LOS SECRETOS MEJOR GUARDADOS

Por Luis Alberto Rojas Franco

Los secretos mejor guardados son los que están a la vista de todo el mundo, los sucesos que se escapan a la consciencia humana,  ya sea por la pérdida del sentido común, por esa picardía, malicia, desconfianza y apego a la búsqueda de lo oculto, que no deja ver lo obvio, por la complejidad del pensamiento que se ahoga en «conocimientos» que no logra administrar o por la maraña de distractores que nos alejan de la realidad.

Así las cosas, los mayores secretos están en el primer plano de la vida pero por una extraña trampa de la cual nosotros mismos guardamos las llaves y nos convertimos en carceleros de nuestra conciencia. conciencia que debería estar habilitada para ver el mundo de lo obvio pero que se la pasa haciéndole el juego al miedo, la culpa y la rabia al ego que destruye la realidad para exagerar en la estima y que destruye al otro para alimentar el orgullo.

Pero podemos descubrir los secretos en la medida en que nos despojarnos de esa complejidad, alivianamos las cargas y miramos lo más sencillo, lo más próximo, lo que se ocultó en la simplicidad, en la miniatura, en la invisibilidad para que los sentidos entrenados en la percepción de lo material no lo pudieran hallar.

Descifremos pues los secretos de este mundo, el propósito de vida que es simplemente vivirla  para que aparezcan las misiones y no gastarla construyendo un propósito o asumiendo una causa que nos impida ser y nos atrape en el campo de la instrumentalización de la propia vida,  es decir que debemos tener un porqué propio y no prestado una razón interna y no ajena.

El segundo secreto es el tiempo, tiempo que no existe ya que en él se esconden la acción y el espacio, de tal forma que la utopía del tiempo ubica nuestra mente en el futuro a través de anhelos o sueños que a veces desilusionan porque no dejaron vivir a plenitud en cada presente que cuando se le mira ya es pasado.

Pero la acción sigue ahí escondida a veces oculta por la pereza, otras veces distraída por los vicios, opacada por el miedo o la culpa y a veces inducida al error, por los impulsos de la emocionalidad humana.

El otro secreto es la riqueza, la que no vemos en lo que somos, la que no vemos en lo que tenemos, la que no vemos en los seres queridos.

Convertimos nuestra sociedad en un mundo de pobres, algunos pobres ricos llenos de bienes materiales, pero vacíos en consideración de su riqueza, de su paz interior, de su amor propio e incluso de la dignidad que han dejado tirada en medio de la batalla por cumplir con su propósito de vida.

También hay pobres sin dinero cuya sociedad les ha pisoteado al punto de no creerse merecedores ni siquiera de la esperanza.

Pobres que no encuentran riqueza en su ser ni en los colores de este mundo hermoso

ni en la increíble luz del sol ni en el fluir del agua ni en el aire que oxigena su cuerpo

Porque la riqueza se ha ocultado a los ojos que anhelan encontrar afuera lo que está adentro y al no hallar riqueza interna el universo les oculta la riqueza material.

La otra riqueza es el amor, el del árbol que nos regala oxígeno, el del abrazo de la mujer y el hombre, en la mirada del perro, el gato o el loro, el de la palabra generosa y afectiva, el de la expresión de aliento frente a los problemas de la vida, el amor del suceso milagroso, el de la consideración, el regalo el amor del alimento y el cuidado, el amor del saludo, el amor de la enseñanza y hasta el amor que hay en el disgusto y en la crítica constructiva.

Ahora ya sabes que a pesar de que no crees en el amor, lo recibes a cada rato y aunque creas que no tienes riqueza, está oculta en ti, solo debes descubrirla aunque creas que no tienes tiempo en realidad, no lo tienes, pero tienes espacio y capacidad de acción, solo eso necesitas.

Hemos recorrido solo algunos de los secretos que se dan frente a los sentidos de lo humano

luego hablaremos del mayor secreto la verdad y la naturaleza.