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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadMilei vs. Petro

Milei vs. Petro

«Los polos se atraen» dice una ley de la física y parece que también se aplica a la política. Se sorprenderán ustedes al ver la enorme similitud que hay entre los dos gobernantes más abiertamente opuestos del continente americano, Javier Milei y Gustavo Petro. El primero como exponente de la ultraderecha libertaria y el segundo representante de la izquierda extrema.

Ambos son neófitos en el mundo de la administración pública. Llegan al poder sin experiencia en la tarea de gobernar aunque Petro lleva una ligera ventaja por haber sido primero alcalde de la capital de su país, donde mostró esa misma deficiencia. Los dos gobernantes son outsiders que venían de un efímero paso por el Congreso, un escenario legislativo ajeno a las tareas del ejecutivo y los dos alcanzan la presidencia como parte del nuevo fenómeno latinoamericano —y mundial—  en el que han terminado imponiéndose figuras mesiánicas que hechizan con sus promesas de un cambio extremo y la limpieza del sistema. 

En los albores de sus gobiernos y en términos políticos ambos olvidaron estar al frente de países donde existen procedimientos constitucionales e institucionales que se deben observar a la hora de impulsar profundas reformas. Mientras Petro presenta sus contundentes reformas tributaria, de salud, pensional, política y laboral y expide decretos con fuerza de ley, Milei toma decisiones que modifican el marco laboral, desregulan la economía de mercado, privatizan empresas estatales y derogan normas existentes. Todas estas medidas parten de la creencia obcecada de que deben cambiarlo todo y de golpe, con propuestas no concertadas o con la fuerza de los decretos. Al primero se le caen muchos de ellos y al segundo todos los laborales en los tribunales constitucionales.

Todas estas escaramuzas, que los llevan a enfrentarse con los establecimientos políticos, aceleran el desgaste de su popularidad y les originan serios problemas. Las instituciones harán todo lo posible por resistir, envalentonadas con los reveses jurídicos y legislativos.  Para de ambos gobernantes la luna de miel parece terminar muy rápidamente.

Quizás el grave error que ambos cometen es el de desaprovechar su momento estelar y la enorme popularidad que antecede a su llegada al poder para liderar los cambios estructurales que den un vuelco total a lo que existe. En ambos casos esto se traduciría en profundas reformas a la política —el marco que defiende el statu quo— y de esta manera buscar un nuevo escenario que consolide y proyecte el triunfo logrado. Sin una transformación de la política es imposible alcanzar el cambio prometido. Es cuestión de prioridades. Todos reclaman cambios y es sabido, al menos por la experiencia de los latinoamericanos, que éstos deben adelantarse progresivamente y no de un tajo.

Otro error conceptual es que las mayorías obtenidas en sus triunfos incluyen a muchas personas que no son radicales y que tan solo esperaban un cambio de rumbo. Ambos presidentes parecen haber perdido este electorado. Petro y Milei también olvidan que son los gobernantes de todos y no solo de sus adeptos, que no todos sus gobernados están de acuerdo con sus propuestas y que los países tienen unas reglas jurídicas que deben seguirse para lograr las reformas. Ambos son extremistas sintonizados con su base.

El camino que les espera es muy espinoso. El panorama en el legislativo es similar para ambos. No poseen las mayorías necesarias para adelantar las reformas que pretenden y ante este panorama crecerá la impaciencia y apelarán entonces a la movilización de sus seguidores más entusiastas como mecanismo de presión en un peligroso juego que rompe las reglas de la democracia. ¿Serán capaces de apelar a una constituyente? No parecen tener la fuerza necesaria para alcanzar claras mayorías en ellas.

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3 COMENTARIOS

  1. El espacio en esta columna es insuficiente para profundizar en el tema, que es bien interesante. Es normal que el sistema reaccione al estímulo que generan una y otra posición política (izquierda extrema y libertaria -no derecha ni derecha extrema-). Prefiero revisar los efectos, cuáles han sido las consecuencias de implementar (en un estilo común), los cambios que los hicieron elegir en las votaciones: ¿Qué tan sana está la economía de nuestro país? (negativa), ¿Qué indicadores estamos viendo en Argentina? (positivos), ¿Cuál es el clima, la percepción ciudadana frente a las posiciones de esos gobernantes? Incluso lo animaría a incluir en este análisis a un tercer jugador: El Salvador. Es un país latino, por mucho tiempo víctima de flagelos comunes en los tres países como la corrupción y otros propios de la (in) cultura. El fenómeno Bukele ha sido relativamente disruptor, no ha requerido una transición (como uno la esperaría), de generaciones, para hacer cambios diametralmente opuestos y por algo, estarse ganando un protagonismo mundial. Que los polos se atraigan no quiere decir que sean iguales, de hecho por lo regular uno tiene carga negativa y el otro, positiva. Gracias por el escrito, muy interesante.

  2. Siempre lo dije contrastando personajes de este tipo: Maduro, Milei, Bolzonaro, Trump, Petro, y así. Son pilas hechas de la misma materia pero conectados en polos diferentes. Los daños que hacen son los mismos. Muy acertados los comentarios de esta columna.

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