En Estocolmo, Suecia, en el año 1973, sucedió un hecho que trascendió sus fronteras. Cuatro empleados de una entidad bancaria que era asaltada por dos criminales, fueron tomados como rehenes ante la imposibilidad de lograr su cometido y escapar.
Los rehenes con sus captores permanecieron confinados en la bóveda de seguridad del banco por seis días mientras trataban infructuosamente de negociar con las autoridades suecas. Fueron seis eternos días de encierro en los que secuestradores y secuestrados lograron establecer una cercanía tal que rayaba en la demencia, pues al término del tiempo y a pesar de la amenaza permanente de asesinar a sus reos, los rehenes defendieron a sus victimarios como si se tratara de sus benefactores.
Dicho comportamiento fue catalogado como un «trastorno psicológico temporal» que se origina en una persona secuestrada, que consiste en mostrarse comprensivo y benevolente con las acciones de sus captores, inclusive a identificarse con su proceder durante el secuestro y tras ser liberada. A esto se dio el nombre de SÍNDROME DE ESTOCOLMO…
Hace un par de años escribí un artículo sobre mi amiga COLOMBIA, una compañera de la universidad que mantuvo una relación tormentosa con un déspota marido que abusó de ella de todas las formas: la invisibilizaba, la insultaba, la ultrajaba, le robaba, la golpeaba, la violaba, etc., y, así y todo, soportó ese martirio durante 10 largos años.
El hombre, que era un experto manipulador, siempre encontraba la manera de mantenerla sumisa y contenerla cuando ella trataba de dejarlo. Después de cada golpiza le llevaba serenatas con flores y le compraba vestidos elegantes, o amenazaba con «amarrarse una piola al cuello y arrojarse al río Magdalena» si ella no lo quería (¿a quién le habré escuchado esto mismo?), y ella caía de nuevo creyéndolo arrepentido. En las ocasiones en que se demoraba para regresar de las clases de la universidad, no aceptaba ninguna justificación por el retraso y la golpeaba diciéndole que «no estaría recogiendo café», pero ante las demás personas la trataba con dulzura y apretaba contra sí «sus huesitos y carnitas» de aquella mujer que no podía ocultar el pavor que le inspiraba su devastador.
La tragedia permanente de mi amiga COLOMBIA la conocimos en clases, pues con frecuencia llegaba con moretones en los brazos y hasta en la propia cara, para lo que ella siempre tenía una disculpa argumentando que se había tropezado o caído…
Una vez que mi amiga COLOMBIA tomó la decisión de separarse de su energúmeno marido, los parientes (de ella y de él) y amigos del tipo empezaron a asediarla y a inventar todo tipo de cuentos negativos de ella para hacerle invivible la vida, además, con los días de separación, ella se fue enterando del estado de las finanzas -de la herencia obtenida de sus padres-, y el destino de los créditos hechos para el mantenimiento de su empresa; el hombre sobrefacturó la construcción de unas bodegas y le vendió fraudulentamente otras propiedades a algunos de sus amigos y socios. Aaah, sin contar que cuando el fulano por fin abandonó la casa, se llevó hasta la alfombra roja (esto no les recuerda algo), pero con la desgracia adicional para mi amiga COLOMBIA, que, a pesar de las evidencias en contra de su exmarido que daban hasta para mandarlo a la cárcel, se resistía a creer y estuvo tentada a regresar con él, que se aprovechaba de la inocencia de ella para seguirla cortejando, prometiendo, eso sí, que había cambiado y que, además, no era justo que los hijos estuvieran separados de su padre.
Todo el sufrimiento acumulado por mi amiga COLOMBIA, se asemejaba a la realidad de nuestro país durante los últimos 20 años de gobiernos de influencia directa y tóxica del «presidente eterno: abusos permanentes de poder, manipulación, amenazas, ejecuciones extrajudiciales, corrupción, corrupción y corrupción.
Nuestro país, al igual que mi amiga COLOMBIA, despertó cuando todas las desvergüenzas de sus dirigentes hicieron tocaron fondo. Las desigualdades sociales vividas históricamente afloraron durante el último cuatrienio de gobierno, que aparte de tenerse que sufrir del virus del COVID, el gobierno estuvo dirigido por el más mediocre y desvergonzado de todos los presidentes.
La población que durante décadas permaneció adormecida por el miedo –sobre todo del «fantasma del comunismo»-, el hambre y la desinformación que recibe a diario de unos medios de comunicación que son contratados para engañar, tomó la decisión que se creía que nunca iba producirse: eligió al jefe de la oposición como presidente de la República.
Pero, como sucedió con los secuestrados de Estocolmo y con la ingenua de mi amiga COLOMBIA, existe mucha gente que sigue creyendo todo lo que publican a favor del innombrable los medios prepagos, que lo que hizo fue por amor a la PATRIA y que hay que darle una nueva oportunidad para que pueda concluir lo que dejó empezado. ¡Qué horror!
Son innumerables todos los actos de corrupción que se vivieron desde el año 2002 y que para un país sin memoria es necesario siempre estar recordando: los miles de millones de dólares que se robaron en REFICAR, NAVELENA, ODEBRECHT; sin contar las perlas recientes de Duque: los 70 mil millones del abudeneo, los 500 mil millones en coimas de los recursos para la PAZ (obras inconclusas o no iniciadas), la pérdida de miles de millones de pesos en la repartición de centenares de bienes incautados a narcotraficantes, la corrupción recién destapada de la olla de la UNP (Unidad Nacional de Protección)… no me alcanzaría el tiempo, ni la paciencia de los lectores para detallar cada uno de los robos efectuados.
Esto sin enunciar los actos demenciales como lo fueron los robos de tierras, los desplazamientos forzados, las masacres, los asesinatos de 6.402 jóvenes inocentes que fueron disfrazados de guerrilleros y presentados como muertos en combates a quienes les dieron el eufemismo asqueroso de FALSOS POSITIVOS (todavía están haciendo cola en la JEP militares denunciando casos, lo que podría aumentar el número de muertos).
El asedio permanente que ha vivido el presidente Petro –incluso desde antes de posesionarse-, trataba de ocultar el trasfondo de los que pretendían que todo siguiera igual a lo que nos tenían acostumbrados.
La extrema derecha colombiana está convocando a una marcha el 14 febrero, con la cual intenta prender el fuego de un golpe de Estado contra la primera expresión democrática real que ha vivido nuestro país en sus 200 años de vida republicana.
La extrema derecha abanderada por los despojadores de tierras que se niegan a devolverlas a sus verdaderos propietarios; la extrema derecha que se ha enriquecido saqueando los recursos públicos; la extrema derecha que le ha puesto una cruz en la frente a líderes sociales, a líderes ambientales y a defensores de Derechos Humanos para que sean asesinados, quiere que las viudas y huérfanos (de los dos bandos enfrentados que siempre ponen los muertos), marchen para que se reanuden los enfrentamientos sangrientos en donde son los hijos de los más pobres los que son puestos como carne de cañón; la extrema derecha que se niega a las reformas propuestas por el gobierno y que le da un no rotundo a la posibilidad de alcanzar la PAZ TOTAL, convoca a los mismos sobre los cuales ha puesto su rodilla en la nuca por decenios a salir a marchar en contra del único gobierno que ha revivido la esperanza de construir la justicia social en uno de los países más inequitativo del mundo como Colombia; la extrema derecha, propietaria de la mayoría de los medios de comunicación y que tiene en su nómina a muchos periodistas que desinforman cada día, abre sus micrófonos a mitómanos profesionales que dicen representar amplios sectores de la sociedad.
La extrema derecha, que está montada en el avión que pilotea Petro, anhela que las turbulencias ocasionadas por los vientos que vienen del exterior, hagan caer la aeronave, no entendiendo que ellos ocupan las sillas de primera clase de la misma nave y que serían los primeros en recibir el impacto del golpe.
Mi amiga Colombia logró sobreponerse a todas las dificultades que sobrevinieron después de proclamar su independencia y recobrar su vida, y es hoy una mujer muy exitosa que hizo florecer su casi desaparecida empresa.
—
Todos los grandes cambios están precedidos por el caos».
DEEPAK CHOPRA.
—
Volar no fuese posible si no usáramos la resistencia al viento para elevarnos.
MAYA LIN
—
El progreso es imposible sin cambios, y aquellos que no pueden cambiar de opinión no pueden cambiar nada.
GEORGE BERNARD SHAW