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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadPambelé y la pobreza

Pambelé y la pobreza

  • ¿Cuántos atletas campeones históricos reciben del Estado una digna protección pensión justa?
  • ¿Cuál es el legado verdadero de Pambelé? 

Hay fama y hay gloria terrenal, las dos en combo arrasaron a Pambelé, el humilde pegador de puños que desde San Basilio de Palenque nos había enseñado a ganar aquel 28 de octubre de 1972 según García Márquez, Juan Gossaín y otros famosos e ilustres letrados. 

La mañana del 29 de octubre de 1972 mi primo mayor, par mío, me dijo «somos campeones mundiales de boxeo con Kid Pambelé».  Yo no sabía que era cada cosa pero sentí insuflar el pecho con un aire de importancia y dignidad nuevo con el asunto del deporte. Es decir creí entender que por cuenta de ese hecho, éramos alguien a nivel mundial. Estábamos en nuestro primer año de bachillerato los 405 que fundamos nuestro querido INEM que ya nos hacía sentir con futuro. Esta noticia sumaba. Podíamos llegar a ser triunfadores.

Cincuenta años después la realidad de Pambelé, el hijo de San Basilio de Palenque, Antonio Cervantes Reyes, con su lugar en la posteridad deportiva colombiana, no es la merecida por alguien que estuvo en el curubito de la gloria y fama vivida durante los diez años de su presencia en la élite mundial de un negocio deportivo que facturaba mucho más que el propio fútbol de aquel tiempo para sus estrellas. Los señores de los micrófonos y las páginas que tanto gustan contar plata ajena día a día hablaban todo el tiempo de millones de dólares, bolsas multimillonarias en los asuntos del boxeo en grandes ligas. Pambelé supo que era mejor ser  adinerado que vaciado en el mundo de los famosos. Pasó lo que pasó. 

Este 28 de octubre de 2022 volvieron a condecorar a Pambelé y a exaltar su gloria que nadie le podrá quitar, por los cincuenta años del primer Campeón Mundial de Boxeo con cédula colombiana. La realidad material de Pambelé está definida, nunca con la equidad que corresponde en un Estado que decepciona a sus cincuenta millones de asociados, por fuera de las membresías de saqueadores organizados en empresas de supuesta democracia. 

De los doscientos pensionados del Estado colombiano con más de veinte millones de pesos mensuales, ninguno es un gran campeón como Pambelé.  Habrá que ver cuanto es la pensión y si es pensión que el erario deportivo le entrega a Pambelé y las glorias como él. Seguro que siempre será menor que los viáticos que cobra cada mes cualquier directivo de corporación con membresía internacional que recibe transferencias del presupuesto nacional a través del Mindeporte. 

Valdría averiguar cuántos de los 16 mil pensionados subsidiados por la bolsa general de la nación que todos llenamos, que reciben más de quince millones de pesos mensuales, son campeones del deporte, glorias mundiales, con títulos y podios universales de la élite competitiva, están en esa lista. Ninguno. 

Hay que ver como los despreciables dirigentes del fútbol judicializados por diversas artimañas se expresan de los posibles incentivos económicos a  las gloriosas adolescentes que llegaron donde nunca llegarán ellos, porque sienten que van a dejar escapar unos miles de dólares que les pertenecen a ese concierto que no quieren dejar. 

Si quienes están hoy al frente del Estado y el gobierno deportivo no cumplen el cambio estructural que debe suceder en el deporte derecho para todos en Colombia, todo seguirá tal cual en el manoseo y utilización de la gloria de los deportistas como mercancía de los entramados turbios del deporte que está manchado en el mundo, coartada para todos estos indeseables  al frente del corporativismo deportivo rentado con transferencias del erario que no llega a la población en goce efectivo del derecho al deporte y queda privatizado en bolsillos venales los mismos de hace cuarenta años. 

Pambelé hace cincuenta años dió la demostración y el camino para aprender a ganar, pero no aprendimos y se olvidó porque en la mayoría absoluta de los colombianos la realidad  dice que no dejamos de perder en el círculo de la repetición de prácticas y manías que nos mantienen dónde estamos. La voluntad popular de cambio parece que está cercada y bloqueada por las mismas corporaciones electorales de siempre. La tal gobernabilidad está organizada suficiente en sus formas para evitar que haya cambio como el ordenado por las urnas. 

Pambelé cincuenta años después sabe que la gloria deportiva no se la podrán robar, que la fama y las monedas se acaban, que los derechos y el Estado no hacen justicia para la mayoría y que los deportistas siguen siendo objeto de uso de quienes controlan el poder.  Pobreza de espíritu y grandeza en los depredadores implacables. 

Gracias Pambelé por todas sus lecciones aprendidas para quienes hemos querido su legado. 

Escrito por Hernando Ayala M. Periodista   Programa Sociedad para Todos 30DS   E Mail disnnet@gmail.com    

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