🔅 Rayos y centellas han caído sobre el quinteto noruego que ha otorgado los recientes Nobel de paz a latinoamericanos. Mérito ajeno, herida para adversarios.
🔅 La paz no llegó en territorios donde fue situado el galardón a través del siglo y pedazo en que ha sido proclamado. Ni en medio oriente, ni Europa, ni Latinoamérica.
La vanidoteca del narcisismo maligno condenado, más codicioso y con más ruido pantalla diaria en la humanidad, resintió la subordinación de su reclamo anticipado del premio noruego a la paz 2025, que le fue conferido a una mujer del sur, Corina Machado, líder opositora al régimen venezolano en el poder, asediado por el aparato militar más letal de la humanidad.
La ganadora del anhelado galardón, en cálculo político estratégico ratificó su subordinación y se lo dedicó al comandante supremo del ejército que asedia hoy a su país para «imponer» a sangre y fuego la «paz» que nunca llega por ésa vía de pacificadores como dice la historia en Europa, Asia, África y Latinoamérica en el siglo del imperio, el mismo del premio en cuestión. Como quien recibe una patente para decidir cuál es el «lado correcto de la historia», falacia retórica en el alegato de ideologías, la galardonada dice que el epicentro de su credo político con su megalómano lo merecen.
El Premio Nobel un galardón asunto particular, como el multilateralismo de la ONU en sus ochenta años y los mismos derechos humanos, el derecho y justicia internacional, la democracia libre, las instancias de paz, creadas con ése fin, están arrinconados como actores invalidados por el autoritarismo que ha degradado el entendimiento posible hasta ahora en la diversidad de la humanidad y sus luchas por la autodeterminación de los pueblos y sociedad para todos en las naciones que aún proclaman soberanía. El poder simbólico también ha sido despojado en esos escenarios de diálogo, concertación y entendimiento por prevenir, evitar o superar la violencia en todas sus dimensiones y expresiones.
La alharaca del ruido industrial y la provocación mediática de los azuzadores de crispación en la población y sus fanatismos, ponen en una región como Latinoamérica un asunto como el Premio Nobel en la banalidad de lo inútil al exponerlo como disputa y ofensa entre adversarios políticos, en una espuma que se apaga en pocas semanas y queda en el olvido de las medallas y trofeos. Los Nobel de paz, todos reposan en anaqueles de la posteridad inane en éste siglo sin memoria. Como en la dicha del paroxismo de piel, en la necesidad del próximo éxtasis orgasmico y el siguiente y el que sigue. Espumas que se fueron, pasado vivido sin perjuicio de la realidad cruda. Todo pasajero, como la vida misma.
El Nobel de Paz 2025 radicaliza la adversidad política venezolana que irradia en todo el vecindario regional sur, aleja la posibilidad de solución negociada y precipita la acción bélica de la intervención estadounidense promovida por las barras bravas del autoritarismo del régimen de amenaza permanente que ya ha disparado misiles en el Caribe con un número no establecido de seres humanos desintegrados para escarmentar a quienes osen resistencia ante la intervención.
En 2016 año en que se eligió el actual inquilino de la Casa Blanca por primera vez, otros cinco en el Comité del Nobel noruego, entregaron el Premio al presidente colombiano Juan Manuel Santos, por su acuerdo de paz para el desmonte de la guerrilla más degradada y de mayor tamaño en América, las Farc. Todos los infiernos posibles fueron dichos por los opositores a ese acuerdo. Acusaron al ganador y al Comité Noruego de la compra del trofeo. Lo peor fue escupido en aquel despotrique que descalificó el logro. Nueve años después, la paz se quedó en el papel una vez más. Como en Israel y Palestina en 1991 cuando el premio fue para Simon Perez, Yizath Rabín y Yazer Arafat por su acuerdo de paz escrita. Hoy la realidad es dantesca, vergüenza irreversible de la humanidad toda.
En Venezuela hoy el clima contiene fiebres altas quizá de temperaturas volcánicas superiores que las vividas en el anterior Nobel noruego a Latinoamérica, el colombiano antes del que reciba algún representante de Corina Machado, que no la tendrá fácil en ningún escenario en su país bajo amenaza de una posible confrontación sin pronóstico posible en número de víctimas.
Birlibirloque no aplica en semejante conflicto. El Nobel de paz y su efecto práctico se circunscribe a una dudosa posteridad en el siglo depredador de la memoria con todo y la nube ciberespacial.
La culpa no es del Nobel, un galardón de origen civil privado rumbo a la irrelevancia. Está bien que haya premios y exaltación de méritos. Nosotros haremos lo posible por exaltar lo mejor de nuestra tribu en integridad por los derechos a vivir mejor, en diciembre 10, día de los Derechos Humanos en la especie sapiens. Los Nobel terminan asediados igual por las satrapías depredadoras, por su naturaleza de ser luchadores por los derechos de la humanidad. Todos en la misma suerte de esta lucha. Naturaleza humana. Cuidado extremo y supervivencia con autodeterminación. Aplica para todos. No existe humano no vulnerable en esta realidad. Final igual para todos. Que siga el Nobel y los premios. Los orgasmos dan vida. La banalidad, sentido y sinsentido seguirán en humanidad.
Escrito por Hernando Ayala M Periodista colombiano autónomo Mail disnnet@gmail.com
Buen día Don Hernando. Gran escrito.
En lo que me conozco, es la primera vez que un premio nobel es tan controversial ya que la Nobel
es acusada de tener nexos y vocera de la guerra al servicio del sionismo y el imperialismo ( Claro, no veo
las pruebas ni evidencias de ello ) pero la controversia está.
¿Porque se entrega el Premio Nobel de la Paz?
El Premio de la Paz ha de conferirse «a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la
fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y
promoción de procesos de paz».
Tocará esperar como justifica su premio la señora Machado y si con su discurso es capaz de frenar
a Donald Trump de su afán invasivo a ese país.
Feliz día.