Por LUIS GARCIA QUIROGA
Las más de las veces los gobernantes locales en lugar de enfocarse al 100 % en marcar huella con una excelente administración, gastan sus mejores energías en dejar un sucesor y elegir congresistas, para no hablar de la medianía de tener al menos un concejal y un diputado de bolsillo, generalmente volcando recursos públicos para favorecer ese propósito.
Es así como uno de los objetivos perversos de los alcaldes y gobernadores es el de lograr la elección de al menos un congresista. La moñona perfecta en Risaralda es lograr uno en Senado y otro en Cámara. Lo contrario tiene sello de derrota política. Y son perversos porque lo prohibe la ley y porque los gobernantes no son elegidos para que ellos elijan. Si así fuera, un opositor nunca jamás ganaría unas elecciones.
Un congresista es una cuota de poder que le asegura al saliente alcalde o gobernador (mientras no haya traición) supervivencia en el espacio político y burocrático. Ellos también sueñan con ser congresistas. Lo contrario es volver a ganarse la vida al estilo antiguo: trabajando.
No obstante y en gracia de discusión, sería bueno e incluso excelente y saludable tener representación regional, como lo fue antes de la Constitución del 91 cuando el Senado era por circunscripción regional y cada departamento tenía asignada su cuota, que en el caso de Risaralda eran dos senadores. Hoy siguen siendo cuatro Representantes. Hemos llegado a tener cinco senadores oriundos de Risaralda, pero…
En materia de representación política en el Congreso, Risaralda es un departamento tan pequeño que no llega al 2% y como la capacidad para hacer parte de coaliciones o bloques políticos es igualmente pequeña, las cuotas de poder son proporcionales a las que caen del festín de Baltazar.
La verdad es la luz que permite ver la realidad, que en nuestro caso -salvo contadas excepciones- no hemos tenido congresistas que lideren y se batan por los intereses regionales (algunos se hacen visibles por sus posturas ideológicas radicales) en parte porque los feudos de esa corporación son dominados desde tiempos remotos por los departamentos con mayor participación política e inusitada capacidad de integración en bloque, cuyo campeonato invicto es de los congresistas costeños y sus mañas merlanas.
Cuando se habla del bloque costeño no se refiere al queso duro, salado y rancio usado para hacer buñuelos, sino a los siete departamentos que conforman esa banda de estilo mafioso tan duramente cuestionada porque se ha robado el país varias veces en los más sonados escándalos desde Reficar hasta Odebrecht pasando por el cartel de la toga y el cartel de la hemofilia.
Casi todos los congresistas y en especial ese bloque costeño, son capaces de entrar al infierno si hay privilegios políticos o reparten migajas de poder porque como dijo alguien, la política es trasversal en la luz y en las sombras. No tiene corazón, tiene objetivos.
No nos amarguemos la vida empezando el año, es inútil quejarnos por el escandaloso aumento de salarios y privilegios adicionales que el presidente Duque aprobó por decreto para poder disfrazar la mermelada que tanto criticó en campaña política. Eso solo es novedad para quienes carecen de información o no conocen la historia.
El columnista Weildler Guerra en la edición de El Espectador el pasado lunes, relata cómo el general irlandés O’Leary, quien luchó al lado de Bolívar, estuvo en su funeral y recopiló las memorias del Libertador, describe a los congresistas del inicio de la república, texto del cual les comparto para que comparen si este pedacito de torta, hoy sabe igual o distinto:
Repasar las Memorias de O’Leary nos lleva a preguntarnos: ¿cuál era su visión sobre el Congreso hace 195 años? El propio autor la define así: “Los Congresos no se componían de hombres independientes y capaces de posponer sus intereses particulares a los de la república. Había, empero, algunas excepciones; pero en la generalidad la vil codicia los iluminaba. Un cuerpo compuesto de tales hombres comúnmente pertenece al primer intrigante que se presenta a comprarlo”.
Epítome: Los pueblos eligen los gobernantes y legisladores que merecen.