El pasado 13 de marzo se dieron en nuestro país las elecciones al Congreso de la República. El final de la jornada, y estos, los días posteriores, mostraron que dichas votaciones dejaron justo los resultados que desde antes se veían venir: Petro, Fico y Fajardo como candidatos de sus respectivas listas; el Pacto Histórico arrasando en Cámara y Senado frente a los partidos tradicionales (hundido el CD) y, por último, para resaltarle, una pésima actuación de la Registraduría.
Este día, a lo largo y ancho del país la voz de muchos colombianos se alzó en denuncias en las redes sociales, colaborados unos por medios de periodismo independiente y otros sumando simplemente al gran cúmulo de descontento de varios colombianos sin escuchar, todos exponiendo diferentes casos de irregularidades e incompetencias por parte de la Registraduría, entre las cuales resaltaron por comunes: movimientos NO informados de puestos de votación, pésimo funcionamiento y paupérrima cobertura de la página web para averiguar cuáles serían entonces los puntos para sufragar. De manera que no hay pescados ni cañas para pescar. Una vez más Vega Rocha a la vanguardia de la desinformación; él como registrador, y la Registraduría, como garantes de democracia deben, por el cargo que les fue conferido, velar porque la importancia del correcto funcionamiento de los eventos electorales se respete y sucedan estos a cabalidad, sin contratiempos ni complicaciones ridículas e insignificantes como las que ocurrieron. Al registrador se le debe decir que este no es un trabajo de improvisación, es un trabajo de logística.
Después de dado a conocer el pre conteo total de los votos salió a relucir otra joyita, cabezas de lista como Gustavo Bolívar de Pacto Histórico y Gilberto Tobón Sanín de Fuerza Ciudadana denunciaron el entonces presunto y hoy comprobado robo de votos. Tras realizarse el nuevo conteo (suscitado primordialmente por los sospechosos resultados en que boletines de ciertas partes del país no otorgaban información de votación por listas específicas, ni alta ni baja) efectivamente se evidenciaron tarjetones nunca tenidos en cuenta y otros remarcados descaradamente y con su información evidentemente tergiversada, con lo que se comprobó la existencia de nuevas curules y la inexistencia de otras curules ilegítimas antes informadas. La Registraduría de Vega Rocha se dejó meter la mano de los pillos y entregó unos resultados muy ajenos a la intención electoral de los colombianos, sacrilegio patriótico que justificó el registrador como “un error humano”, uno que le restaba solo al Pacto Histórico 490.000 votos (3 curules). Pareciera que el para nada honorable órgano encargado acomodara el panorama para favorecer a unos y perjudicar a otros, con intenciones concretas y específicas.
Aparte de los colombianos engañados, están los colombianos ignorados y timados por la mañosa ética de la Registraduría. Los votos de los más jóvenes, los que recién entraron en su mayoría de edad, fueron los otros votos que se robó la Registraduría. Después de habérseles informado que su documento de identidad nuevo y emitido con cercanía a las elecciones ya estaba inscrito para sufragar y después de que, en efecto, se hubo comprobado en la página destinada para ello dicha inscripción, fueron varios los jóvenes que se acercaron a sus puestos designados con la intención de votar y se encontraron con la sorpresa amarga de no hacer parte del censo electoral.
¿Por qué esta negativa a que los jóvenes votemos? ¿Será porque somos los más conscientes de que Colombia necesita un cambio y conocemos la intrínseca relación entre el cambio y el voto consciente? Todavía no existen estadísticas al respecto, pero inquieta pensar cuánto pudo influir la ausencia de estos nuevos votantes en los resultados globales de estas elecciones. Esto es otro modo de censura, claro y directo, que coarta derechos esenciales de la ciudadanía colombiana y promueve y protege la tiranía disfrazada de democracia.
Finalmente.
Agradezco:
A los incansables veedores que desempolvaron los más de 500.000 votos enterrados por los sepultureros de la Registraduría en el primer conteo. Ustedes salvan lo que queda.
Insto:
A los jóvenes que no les fue permitido votar a acercarse de manera presencial a la Registraduría de sus respectivas zonas a exigir su inclusión en el censo electoral y ser habilitados para participar en las elecciones presidenciales, pues es un deber y un derecho nuestro. ¡Ojo! Que solo hay plazo para hacer estas inscripciones hasta el 29 de marzo.
P.D:
Como bien lo manifestaba Baruch Spinoza hace cuatro siglos, en la política no se debe confiar en la buena voluntad del hombre, de manera que son las leyes las que coartan la actuación de los dirigentes. En nuestro caso el sistema no funciona si no estamos ejerciendo presión sobre ellos, de manera que hay que tomar parte. La Registraduría “del siglo XXI”, la “de los colombianos” no sugiere nada diferente a lo que digo, en su eslogan de modernidad, propiedad y patriotismo resulta medieval y elitista para cumplir con su deber. Aquí no queda de otra, el garante de su derecho a votar tendrá que ser usted mismo, y ojalá que su voto esté dirigido a personajes diferentes a los que presiden este sistema oportunista y retrógrado.
Así es estoy de acuerdo con todo lo que dices, es llamentable lo que pasa en colombia 🥺
Por eso es que está en nosotros, que somos conscientes, cambiar a los que pueden cambiar el país, y eso se hace votando.
Totalmente de acuerdo con críticas a la » Registraduría’, órgano de papel y solo al servicio de quienes han hecho de Colombia uno dr los más desiguales del mundo.
Señor Carlos, es lo que dices una lamentable verdad. Gracias por leer y aportar. Un cálido saludo.