SIN LIMITES
Ese dulce mirar que embriaga nuestras vidas, con ojos encantadores como luceros en el anochecer.
Ojos que ven todas las cosas del mundo; un mundo maravilloso que Dios ha creado lleno de riquezas; el cielo en la noche con sus estrellas, la tierra poblada de jugosos frutos, el mar profundo en su inmensidad.
Ojos que ven desvanecer las más tiernas sensaciones en quimeras que se pierden en fantasías de ilusión. El tiempo corre inexorablemente y solo los ojos llenos de sueños lo ve pasar con un suave murmullo de cosas lindas y el desencanto de las adversidades que causan daño y pesar.
Ojos que son como diademas guardados en delicado estuche de párpados blandos que se cierran para no ver la jauría que sin piedad todo lo elimina. Llega la pandemia al universo, al igual que la guerra contra Ucrania que el dictador ruso RasPutin con su ejército de lobos y su voraz apetito quiere devorar para ensanchar sus ansias de poder, sin fin.
Ojos que revelan la verdad, unos son claros que reflejan una inmensa alegría, otros grises como un oscurecer sombrío, llenos de tristeza manifiestan dolor, angustia, desesperación; ojos que, aunque estén ahí solo ven sombras, son aquellos que perdieron el don divino de la visión.
Ojos cristalinos como de esmeralda y oro que brillan con pasión ante la llegada de una caricia, de un amor que llega cargado de ilusiones. Ojos color cafés que son como la miel que endulzan con su mirada. Ojos azules como el cielo que, aunque lejano siempre vemos. Ojos verdes como esmeraldas inalcanzables que se rinden en delicadas manos y que se van para no volver.
Ojos llenos de luz que iluminan como las estrellas y en hermosos versos nos hacen soñar. Ojos negros que irradian belleza y en la calidez del día resplandecen como el sol.
Ojos que despiertan pasiones, también odios y rencores que hacen temblar aquellos seres que en busca de paz encuentran severas miradas que son como la llama en la hoguera que quema el resplandor de unos ojos que bañados en lágrimas lloran.
Ojos que hipnotizan y ya cansados caen dormidos en el apacible y eterno sueño para no despertar jamás y en recuerdos de lejanos amores en torrente de llanto otros ojos los ven marchar. He dicho. LAM