* Ni la dignidad se hizo costumbre, ni aprendemos a vivir sabroso… ¿ o sí ? .
* ¿Exceso de fé y ensueño con la vocación de salir adelante de los nadies y las nadies? ¿Tendría que haber gritado más que las gritonas del mercado electoral y sus bufonadas de mediocracia?
¿De qué se arrepiente? será la pregunta babosa más repetida por la baboseria de la impresentable industria editorial mediática y su manoseo prosaico, barato de cuanto personajillo con ínfulas de celebridad se presta para ser babear y ser babeado por la deleznable pasarela de pantallas y micrófonos bufones a sueldo. Asqueroso manejo mediático de la halitosis política venal. Después de la sombrerona azufre de esta semana, el foco de la siguiente será para la Vicepresidenta del cambio. La quieren hacer despotricar del proyecto que la hizo soñar en 2022. Nada recibe más babas virosas que el micrófono de este tiempo.
¿Sabía en qué se embarcó la líder ambiental popular que abrazó la opción de una oportunidad para quienes como ella no tuvieron noción de acceso al poder en el sistema socioeconómico y político feudal, señorial, colonial, clasista, racista y excluyente? ¿Tenía claro que los mayores ataques vendrían de propias tropas en la envenenada atmósfera de las vulnerabilidades y la ansiedad voraz del todo o nada, ahora o nunca?. «Cuídame de mis amigos que de mis enemigos siempre lo hice». Demasiada mala leche ahogaría el arca aparato de aquella promesa.
Un día en su primer año de estreno en el poder Vicepresidencial, se reunió con los más vulnerables de los descartados, las mujeres del cuidado en discapacidad y algunos líderes con discapacidad a formar agenda de política pública. Fue tal la gritería y pugnacidad recalcitrante que salió espantada y dejó la reunión. «Sin respeto nada…». Luego se encerró con el corporativismo y les entregó ése asunto de la discapacidad. En ése enroscamiento de los dueños del nombramiento se esfumaron tres años.
La Vicepresidenta tenía otras prioridades étnicas y de género en la babelia de las diversidades humanas que llegó a tener aviso de Ministerio de la Igualdad. Alguna semilla de revolución cultural quedó esparcida pero el saldo del instrumento experimento burocrático con los representantes de las diversidades no es claro para nadie afuera. En esa confusión al primer empleado que se llena la boca con la odiosa expresión de «mi gobierno» con la que se sienten dueños del aparato desde siempre todos los impunes que pasan por ese inquilinato, al actual se le disparó el racismo verbal. Irrespeto total al prematuro en incubadora neonato burocrático de Igualdad donde hay un cruce de facciones por pedazos de ubre erario.
Francia Márquez después de las lamentaciones de cierre de tercer año que serán pasto, comidilla de mediocracia esta semana de inicio de su agosto final en el poder suplente, tendrá que aterrizar en la rendición de cuentas con hechos sobre lo realizado. Nadie pudo haberle hecho creer que sería sabroso en su circunstancia y en un naufragio de mala leche que ahogaría sueños e ilusiones. Tiene que mostrar los niños que vieron la luz de su gestión en esos 36 meses, por aquello del proverbio chino «muestrales el niño y calla los dolores del parto». Su paz y salvo está ahí. Embarazo múltiple de poder, ¿qué nació? ¿caminará? .
Si lo hace con evidencia fáctica contundente, será la mejor ganadora del experimento 22 – 26. No impune. Sus hechos dirán todo, no sus heridas ni magulladuras propias de una competencia que incluyó el todo vale y sin árbitro leal. Si se vió sorprendida por lo malo, no tenía pies en tierra suficiente. Volverán las caricaturas del «helicotero…» y otras burlas gajes del poder. Sus resultados si son irrefutables la harán autoridad fuerte en el liderazgo de los siguientes años con la revolución del cuidado y la inclusión de la diversidad. Saldrá enriquecida, no de sus bolsillos sino lo realmente importante, legitimidad y autoridad moral, respetabilidad. Todo el mayor referente de su afrocolombianidad en el liderazgo sin fronteras de nada y menos raciales. Si hizo la tarea, sus pecados políticos no están en su cosecha, pertenecen al océano de mala leche que ahoga a la sociedad colombiana en su enfermedad de apariencia incurable.
Si no le alcanza, el ostracismo e irrelevancia la pondrán de nuevo en el punto cero de la montaña y la piedra de Sísifo. Ser colombiano sin daño y con vocación coherencia por la bonhomía excelencia, exige mucho más que la fé total.
Escrito por Hernando Ayala M Periodista colombiano autónomo. Mail disnnet@gmail.com


