulencia política que nos rodea, el estallido social que la precedió, la ola de violencia y la sensación de inseguridad que no cesan, es apenas natural el escepticismo creado en esencia, por el clima de desconfianza en las instituciones públicas y los dirigentes que han fallado en la conducción de los destinos nacionales, regionales y locales. El revolcón electoral que estamos viviendo, habla por sí solo de esta verdad de Perogrullo.
En medio del caos político y económico que el país atraviesa, la descomunal deuda externa, la inflación y la carestía son señales contundentes de la real crisis que vivimos apenas aliviada por los precios del petróleo y las remesas (Risaralda recibe 500 millones de dólares). Han sido un salvavidas provisional.
Gane quien gane la presidencia, el sacrificio para el bolsillo de las familias y los negocios -como la muerte, los impuestos y la política- será inevitable.
Ello no es óbice para que, en medio de la zozobra, sea necesario estar preparados para la serenidad, el valor y la sabiduría que las circunstancias exijan.
Conocido el resultado del próximo domingo, para conjurar la crisis, habrá que retomar el camino de la laboriosidad, de la ética y la moral públicas, del esfuerzo empresarial y de los propósitos superiores de la sociedad que hemos construido entre todos. Esos son los aportes que están en nuestro alcance como simples ciudadanos.
Mantener la serenidad es la premisa y el ejemplo que debe venir directamente de la clase política, que históricamente en Colombia, ha sido la chispa de la convulsión y la confusión.
La clase política tiene la oportunidad de revisarse, de cambiar el rumbo de las malas prácticas, de ponerse al servicio de la sociedad y no al servicio de sus propios intereses. Es eso lo que el electorado está castigando en las urnas.
La mayoría de la sociedad no quiere más de lo mismo. Y si no hay cambio, el descontento seguirá creciendo.
El país nacional le dio al país político el más histórico anuncio de que lo único que queremos los colombianos, es ganarnos la vida a la manera antigua: trabajando.
Buena reflexión, invitación a ACEPTAR, la decisión de las URNAS. Respeto por nuestra democracia, que aún sin ser perfecta, es el valor más grande que tenemos y que nos permite ser LIBRES.
Respaldo al próximo presidente de antemano, y buena mar. Bendiciones 🙏🙏
Esa debe ser la actitud,adaptarnos a la nueva realidad como sea que venga.Bendecido día para mi amigo Luis .
Luis, muy buena reflexión; ojalá estemos entendiendo y hagamos una elección que nos permita ser cívicos, prosperar los emprendimientos y ver crecer nuestras familias felices.
Excelente reflexión mi muy querido Luis. Esa es la actitud. Muchas gracias y que así sea. Un triple abrazo y feliz día.