Hace apenas 12 años el sector de las telecomunicaciones no existía como lo conocemos hoy, y la prestación de los servicios de este tipo en Colombia obedecía a un complejo sistema de clasificación en donde para cada cosa había que obtener una licencia o un contrato de concesión, además del permiso de uso del espectro radioeléctrico, lo que por un lado, costaba mucho dinero y, por otro lado, se demoraba, al punto que cuando eran asignados, luego de un trámite burocrático, con palanca política a bordo, el emprendedor había perdido el interés.
De esa maraña regulatoria, han pasado a la historia servicios como la telegrafía, el fax, el sistema beeper (busca personas) y la telefonía pública básica conmutada local, que en la mayoría de los casos era prestada por las empresas de servicios públicos de cada municipio, prácticamente está en sus últimos estertores. Hoy difícilmente en un hogar colombiano hay un teléfono fijo y, si lo hay, con seguridad es porque en ese hogar habita una persona de la tercera edad que no ha logrado adaptarse a la revolución de la movilidad. La mayor parte de las líneas fijas que subsisten son de uso comercial y la tendencia es cada vez más a desaparecer, por la sustitución con otras alternativas como el WhatsApp.
Recuerdo la controversia que en su momento generó la escisión de las Empresas Públicas de Pereira, de donde surgió la que se consideraba la joya de la corona, la Telefónica Pereira, que finalmente fue vendida a UNE y que actualmente conocemos simplemente como TIGO. La realidad de las comunicaciones y la forma en que este negocio se ha transformado en menos de una década, no nos deja duda de que salir de ese activo era forzoso y que era un error pretender seguirla sosteniendo en manos del Municipio.
El remanente de acciones que la alcaldía de Pereira tenía en la Telefónica, el 43%, se vendió en 2013 y me late que se hizo tarde, porque el declive de ese negocio se veía venir mucho antes.
Paz en la conciencia del exalcalde Enrique Vásquez, al que le tocó ese chicharrón. Hoy, con tranquilidad, entendemos que así funciona la tecnología que, además de ser un juego de grandes capitales, suele ir por delante de las normas, pero muy especialmente supera la miopía de los políticos que solo ven el presente y solo actúan en función de las próximas elecciones. Como ejemplo de esa falta de visión, en Pereira, una ciudad que en materia de movilidad es un embudo de dos avenidas, apenas acabamos de asignar el contrato para la primera fase del nuevo acceso a Cerritos.
Para terminar, como empecé, diré que finalmente el sector de las telecomunicaciones se integró con ocasión de la Ley 1341 de 2009 o Ley de TIC y recientemente con la Ley 1978 de 2019, que completó el proceso, incorporando los servicios de televisión en todas sus modalidades. Hoy existe algo que se llama el Régimen de Habilitación General en donde prácticamente cualquier persona jurídica puede inscribirse en el Registro Único de TIC y convertirse en PRST (Prestador de Redes y Servicios de Telecomunicaciones) con solo poner un chulo en el recuadro del servicio que le interesa, de un menú de 18 que tiene a su disposición, de acuerdo con el único requisito preponderante, los recursos con los que cuente.
He aquí un claro ejemplo que rebate aquello de que «todo tiempo pasado fue mejor».