Tras la 58ª Convención Bancaria celebrada los días 5 – 6 y 7 de junio pasado, en el Centro de Convenciones de Cartagena, los principales actores financieros del país abordaron con el Gobierno, temas como las reformas sociales, el impulso de la economía popular y la sostenibilidad fiscal. Las puertas quedaron abiertas para avanzar en mesas de trabajo para la definición de una hoja de ruta que fortalezca las necesarias condiciones para la aceleración de la dinámica productiva, que dé confianza para atraer la inversión dentro de una senda prudente en las finanzas públicas. Si estamos hablando de una senda prudente por emprender, debemos empezar por una muy selecta escogencia de sus intervinientes, que el en sector privado sin duda alguna encontramos, dándose inicio el día 7 de un panel con los directivos de los tres grupos financieros más importantes del país, el cual empezó mal por parte del Gobierno al poner como interlocutora con los banqueros a la directora del Dapre, que pese a su naturaleza jurídica como organismo dependiente de la Presidencia de la República, según el artículo 38 de la ley 489 de 1998, está hoy en manos de una funcionaria, que siendo la mano derecha del Presidente, no tiene conocimientos sobre economía, distintos a haber extraviado cinco maletas con 3.000 millones de pesos que, según un testigo que sostuvo varias conversaciones con el fallecido coronel Oscar Dávila, coordinador de Protección Anticipativa de la Presidencia de la República, decidió entregarle a la Revista Semana, en explosivo testimonio que salpica directamente al propio presidente Petro, propietario de ellas, quien se las entregó a Laura para que se las guardara en su apartamento. En el cierre de este importante evento Bancario, Petro habló por espacio de 1 hora, reconociendo que la economía colombiana pasa por grandes dificultades, a la que se suma una desfinanciación del Estado, que obligó a que el ministerio de Hacienda anunciara un serio y fuerte recorte presupuestal. Señaló, como una salida, la imposición de inversiones forzosas al sector financiero privado, propuesta ampliamente criticada por los exministros del ramo quienes manifestaron estar de acuerdo con Juan Camilo Restrepo al indicar: “Volver a esta idea de inversiones forzosas que el país desarrolló con fuerza en los años 60, es una forma de imponer nuevos impuestos al sector productivo y financiero y con ello entorpecer o limitar el acceso al crédito al micro, pequeño, mediano y gran empresario”. Es pues una medida que encarece el crédito, probada suficientemente en el pasado. El presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex) Javier Díaz Molina sentenció: “Es una mala propuesta que produce un efecto contrario y puede terminar poniendo en peligro al sistema financiero colombiano con todo lo que ello significa”. Luego de esta propuesta, Petro propuso otra peor: “Ante el estancamiento del gasto, hay una tercera vía y se llama crédito otorgado por el Gobierno a través de instituciones que ya existen. Mientras tengo que detener el gasto, podemos aumentar el crédito derivado de las instituciones públicas. ¿Cuál sería su financiación? Pues las inversiones forzosas que hoy a los bancos le saldría más rentable. Que el Estado exima al banco de asumir el riesgo del préstamo asumiéndolo nosotros, es una propuesta rentable para la banca, pudiendo mí Gobierno subsidiar la tasa de interés con el presupuesto nacional. El papel del Estado hoy es crucial”. Crucial hoy, decisivo y determinante, es que a este embaucador el Congreso le acepte ser el banquero mayor, al que las entidades bancarias convertidas en oficinas recaudadoras, le entreguen nuestros ahorros para él dilapidarlos, pues ante el Congreso deberá tramitar los proyectos correspondientes. A Petro, poco o nada le interesan las políticas públicas que tengan que ver con el progreso del país. Lo suyo, es la confiscación de los recursos privados para feriarlos en busca de su reelección. La reforma a la salud, es una clara muestra de lo que pretende, al igual que con la pensional, donde no duerme pensando en echarle mano a los 406.6 billones, lean bien, 406.6 billones que manejan los fondos privados de pensiones. Este azaroso panorama no es nada difícil que se dé, primero, por la índole moral de nuestros congresistas que en su inmensa mayoría trabajan comprados por la inagotable mermelada que por montones les entrega este Gobierno y, segundo, por la falta de carácter de un empresariado que, junto a los banqueros, aceptan que una persona sin conocimientos económicos, investigada por la justicia, sea la interlocutora con el Gobierno, en el que Petro quiere fungir de banquero mayor.
Alberto Zuluaga Trujillo. alzutru@hotmail.com