En la literatura española del siglo XVI existía un subgénero llamado “picaresca” que se le anotaba a sujetos dotados de habilidad, viveza o malicia “para sortear situaciones difíciles”. Un paisaje de esta característica pareciera salir del Ministro de Hacienda, Antonio José Ocampo, en el retiro de amistad y confianza (como se decía en lejanas infancias) a Bruce Mac Master, presidente de la ANDI en entrevista que le hiciera a aquel, Yamid Amat, quien lo llevó hasta las tablas para que indicara su desafecto con el dirigente a raíz de posiciones y disquisiciones surgidas durante el trámite de la Reforma Tributaria recientemente aprobada y conciliada por el Congreso de la República.
Señala que el carácter del líder privado es difícil, negativo, inconstructivo y así no se establece intercambio claro. Y ante la pregunta del periodista sobre reanudar un conversatorio, Ocampo respondió: “Estoy esperando a que tenga alguna cosa positiva que decirme para poder volverme a sentar con él, pero sí me va hablar solamente de cosas negativas pues claro que no le sirve a un ministro de Hacienda simplemente oír críticas. Yo quiero oír propuestas positivas, de qué hacer (…) pero si es para darme palo pues no vale la pena”.
Entonces, ¿a dónde ha quedado el desfogue de recibir conceptos contrarios formulados con transparencia para llegar a acuerdos o aproximaciones en temas altamente sensibles para los ciudadanos, productores e impulsores de progreso y empleo? ¿Dónde queda la normativa constitucional (artículo 23) que reza: “Toda persona tiene derecho a presentar peticiones respetuosas a las autoridades por motivos de interés general o particular y a obtener pronta resolución”? (…).
Por ello es conveniente sopesar para obtener resultados y percibir en el diálogo la validez de escuchar lo bueno, lo regular o lo malo dicho por los actores. No a oídos sordos ni a descalificación. No se trata de afianzar prueba, sino de encontrar en las tesis y las antítesis un método de análisis referido a fines productivos sin anular o descalificar al peticionario con mordazas de imposición silente (a la chita callando), que es la entrada a la censura y de ahí al autoritarismo, a la autocracia y después a la dictadura del estratismo, porque se impide el marco de la democracia en la libertad de deliberar el acontecer del país.
Al inquirir Yamid por qué el encono en el duro ataque del ministro, Bruce contesta que no sabe y que no se trata de nada personal. La mortificación arranca por las advertencias funestas que pueden acarrear a la economía ciertas determinaciones, pero esto es un campo dentro de los ámbitos de la democracia y de la discusión adversal y llena de vitalidad que, además, es un legítimo derecho. El dirigente que lo ha expresado con todo comedimiento, manifiesta que ese es el papel de los gremios y lo que no está bien es endilgarles a ellos el carácter de promotores de “pánico”, afirmación errónea “lo que hemos hecho es un ejercicio de generar opiniones basadas en lo técnico y demostrarle al país cuales son las eventuales consecuencias sobre unas cosas y las otras. No deberíamos caer en criticar de generador de pánico a cualquiera que eventualmente critique al gobierno o haga una propuesta distinta”.
A Yamid, Mac Master le expresó el ánimo de entablar acercamientos para hablar y hacer acciones conjuntas contra los nubarrones que se acrecentarán más por aspectos de la devaluación, el precio del dólar, la inflación, el déficit fiscal, el decrecimiento, y a luchar en pro de la equidad, la productividad y la competitividad. Todo en un ambiente de recíproco respeto y libertad de expresión.
La sordomudez, en verdad, no es condición para cerrar accesos. La realidad de Colombia amerita la apuesta para que le vaya bien al Gobierno del doctor Petro. Un académico y figura pública, como lo es el ministro Ocampo, así lo tendrá en mente y debe aceptar la crítica con tranquilidad cuando esta se presente.
Como epílogo de esta croniquilla, Mac Master, un día antes de salir al aire “el duro ataque” (así lo calificó Amat), fue reelegido por la Junta de la ANDI para un período más allá del actual (2025).