Imposible no pronunciarme sobre los incidentes ocurridos en la Universidad Tecnológica de Pereira, a propósito de la visita de Sergio Fajardo el pasado jueves; máxime cuando fui rector de esa querida Institución por casi 15 años.
Los hechos de la UTP merecen un gran debate al interior de la propia Universidad. Es menester deliberar sobre el significado y alcances de esta forma de protesta y sobre todo alrededor de las conveniencias para la misión universitaria como tal. Los académicos no debieran ignorar el incidente o menos aún agregarlo como parte del paisaje normal universitario.
Eso está mal hecho, pone en riesgo a los propios estudiantes, y a toda la Comunidad Universitaria, desacredita la Universidad como espacio de libertad, embadurna la imagen pública de la institución, por decir lo mínimo .
Si no fuera por las declaraciones ulteriores de un vocero estudiantil que los justifica estaría dudando de la verdadera autoría de los hechos.
Para fortuna de la democracia Colombiana muchas voces se han hecho sentir, incluida la propia Universidad, para condenar de manera enfática lo ocurrido .
La autonomía universitaria nunca se ha invocado para proteger la comisión de delitos contra la vida; si hay un delito en progreso que amenaza la integridad de las personas, de manera excepcional, la autoridad puede ingresar, aunque es preferible, si hay oportunidad, en coordinación con las autoridades universitarias; pero que quede claro, no es un impedimento. Es fundamental que no prospere la idea de confundir una cosa con otra.
En este asunto es preferible correr el riesgo de ser malinterpretado que guardar silencio. Son hechos que ofenden el alma.
Saludos
Luis Enrique Arango