En nuestro Deportivo Pereira, sucede lo que los administradores llaman “momentos de verdad”. Y eso es importante para los pereiranos que tenemos en el equipo una especie de termómetro para medir la temperatura de ese microcosmos que duele cuando perdemos y motiva cuando el equipo gana y gana bien.
Porque es verdad que a menudo -quizás como un atavismo histórico- los pereiranos (y lo digo viéndonos como la ciudad futbolera que el país nos reconoce), somos recurrentes con el fantasma del descenso y la mediocridad, de las malas rachas, de creer que algo malo pasa en la administración y lo peor: que los jugadores no quieren jugar.
El escenario no puede ser peor si le agregamos la presión de la hinchada, la crítica del desespero y la incertidumbre que, siendo evidentes porque los resultados brillan por su ausencia, quedamos en un déjà vu o paramnesia, con la diferencia de que en el caso del Pereira es mucho más que una sensación, pues como decía Pedro León Londoño, el riesgo del calabozo de la B siempre estará a la vista. Pregúntenle al Deportivo Cali.
Con base en el reciente partido perdido contra Patriotas en el Hernán Ramírez, sugiero que lo veamos de otra manera y partiendo de una pregunta: ¿El equipo tiene con qué? y una premisa: respaldo total al equipo.
Digo que sí, que ha habido fallas y que independientemente de factores adversos, el Pereira sí tiene con qué superar esta crisis tanto por el amor propio, actitud comprometida, inclusive rabia, humildad y vergüenza deportiva expresadas en la cancha y en la rueda de prensa donde Fernando Uribe en nombre de sus compañeros pidió perdón por no haber podido, como si esto no fuera un juego donde el otro hizo lo suyo.
Hoy el Deportivo Pereira tiene desalineados los astros. Como cuando a alguien contra su voluntad o buena intención las cosas le salen torcidas porque así es la vida o porque la ansiedad o lo que sea, juegan partido aparte.
Se necesita valor para aceptar que no se pudo y coraje para seguir luchando, pero es desde el entorno de la ciudad futbolera -como cuando las familias o las empresas tienen crisis- que debemos echar la apuesta con las cosas que nos dan grandeza: la solidaridad acompañando el equipo, llenando el estadio, convocando un banderazo en el próximo partido local, en fin, abrazando la institución y la organización que sin duda existe en el Deportivo Pereira.
Pienso que el equipo todavía tiene nómina para la resiliencia e incluso con qué llegar al grupo de los ocho. Pienso que los verdaderos hinchas se juegan sus mejores partidos en los malos momentos.
Alejemos las sospechas, los malos augurios y todo aquello que pueda significar presión psicológica tanto al plantel de jugadores como a la administración del equipo.
Luego de haber tenido en 2022 aquella gloriosa noche de campeones y el honor de haber sido un buen equipo en la Copa Libertadores, no nos podemos dar el lujo de ya no ser. Claro que hay con qué.
La síntesis de lo que esperamos todos en este momento de verdad de nuestro Deportivo Pereira se plasma en la frase de combate del actual alcalde de Pereira, Mauricio Salazar, en su campaña electoral: “Esta vez no nos podemos equivocar”.