Aprovecho esta columna de hoy para hablar de varias cosas. 1. De esta Fundación; 2. De una muy grata experiencia que tuve esta semana con un grupo de jóvenes que allí, en esa Escuela, adelantan estudios sobre actuación para cine y televisión y 3. De la película que utilicé como materia prima para hacer una pequeña charla introductoria a una serie de conversatorios que llevaremos a cabo con ellos, sobre la importancia del cine y sobre Apreciación Cinematográfica.
- PARADIGMA, ARTE PARA SOÑAR. Hace mucho rato, años, que conozco a este grupo de trabajo. A Tita, la actriz, la emprendedora, la infatigable gestora que da su vida por el arte y que es la esposa, amiga, compañera de viaje y de sueños de Wilmar Ramírez, el director de la Fundación Paradigma, gran actor, extraordinaria persona y muy buen ser humano que con dificultades económicas o con muy buenos apoyos de la empresa privada y los gobiernos de turno, durante más de diez años ha hecho una loable y hermosa labor en pro del desarrollo de las artes escénicas en Pereira y el Departamento. Ya ellos pueden hablar de dos muy bellos hijos, Paradigma, la niña y Tonatiuh, el pequeño actor que está dejando huella de disciplina y tenacidad en esta Pereira del alma, pues recordemos que fue nominado al Premio a Mejor Talento Infantil de la Industria Audio Visual colombiana, en el pasado Festival de Cine de Cartagena y por ello, la gobernación de Risaralda le hizo también un merecido reconocimiento.
- TALLER SOBRE APRE APRECIACIÓN CINEMATOGRÁFICA. Con el equipo que se ha armado para formar actores para cine y para televisión de esta importantísima empresa en nuestra ciudad, más de 15 jóvenes, todos conocedores de la diferencia que existe para trabajar en teatro, la televisión y el cine, porque son muy diferentes las formaciones y las técnicas, hicimos un taller en el que conversamos de manera muy agradable sobre la vida en el cine, sus excentricidades, sus emociones, las energías que esta disciplina desprende y la magia que se ve nacer, crecer y desarrollar profundamente en este fantástico mundo.
Utilizamos como “gancho”, como pretexto para el diálogo, la exhibición de una película para hablar de ella, con ella y por ella. Y obvio, de su director y de los actores quela hicieron y de lo que esa cinta ha significado para su director y para el cine francés y para el cine en general, desde su aparición en la cartelera comercial, hasta nuestros días.
- LA NOCHE AMERICANA, la película.
En realización cinematográfica, la noche americana es una técnica utilizada para simular una ambientación nocturna en una escena rodada a la luz del día.
Consiste en filmar escenas durante el día utilizando un filtro en cámara, de color azul si se filma en color, o bien de color rojo si se utiliza película en blanco y negro, y subexponiendo la imagen, a modo de conseguir una imagen oscurecida y azulina, en su caso. De esta forma, se simula la noche y la luz de la luna. Mientras se filma con esta técnica, se evita filmar el cielo y se tiene especial cuidado en las sombras para no perder realismo.
Esta técnica, desarrollada inicialmente en los Estados Unidos con el nombre originario de Day for night, fue muy usual durante largas décadas del cine. Más recientemente se ha ido abandonando, debido a que se dispone de material fotográfico mucho más sensible, que permite filmar en condiciones de poca luz. Con ello se consigue un efecto más real, ya que en la noche americana el espectador se da cuenta fácilmente de la técnica utilizada, debido a que los objetos proyectan fuertes sombras, lo cual ocurre de noche muy poco o en ningún grado.
El título de la película de François Truffaut La noche americana (1973) hace referencia a esta técnica.
Un gran número de directores, amantes del cine, en algún punto de su carrera han optado por abordar el tema del quehacer cinematográfico, para regalarnos a manera de homenaje, un acercamiento al mundo del cine desde sus propias entrañas. Tal es el caso de François Truffaut con La noche americana (La Nuit américaine, 1973), así como por supuesto el de Federico Fellini con la magistral 8 ½ (1963), o de la dramática cinta Sunset Boulevard (1950), de Billy Wilder, o en casos más recientes Ed Wood (1994), de Tim Burton. Y es que el “detrás de cámaras”, resulta apasionante y hasta misterioso; generalmente propicia un enorme interés en el espectador, que no sólo se intriga, sino que se ilusiona con la magia que hace posible que las historias lleguen a la pantalla.
En La noche americana, Truffaut comparte el amor por su profesión y muestra su entrega total, interpretando él mismo a Ferrand, un director de cine en pleno periodo de rodaje. Por lo que nos permite, como público, asistir a la representación de una filmación y todo lo que ésta conlleva, que es mucho más de lo que podemos imaginar: el movimiento de extras, la construcción y elaboración de locaciones, el uso de dobles para las escenas arriesgadas; en fin, erigir toda una fantasía para dar la sensación de realidad. Ferrand, el minucioso director, debe revisar cada mínimo detalle de la producción y, a la vez, complacer a todos: por un lado, debe cuidar las fechas y los gastos establecidos por el productor, por otro debe de atender a las estrellas de su película y satisfacer todos sus deseos y caprichos. Así, a lo largo del filme, deja bien clara la compleja tarea que lleva a cabo, las vicisitudes que enfrenta y los millones de tomas de decisiones que se requieren para que una cinta logre ver la luz. Con su voz en off va comentando las cuestiones que tiene que resolver sobre la marcha, desde decidir el tamaño de la pistola que se va a utilizar en una escena hasta conseguir el tipo de mantequilla que su protagonista desea.
El reparto cuenta con la participación de la bellísima Jackeline Bisset (Bullitt, 1968), en el papel de Julie Baker, que será la protagonista del filme que se está rodando, a quien todo el equipo está esperando, con la incertidumbre de si logrará terminar sin contratiempos la película, porque está saliendo de una crisis emocional de la que quedó sumamente afectada. Su esposo, quien fue su psiquiatra y dejó a su familia por ella, la acompaña en el rodaje para mantenerla en balance.
El protagonista masculino es interpretado por el alter ego de Truffaut, Jean-Pierre Léaud (Los 400 golpes, 1959; Besos robados, 1968), su acostumbrada mancuerna de trabajo, con quien colaboró desde que era casi un niño en varios de sus filmes, algunos con ciertos tintes autobiográficos. En La noche americana, asume el rol de Alphonse, un actor inmaduro y de actitud infantil, enamorado de una chica –la lectora del guión– que lo trata mal, lo engaña con otros compañeros de la producción y lo abandona a mitad de la misma.
Por otro lado, Truffaut utiliza la historia para plantear las duras realidades del ambiente del cine, la inestabilidad a la que se exponen las estrellas cinematográficas, la triste situación que los actores mayores enfrentan en el ocaso de su carrera, cuando dejan de ser interesantes para el público, que pide ver rostros nuevos y más jóvenes, y es que el paso del tiempo no perdona ni a los famosos. Aquí lo vemos claro, a través de Séverine, a cargo de Valentina Cortese (Giulietta degli spiriti, 1965), una actriz que fue una estrella en su juventud, pero ante el miedo a envejecer y dejar de ser atractiva y querida por los directores, se dedica a beber y, por lo tanto, no puede recordar sus diálogos, provocando la repetición sin fin de sus escenas. Con este personaje se lanza una crítica aguda a la exigencia que vive la mujer de mantenerse bella y joven, mientras que el hombre, al pasar de los años, sigue ocupando un rol de importancia, como el personaje antagónico, a cargo de Jean-Pierre Aumont (Lili, 1953), quien, a pesar de su edad, es elegido por la producción para representar a un hombre atractivo y seductor, parte del triángulo amoroso, junto con Léaud y Bisset.
El amor por el cine implica sacrificios, la pasión por el cine lo convierte en un arte, y eso es lo que Truffaut desea plantear, que pese a los altibajos en la realización de cada película, es ese amor lo que mantiene a los creadores aferrados a su obra, y debido a esto La noche americana se percibe honesta y real, porque muestra todos los flancos de la creación cinematográfica, dando a cada participante su justo lugar, y es que entre una de las principales conclusiones a las que llega el espectador es que el cine es, sin duda, un trabajo en equipo, en el que cada miembro es esencial para lograr un “todo” mágico, que llegue a las salas para el disfrute del público.
Excelente experiencia y hermoso el grupo de trabajo con el que me encontré. Allá seguiré conversando sobre cine, ténganlo por seguro.
Muchas gracias Germán.