La contribución a la valorización cumplió más de 100 años en Colombia desde su Ley 25 de 1921, siendo el gran promotor de obras de desarrollo urbanístico del país, en ciudades como Bogotá, Medellín, Barranquilla, Cali y otras, ha aportado a la construcción de más del 80% de las obras de infraestructura, ubicándolas a la vanguardia en obras viales, urbanas y de equipamiento. Esta contribución está destinada a que los entes territoriales puedan realizar obras de manera complementaria que no están definidas en otro tipo de impuesto o gravamen ya sea nacional o territorial por ejemplo como el predial. Se llama valorización porque al construirse un proyecto u obra de interés público en el municipio, los inmuebles en el radio de influencia se ven beneficiados recayendo sobre ellos una mayor valorización de su predio como resultado de las obras realizadas. En Colombia las Áreas Metropolitanas según lo señala la Ley 128 del 94 también pueden planificar y ejecutar obras mediante la figura de valorización, herramienta que al día de hoy es muy poco aprovechada por estas entidades autónomas. Como requisito el ente territorial debe conformar una junta de valorización y el proyecto debe ser aprobada por el Concejo municipal o La Asamblea departamental según sea el caso. Sin embargo la contribución de valorización más que un instrumento legal tiene una enorme carga de connotación histórica para el desarrollo de las ciudades en Colombia. En las primeras décadas del siglo XX, Pereira se destacó como la ciudad cívica de Colombia, nuestros ancestros con pujanza y esfuerzo aportaban con sus manos y recursos por medio de convites y actividades en la construcción de grandes proyectos, el objetivo era construir una ciudad moderna, con mejor infraestructura y calidad de vida, el discurso del civismo que significa el buen ciudadano era un instrumento importante de desarrollo. Con el civismo y la contribución de todos, se construirían grandes obras que beneficiarían a los pereiranos, como el aeropuerto Matecaña, la villa Olímpica, el estadio Hernán Ramírez, la clínica Carvajal, las vías Circunvalar, Libaré-Peñas Blancas, Nacederos, los parques La Libertad antigua Cañarte o la Paz, el Lago antigua Concordia o los Novios y muchas otras obras de infraestructura y equipamiento. Desde sus inicios nuestros fundadores entendieron que era importante la contribución y el aporte de todos los pereiranos para construir una ciudad moderna a la vanguardia de las grandes del país, de allí surgió su fama de ciudad prodigio con grandes logros en la década de los años 20 y 30, ubicándola como una época dorada en la historia de la ciudad. Hoy en día ese espíritu cívico y mancomunado se ha perdido y un gravamen como es la contribución a la valorización ha sido satanizada por administraciones anteriores. Recuerdo en el año 2018 cuando la ciudad debía construir la canalización del Egoyá que se encontraba en riesgo y un grupo de empresarios le manifestaron al alcalde del momento que sería muy justo para la ciudad y sus finanzas que se construyera dicha obra vía valorización, ya que esto beneficiaba a muchos predios y empresas, pero el alcalde decidió hacerlo con recursos del municipio los cuales podrían haber sido optimizados en otro tipo de obras de inversión social, muchas veces estas decisiones se toman por mantener intereses políticos o populistas. Hoy en día el balón se encuentra en la cancha del alcalde Mauricio Salazar, él y su gabinete decidirán si se construyen grandes obras de ciudad como la PTAR la doble calzada a la Avenida del Rio, intersecciones en glorietas, segunda línea del cable y obras de infraestructura social que pongan a Pereira a la vanguardia de las ciudades modernas o si la ciudad se seguirá rezagando en materia de infraestructura y desarrollo, pero para esto indudablemente necesitara la contribución y el civismo de los pereiranos vía valorización.